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Las siete razones por las que Bruselas no teme el referéndum de Italia

Aunque parezca lo contrario, el referéndum de mañana en Italia apenas inquieta en Bruselas. Las instituciones europeas, al igual que la mayoría de los analistas, no creen que una posible derrota del Gobierno de Renzi pueda tener graves consecuencias para la UE o la zona euro. Un análisis muy optimista no exento de riesgos y que podría volverse contra el club europeo.

NO ES EL BREXIT

El único denominador común entre el 4-D en Italia y el 23-J en Reino Unido es que se celebra un referéndum. El resto es totalmente distinto. Tanto por la idiosincrasia política de los dos pases como por su coyuntura política. Y sobre todo porque son muy diferentes el alcance de cada consulta y sus posibles consecuencias. En Reino Unido, Bruselas se jugaba la primera escisión de la historia de la UE. Y Londres ponía en peligro 40 años de pertenencia al club europeo. En Italia, se trata de una reforma constitucional para restar poder al Senado. Y la victoria del No podría generar inestabilidad política y turbulencias financieras pero no pondría en peligro la supervivencia de la UE ni de la zona euro.

SUSTO PASAJERO

Las instituciones europeas calculan que la victoria del No sólo provocaría un susto pasajero. Incluso el brexit, con todo su dramatismo, fue rápidamente digerido por los mercados, que rápidamente recuperaron los niveles previos a la sacudida del 23-J, según el último informe de estabilidad financiera del BCE. Los principales perjudicados de un No en el 4-D serían la bolsa italiana y el bono italiano, que ya han acusado la incertidumbre y registran peores resultados que el resto de la zona euro. El mercado, sin embargo, parece mucho más preocupado por la situación de algunos bancos italianos que por el resultado de la consulta.

EL BCE TIENE MUCHA MUNICIÓN

Incluso si el 4-D desencadenara algún tipo de contagio, el BCE dispone de gran munición para calmar las aguas de manera inmediata, según los analistas. La semana pasada, la mera sugerencia de que el BCE podría intervenir (difundida a través de un teletipo de Reuters con fuente anónima) bastó para relajar la prima de riesgo de Italia. Si la intervención se confirmara, cualquier atacante especulativo huiría despavorido.

SIN GRAVES CONSECUENCIAS

Bruselas apuesta a que la victoria del No sólo tendría consecuencias en Italia y no demasiado graves. Ni siquiera está claro que el primer ministro, Matteo Renzi, vaya a dimitir, aunque parece difícil que pueda evitarlo si pierde la consulta. La salida de Renzi no aboca inevitablemente a unas elecciones. Italia tiene experiencia en sortear crisis gubernamentales sin pasar por las urnas. "Italia ha tenido 63 gobiernos y 27 primeros ministros en los últimos 70 años", recuerda María Municchi en un tranquilizador análisis de M&G Investments, titulado "Más allá del ruido". Casi un gobierno por año, por tanto. Y ahora podría añadir uno más. Incluso si se adelantan las elecciones (previstas para 2018), parece poco probable que la formación euroescéptica de Beppe Grillo (Cinque Stelle) pueda obtener los votos suficientes para formar gobierno si Forza Italia (derecha) y el Partido Democrático (los socialistas de Renzi) deciden impedirlo.

REFORMA CONTRAPRODUCENTE

De hecho, la victoria del No podría complicar el futuro de Cinco Estrellas porque descarrilaría la reforma de la ley electoral prevista. Esa reforma, pensada como la de Grecia en su día para consolidar el poder de los dos grandes partidos, podría facilitar la llegada al poder de Grillo porque prevé una prima sustancial para el partido mayoritario. El partido con un 40% de los votos se haría con la mayoría absoluta (340 escaños de los 630), una 'llave' que Renzi esperaba utilizar para afianzarse en el poder pero que, si se aprobara, podría acabar en manos de Grillo. Un sistema similar permitió en Grecia que conservadores y socialistas se repartiesen el poder hasta que Alexis Tsipras (Syriza) les barrió en 2015.

HARTOS DE RENZI

La indiferencia de Bruselas hacia el referéndum también responde en parte a un deseo de castigo personal a Renzi. El primer ministro italiano ha intentado convertir su referéndum en un problema europeo. Y al igual que hizo el exprimir ministro griego, Antonis Samaras, ha intentado asustar a Bruselas y Berlín con el espectro de que su derrota supondría una amenaza para el euro porque abriría el camino a las fuerzas euroescépticas italianas, ya de por sí muy pujantes. Renzi ha mendigado algún gesto de apoyo, pero sólo ha recibido migajas políticas.

En agosto, la canciller Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, compartieron con él una cumbre trilateral en Ventontene, que Renzi intentó presentar como refundación de la UE en torno a una alianza tripartita. Pero el plan no prosperó y Renzi acabó despotricando en septiembre contra la UE después de una cumbre en Bratislava. El mes pasado, Merkel se cuidó mucho de invitar al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, a la mini-cumbre en Berlín para despedir a Barack Obama. Un gesto de cortesía hacia el reelegido Rajoy, pero también una clara señal a Renzi de que no habrá un triple eje Berlín-París-Roma al mando de la UE post-brexit.

AUSTRIA INQUIETA MÁS

El séptimo y último motivo para no preocuparse demasiado por Renzi es que Bruselas tiene en el horizonte potenciales problemas mucho más graves. El primero, mañana mismo, con las elecciones a la presidencia de la República en Austria. El candidato euroescéptico de extrema derecha, Norbert Hofer, podría proclamarse vencedor. Y aunque se trata de un cargo sin grandes poderes, su victoria podría interpretarse en otros países como la "normalización" de unos partidos de extrema derecha que hasta hace poco estaban demonizados. En el año 2000, la UE, espoleada por la Francia de Chirac, impuso "sanciones" diplomáticas a Austria por permitir la entrada en el gobierno del partido de Hofer (entonces liderado por el difunto Jörg Haider). Ahora nadie se plantea ningún castigo y el discursó xenófobo o eurófobo ya no es patrimonio exclusivo de pequeños partidos residuales. El resultado de Austria podría ser el anticipo de otros éxitos de la extrema derecha en países fundadores de la UE como Holanda (elecciones en marzo de 2017), Francia (en abril y mayo) o, incluso, en Alemania (septiembre). En los tres países, el euroescepticismo avanza viento en popa. En Holanda, podría ganar las elecciones. En Francia, obtener un gran resultado. Y en Alemania, subir como la espuma. Al lado de esos tres problemas, las vicisitudes de Renzi le parecen a Bruselas un mal menor, aunque tal vez la derrota del italiano, si llega a producirse, podría encuadrarse en el mismo proceso de hundimiento de las fuerzas proeuropeas. En ese caso el 4-D no sólo sería un problema de Renzi sino de toda Europa.

Imagen: papeleta para el referéndum del 4 de diciembre en Italia sobre la reforma constitucional (Ministerio del Interior italiano).

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