Universo Obama, universo Trump
El nuevo presidente no explicó su visión sobre América: dejó clara su buena relación con Rusia y que no tiene conflictos de interés
El presidente Barack Obama, que se despidió de sus conciudadanos el martes en Chicago fue el mejor de los Obamas que hemos conocido en sus años de presidencia, que abandona como el político más admirado y con mejor índice de favorabilidad que sus predecesores. Un Obama humilde, que nunca utilizó el yo, sino el nosotros y que volvió a los orígenes, como cuando fue elegido en 2008. A Obama no le ha cambiado la presidencia. Habla con la misma elocuencia, apelando a los mismos valores: llamó a la unidad, al sentido de comunidad y de solidaridad. A no dar por sentado que la democracia americana está garantizada: hizo un llamamiento a la responsabilidad para luchar por los principios de la Declaración de Independencia y la Constitución. Lo dijo en 2008 y lo recordó el 10 de enero de 2017: “To form a more perfect union”. Porque Obama es consciente de las divisiones raciales y sociales existentes en América: las recientes elecciones han puesto de manifiesto “la cuestión racial” y “las desigualdades sociales”, males por los que, individual y colectivamente, hay que trabajar para resolver.
Obama, opuesto al individualismo que propugna Donald Trump y a su tendencia a arrogarse los méritos: “Yo soy el único que puede arreglar América”; “Yo seré el mejor presidente que jamás Dios haya creado”; “Yo haré que la economía crezca al 5% y generaré 20 millones de empleos”... Con razón, uno de los dos libros más vendidos hoy en Norteamérica –de donde llegué ayer a España tras presentar mis respetos en la Torre Trump de Nueva York– es Trump revealed. An American Journey of Ambition, Ego, Money and Power, de Michael Kranish y Marc Fisher, que reunieron a un equipo de investigación del periódico Washington Post para desvelar quién es realmente Trump. Porque la realidad es que nadie lo sabe, a pesar de sus libros sobre éxito empresarial, sus programas en televisión y sus casi siempre malogrados negocios, conocemos poco de él: sabemos que es rico, aunque menos rico de lo que dice ser.
Trump está en las antípodas de un community organizer como Obama, que recordó su trabajo social en las iglesias afroamericanas de Chicago; que citó a su madre con cariño, que lloró al hablar de su esposa (“mi mejor amiga”)...; el trabajador comunitario-profesor de Derecho Constitucional-senador por Illinois afirmó que “todos hemos sacado América de la recesión, rescatado el sector de automóvil, vuelto a crecer económicamente y vivir la racha más larga de creación de empleo”. A continuación, se corrigió y, mirando a las 18.000 personas que le acompañaban, aseveró: “Vosotros lo habéis hecho”.
En la otra obra más vendida hoy en América (The legacy of Barack Obama. A consequential president), de Michael D’Antonio, el autor dice que la presidencia de Obama pasará a la historia como una de las más relevantes, precisamente por los logros que Obama repasó someramente en Chicago sin echarse flores: acabar las guerras de Irak y Afganistán; finiquitar la Gran Recesión y crear 16 millones de empleos, conseguir la independencia energética con petróleo, gas, electricidad y las energías renovables; el Acuerdo de París, que compromete a medio mundo a luchar contra el cambio climático, “la firma del acuerdo de no proliferación nuclear con Irán sin disparar un solo tiro”, dijo Obama; el vuelco del presidente hacia el futuro, que son Asia y las tecnologías de la información.
La reforma sanitaria, que ha dado cobertura a 24 millones de personas, la apertura a la diversidad y el abrazo a la inmigración, “que hace avanzar el país, como cuando vinieron los irlandeses, italianos y polacos”. El rechazo a la tortura, cerrar Guantánamo, respetar el derecho internacional, recuperar las relaciones con Cuba, acabar con Bin Laden y “continuar siendo la nación más rica e innovadora del planeta”, son hechos que han sucedido en la era Obama. Polarización por la raza y tensiones sociales son cuestiones pendientes.
Un día después de Obama, en su primera rueda de prensa en 170 días, Trump puso énfasis en los logros que ya ha conseguido, aunque todavía no sea presidente. El contenido de su intervención provenía de un planeta distinto al de Obama. Primero, atacó a los medios que han publicado informes de los servicios de inteligencia que él considera son falsos, mostrando agradecimiento a los medios que no los han publicado. Segundo, destacó cómo ha conseguido que empresas americanas fabriquen en EE UU y no en México, amenazándolas con un alto impuesto si trasladan producción fuera de Estados Unidos. De nuevo, el “soy el mejor presidente generador de empleo que Dios haya creado”. Destacó la existencia del “movimiento” trabajador que le ha aupado a la Casa Blanca, cuyos miembros se preguntarán por qué la mitad del Gobierno lo componen banqueros de Wall Street. Prometió tratar mejor a los veteranos. Habló mucho de los ciberataques, aceptando que Rusia los llevó a cabo, y aseguró que va a luchar contra ellos con “las mejores mentes del mundo; pasaremos de una actitud defensiva a otra ofensiva”. Para Trump, lo más importante del ciberataque es que ahora todos saben lo grande que es su compañía, al tiempo que mostró su desprecio por los servicios de inteligencia. Habló de la colaboración con Rusia en la lucha contra ISIS, culpando a la actual Administración de “haber creado ISIS” y de tener (él) una buena relación con Rusia. Trump negó toda relación de negocios con Rusia.
Los conflictos de interés (sus negocios, la presidencia) centraron el interés de los medios y la intervención de Trump. Dejó claro que, aunque podría –legalmente– dirigir el país y sus empresas, él ha preferido rechazar ofertas de negocios muy lucrativas. Además, un despacho de abogados le ha preparado un plan para que sus hijos tomen el control de la compañía, apartándose Trump de la gestión. Subrayó que desmontará el Obamacare. Reiteró su promesa de construir el muro con México, quien lo pagará, al igual que el nombramiento de un juez conservador para el Tribunal Supremo.
Trump no explicó su visión sobre América: dejó clara su buena relación con Rusia y que no tiene conflictos de interés.
Jorge Díaz Cardiel es Socio Director de ADVICE Strategic Consultants. Autor de ‘Hillary versus Trump: el duelo del siglo’