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La protesta holandesa es convencional

Los partidos tendrán que superar sus diferencias sobre fiscalidad, sanidad y empleo para formar coalición

El reelegido primer ministro holandés, Mark Rutte, al encontrarse con el líder de la oposición, Geert Wilders.
El reelegido primer ministro holandés, Mark Rutte, al encontrarse con el líder de la oposición, Geert Wilders.Getty Images (Getty Images)

Los holandeses han protestado de forma convencional. La coalición gobernante perdió apoyos en las elecciones del miércoles, pero el agitador Geert Wilders consiguió menos escaños de lo previsto. El Parlamento queda más fragmentado que nunca.

Son unas elecciones extrañas aquellas en las que perder un quinto de los diputados se celebra como una victoria rotunda. Eso es lo que hizo el primer ministro, el conservador Mark Rutte, después de que su VVD fuera el partido más votado por tercera vez, con una proyección del 21%. El Partido Laborista, el socio menor de la coalición, tenía menos motivos para sonreír: se espera que pierda unos asombrosos 29 escaños de los 38 que tenía.

Por primera vez en la historia reciente los tres principales grupos sumados recibieron menos del 50% de los votos

Pero el sentimiento antisistema no se tradujo en un apoyo significativo para Wilders, cuyos ataques contra el Islam y la UE invitaban a comparaciones inevitables con Trump y el brexit. Aunque parece que su PVV terminará segundo, recibió un menor porcentaje de votos que en 2010, cuando acabó tercero.

Es tentador ver el resultado como un rechazo al extremismo que está en aumento en el mundo desarrollado. Pero Wilders no es un rostro nuevo: lleva en el Parlamento casi dos décadas. Además, los principales partidos han incorporado aspectos de su postura antiinmigración. Ninguno de los principales líderes se opuso a que el Gobierno provocara una disputa diplomática al impedir a dos ministros turcos dar un mítin a favor de Erdogan en Rotterdam, la semana pasada.

Por primera vez en la historia reciente los tres principales partidos sumados recibieron menos del 50% de los votos. Aunque Rutte debería ser capaz de formar coalición, necesitará al menos tres socios, que tendrán que superar serias diferencias sobre impuestos, costes sanitarios y el aumento del trabajo a tiempo parcial. El riesgo es que Holanda entre en un período prolongado de limbo político del que surja una frágil coalición. Aunque la mayoría de los votantes ha rechazado el extremismo, su convencional protesta difícilmente es una fórmula para un gobierno estable.

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