La empresa será global o no será
El nuevo equipo de Gobierno afronta la consolidación de la recuperación
Tras 25 años de vida profesional en política (Cortes de Aragón, Congreso y Senado) se regresa al sector privado, el acerbo de experiencia y conocimiento adquirido proyecta una visión optimista y realista sobre nuestro futuro. Quizá desde la política hemos abusado de un optimismo, o pesimismo, dependiendo del rol de gobierno u oposición, que debe ser superado por la realidad de los acontecimientos. Todo influye; elecciones americanas, el brexit, la UE… pero hay que tener en cuenta que nuestras políticas económicas, sociales, fiscales o de empleo son competencia nuestra y que hay mucho en juego.
El nuevo equipo económico, continuidad del anterior, se enfrenta a la consolidación de la recuperación. Un año de aplazamiento de toma de decisiones, consecuencias del resultado electoral, han laminado algunos aspectos que comenzaban a tomar cuerpo. Uno de ellos, a mi juicio, es la necesaria reforma fiscal que levante el pie sobre el contribuyente. Debe permitir recobrar oxígeno a la empresa y a las familias. Otra, prometida pero inacabada, es la simplificación de los procesos administrativos con las Administraciones. Muchas competencias desparramadas que traen confusión cuanto no retrasos, y que afectan a muchas decisiones empresariales. Nuestra economía necesita estímulos que hagan florecer ingresos en las arcas públicas: no por el lado de la presión fiscal, sino por el aumento del volumen económico. Demanda interna y demanda externa, dos vectores que marcan el crecimiento o decrecimiento de nuestra economía.
Cuando analizamos los resultados del proceso de internacionalización de nuestras empresas vemos cómo España ha sido capaz de promocionarse en mercados a los que no habíamos prestado atención en el pasado. Bien es cierto que han sido diversos sectores los que han prosperado en el exterior: financiero, infraestructuras, energía, servicios… Casi siempre de la mano de nuestras grandes compañías, que han crecido de forma exponencial. Hay tenemos casos como el Santander, BBVA, Acciona, ACS, Iberdrola, Telefónica, Repsol entre otros. No es menos cierto que otras empresas de menor volumen y con menos músculo financiero han podido establecerse y desarrollar negocios siguiendo la huella, cuando no el apoyo, de estas compañías buques insignia de nuestra economía.
Dice Manuel Pizarro, en sus intervenciones, que las crisis son como las tormentas. Vienen, se llevan por delante lo flojo y limpian la atmósfera dejándola más sana y fuerte. Esta metáfora nos sirve para reflexionar sobre las consecuencias de esta crisis de la que poco a poco comenzamos a salir. En primer lugar, cuando se observa los flujos de exportación de nuestro país, los grandes picos siempre coinciden con épocas de crisis de demanda interna. Así ocurrió en las crisis de los años 70 y posteriormente en los 80 y 90 para después replegarnos sobre nuestra economía. En la actualidad está ocurriendo lo mismo. Los datos de comercio exterior así lo confirman. Nuestra balanza de pagos tiende hacia al equilibro, habiendo dado ya resultados positivos. Es una nueva oportunidad que no podemos despreciar. Nuestras empresas deben asumir su internacionalización como parte inseparable y perenne de ellas mismas.
Considero que uno de los retos de mayor calado de nuestro Gobierno, recientemente constituido, es la consolidación internacional de nuestro sector empresarial, su globalización. Entre las diversas problemáticas a las que nos enfrentamos está la dimensión de nuestra empresa. Demasiadas pequeñas y pocas medianas o grandes.
Otra es la necesaria adecuación a la denominada digitalización de la empresa. Cuestión vital en el proceso de cambio de vértigo en las nuevas herramientas para una adecuada gestión empresarial eficiente, inteligente y competitiva. También el impulso y promoción, sin complejos, de la denominada marca España acogida con cautela por actores de la economía y que el gobierno está empeñado en promover. Hay otro aspecto, para mí clave en este proceso, que es de carácter cultural. Debemos hacer esfuerzos en un cambio de mentalidad que reste miedos y abra oportunidades. Hoy, la capacitación es esencial. ICEX, cámaras, asociaciones empresariales, gobiernos autónomos desarrollan múltiples programas que a buen seguro están dando ya sus frutos. Como consecuencia de lo anterior, si somos capaces, vendrá la consolidación de nuestra internacionalización. Perdón, globalización. No es una cuestión solo conceptual. La empresa será global o no será.
Entender el mundo interconectado donde la información fluye en todas las direcciones y su manejo es una de las claves para el éxito. Hoy tenemos un reto de capital importancia. Administraciones, cámaras de comercio, asociaciones empresariales, empresas y todo actor relacionado con el mundo internacional debe asumir su responsabilidad. Si después de estos años de sufrimiento de la empresa española, y por extensión de miles de familias, somos capaces de consolidar y construir compañías globales, la tormenta económica, tal como reflejaba anteriormente, habrá dado frutos y estaremos en mejores condiciones de soportar las que de buen seguro, se darán en el futuro.
Ángel Pintado es Socio Director Acinonyx Global Consulting