El ensayo más humanista del vino
‘Tras las viñas’ ahonda en la historia personal y familiar de 12 propietarios viñedos
Un libro que nace fruto de la pasión por el vino de Josep Roca, sumiller del restaurante El Celler de Can Roca; y de la curiosidad y dedicación a las personas de la psicóloga Inma Puig. “La semilla surgió cuando le mostré los rincones dedicados a mis vinos preferidos. Allí le expliqué que los vinos se beben, se huelen, pero también se escuchan y también se pueden sentir”, recuerda Roca. Su explicación conmovió a Puig, que lanzó al aire una idea y una pregunta: los vinos se parecen a quien los elabora, pero ¿se parecen a los clientes que los beben?
En este ambiente y rodeados de cajas de vinos se fraguó Entre las viñas. Un viaje al alma de los vinos (Debate, 29,90 euros), un ensayo que se aproxima a la vertiente más humanista del sector, con entrevistas a 12 destacados bodegueros de distintos lugares del mundo: el estadounidense William Harlan (California), los franceses Lalou Bize-Leroy (Borgoña), Pierre Overnoy (Jura) y Christian Moueix (Burdeos), el alemán Reihnard Löwenstein (Mosela), los españoles María José López Heredia (La Rioja), Raül Bobet (Lérida), Sara Pérez (Priorato) y Álvaro Palacios y Ricardo Pérez Palacios (Priorato, La Rioja y Bierzo), John Wurdeman (Georgia), el argentino Matías Michellini (Mendoza) y la italiana Elisabetta Foradori (Trentino). Porque el vino, asegura en la introducción Roca, es “filosofía de vida, un enclave privilegiado, una luz concreta, un cúmulo de historias”, pero además es el sentir de los bodegueros, a qué responde su dedicación, si obedece a una verdadera vocación o a algo impuesto, con la presión que conlleva, por herencia familiar.
“En nuestras visitas a los diferentes viñedos he podido descubrir a 12 bodegueros excepcionales, sus equipos, sus familias, las viñas a las que dirigen sus cuidados”, recuerda Inma Puig en el texto. Y añade que “para algunos su pasión responde a la necesidad de crear un legado, de perpetuar una tradición familiar, mientras que para otros nace del deseo de transcender o de superar el pasado a través de la innovación”, añade la psicóloga.
Y también están aquellos que entienden su relación con la viña como una vuelta a la naturaleza, trabajando desde el respeto por el entorno. “El vino es vino, pero por el hecho de estar elaborado por personas no escapa a las vicisitudes de la conducta humana”, explica la autora.