El pescado vasco que nació lejos de la ría
La Gula del Norte cumple 25 años fruto de la insistencia de su ‘inventor’, Álvaro Azpeitia, quien buscó una alternativa a la angula
En la localidad guipuzcoana de Usúrbil se sitúa el barrio de Aguinaga, aunque sus habitantes lo consideran como un pueblo con su propia identidad. Y de hecho, su tradición pesquera así lo justifica. Por Aguinaga pasa la ría Oria, que durante muchos años fue un auténtico caladero de un producto singular y que allí, junto a esa pequeña población, tenía su punto idóneo para la pesca.
Era la angula, la cría de la anguila. Hoy, un producto exclusivo, de precio prohibitivo. Según informaba la agencia Efe el pasado mes de noviembre, se llegaron a pagar 5.500 euros por 1,25 kilos de angulas en la lonja de Ribadesella, en Asturias, en la apertura de la temporada de pesca profesional de este producto. Cifra que equivale a valorar el kilo a 4.400 euros por algo que, a principios del siglo XX, era utilizado para alimentar a las gallinas.
Cronología
1974. Varias empresas familiares vascas, que venían dedicándose a la pesca y a la comercialización de la angula, decidieron unir sus esfuerzos y crear la mayor empresa del sector, Angulas Aguinaga. 1977. La captura de la angula llega a alcanzar las mil toneladas. La pesca empieza a desatarse debido a la alta demanda del producto, entonces, con un precio contenido.
1980. La captura de la angula comienza a caer drásticamente a principios de los años ochenta. Apartir de 1985, la caída llega a los 100.000 kilos anuales
1986. Business Initiative Directions entrega en Texas (EEUU) el premio GoldStar de reconocimiento a la eficiencia a Angulas Aguinaga. El gerente de la empresa, Álvaro Azpeitia, acude a recogerlo, y allí descubre el método de una empresa japonesa para fabricar palitos de cangrejo a partir de restos de pescado: el surimi. Azpeitia comienza a investigar las posibilidades para obtener, a través de ese método, un sucedáneo de angula.
1991. En las Navidades se produce el lanzamiento de La Gula del Norte. Angulas Aguinaga abandonó entonces de forma definitiva la pesca y comercialización de la angula.
1993. La compañía lanza la primera campaña de publicidad en televisión. El apoyo publicitario y la degustación del producto en el punto de venta han sido claves en su estrategia a lo largo de su historia.
1996. La marca lanza sus primeras raciones preparadas, Calentar y listo, con las que se hace hincapié en la facilidad para cocinar este producto en apenas unos pocos minutos.
2006. La firma de capital riesgo Portobello compra Angulas Aguinaga por un valor cercano a los 120 millones de euros. Se mantuvo en su cartera hasta 2015, cuando la empresa pasó a manos del fondo norteamericano HarbourVest.
2013. Angulas Aguinaga forma una joint venture con la empresa noruega Marine Harvest para comercializar salmón ahumado en España y Portugal.
En ese proceso tuvo una influencia directa el hambre que invadía España a mediados de siglo, durante los años de la dictadura franquista. En aquel punto, la angula era un producto abundante y fácilmente comestible en la zona de Aguinaga, por lo que comenzó a introducirse en la dieta de los habitantes. El éxito era creciente, y el precio también, pero se mantenía en unos niveles en que la angula seguía siendo accesible para la mayoría de los bolsillos en, por ejemplo, fechas especiales como la Navidad. A su alrededor surgieron diversas empresas especializadas en la pesca y tratamiento de la angula. Todas las del entorno de Aguinaga unieron sus fuerzas y fundaron, en 1974, Angulas Aguinaga, hoy una compañía que factura más de 100 millones de euros y cuyo producto principal es La Gula del Norte, que estas Navidades ha cumplido su 25 aniversario en el mercado. Una aparición que fue consecuencia de una necesidad: la de evitar el cierre.
En 1977, la captura de la angula había alcanzado las mil toneladas. La pesca estaba descontrolada y la ría estaba cada vez más sucia. Ya entonces, Álvaro Azpeitia era el gerente de Angulas Aguinaga. Fue testigo de la época dorada del producto, y de su caída. En la década siguiente, la captura descendió hasta los 100.000 kilos de 1989, y su precio, como consecuencia, se disparó. El negocio era insostenible y el cierre se veía cada vez más cerca. Era el momento de tomar decisiones.
Unos años antes, en 1986, Angulas Aguinaga, pese al progresivo deterioro del negocio, recibió un importante premio:el Gold Star de reconocimiento a la eficiencia, que se entregaba en Texas (EEUU).Allí se desplazó Azpeitia, que no sabía que aquel viaje cambiaría su vida y la de su empresa, tal y como cuenta el libro La increíble historia de la gula. El milagro empresarial de Álvaro Azpeitia (Nerea), de Álvaro Bermejo.
En la entrega de los premios, se proyectó un vídeo de una empresa japonesa que transformaba diversas partes del pescado en sucedáneos de marisco, entre ellos las barritas de cangrejo, lo que se conoce como surimi, y que podía aplicarse a todo tipo de variedades. La idea se le quedó grabada, consciente de que la empresa, para subsistir, debía buscar un producto alternativo. La otra opción era buscar otra cría de pescado que pudiera asemejarse a la angula, pero no había otra parecida.
Azpeitia, junto al resto del equipo de Angulas Aguinaga, comenzó a trabajar en el proyecto, primero con el CSIC en Madrid, adonde se desplazaba cada fin de semana, pero el sucedáneo no era el ideal. Empezaron entonces los viajes a Japón, donde encontró un socio, Nichirei Corporation, que, debido a la insistencia del empresario vasco, desarrolló el sucedáneo de angula. Esta empresa buscaba abrir una fábrica en España para elaborar sus palillos de cangrejo, pero Azpeitia les convenció para dedicarla solo al sucedáneo de angula, en Irura (Gipuzkoa), que patentó como gula, a partir de las partes más nobles del abadejo de Alaska. Para obtener un kilo de gulas se necesitan cinco de este pescado.
Tras muchas pruebas, consiguió el producto que quería, Angulas Aguinaga se refundó y, en 1991, lanzó La Gula del Norte. Azpeitia cuenta que, antes, dio a probarlo los compañeros de su sociedad gastronómica, que pensaban que era angula de Francia o Marruecos. Hasta que vieron que no tenían ojos. Aquellas primeras Navidades se saldaron con 50 toneladas vendidas. Fue el inicio de un producto que ha ido creciendo en variedades y que hoy es un clásico por estas fechas en las mesas españolas.
Una apuesta por la publicidad televisiva
Desde que La Gula del Norte salió al mercado, en las Navidades de 1991, hasta que emitió su primer anuncio publicitario en televisión pasaron dos años. Pero desde 1993, este tipo de publicidad ha sido la gran apuesta de la marca para llegar al gran público, y también para convencer al más reacio, junto a las degustaciones en lugares estratégicos como los centros comerciales.
Los primeros anuncios no contaban con la presencia de rostros famosos, algo que empezó a cambiar a partir de 1997. El primer embajador de La Gula del Norte fue el actor Alfredo Landa, que aparecía cocinando la receta clásica para este producto: unas láminas de ajo dando sabor al aceite en una sartén, acompañadas de una buena dosis de guindilla, a las que se añadían, finalmente, las gulas, que deben servirse en una cazuela de barro.Aquel anuncio era rematado por el eslogan de la marca: “La auténtica”, un sello que le ha acompañado en las sucesivas campañas publicitarias, lanzadas en las semanas previas a las fechas navideñas. A Landa le siguieron el trío humorístico Tricicle, las actrices Rosa María Sardá y Anabel Alonso, el actor Ernesto Alterio, los toreros Fran Rivera y Manuel Díaz El Cordobés, los futbolistas Xabi Alonso y Puyol, y los actores Antonio Resines y Karra Elejalde. Tampoco le han faltado aliados en la cocina. Martín Berasategui, por ejemplo, siempre ha defendido su valor culinario.