François Fillon: El halcón salta del nido con las garras por afilar
La derecha francesa apuesta por Fillon, un líder duro pero poco curtido Tecnócrata de perfil bajo y ninguneado por Sarkozy, ha asaltado el poder gracias a las bases
François Fillon es el niño bien de una familia bien y de una partido bien dispuesto a plantar cara a Marine Le Pen, la más dura del patio político francés. Contra todo pronóstico, el adusto ex primer ministro francés, más conocido por sus maneras tecnocráticas que por sus proclamas políticas, podría convertirse en el ariete de los conservadores franceses para intentar quitar la presidencia de la República a los socialistas y, sobre todo, para evitar que la líder del Frente Nacional llegue a la jefatura el país clave, junto a Alemania, para la existencia de la Unión Europea.
La victoria del domingo en la primera ronda de las primarias de Les Republicains (el equivalente al PP español, pero más burgués) acerca a Fillon (1954) a la candidatura para las presidenciales de 2017, un sueño que parecía inalcanzable para un político de 62 años que se había mantenido hasta ahora en un discreto segundo plano.
Católico, educado con los jesuitas y padre de cinco hijos, Fillon ha conectado con una parte del electorado que teme la dilución de la identidad francesa en un mundo globalizado y la amenaza del terrorismo yihadista contra un Estado presuntamente indefenso.
Su duro discurso en materia económica (supresión de 600.000 puestos en el sector público, reducción del déficit en 110.000 millones y subida del IVA en dos puntos), en la lucha contra el terrorismo islámico (que ha equiparado a una guerra mundial) o de sociedad (contrario a permitir la adopción a parejas homosexuales) le ha revelado como un halcón. Pero entre los suyos surge la duda sobre la fortaleza de sus garras, apenas acostumbradas a la brutal batalla política que se librará en Francia en abril y mayo de 2017.
Hijo de notario, jesuítico y con cinco hijos, Fillon aspira a ser el reverso educado de Le Pen
Fillon todavía debe enfrentarse en segunda vuelta a Alain Juppé, el veterano alcalde de Burdeos. Si sale derrotado, pasará al olvido tras disfrutar 15 minutos de fama (o siete días, hasta la votación del 27 de noviembre). Pero si se impone, dará un salto espectacular hasta la puerta del Elíseo.
El perfil años 50 a lo Mad Men de Fillon ya cruzó el umbral del Elíseo durante durante cinco años como primer ministro de Nicolas Sarkozy (2007-2012). Pero el presidente nunca le permitió salir a la luz y despegar políticamente.
Fillon rompió amarras tras la derrota de Sarkozy en las presidenciales de 2012 frente al socialista François Hollande. Intentó hacerse con las riendas del partido (entonces llamado UMP) pero cayó víctima de las maniobras internas que le cerraron el paso.
Rumió en silencio la humillación. Pero no se retiró a sus acomodados cuarteles de invierno. Todo lo contrario. Este hijo de un notario y de una historiadora se ha pateado el país durante los últimos tres años para entrar en contacto con la base social del partido, más allá de los meros afiliados, y asaltar así a una dirección desprevenida.
“Por lo que he visto sobre el terreno, creo que va a haber una sorpresa”, pronosticaba el pasado viernes, a sólo 48 horas de unas primarias que parecían destinadas a elegir entre Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, pero que ganó Fillon con un 44% de los votos.
Nada parecía indicar en la trayectoria de Fillon ese baño de masas.
Diplomado en estudios de Derecho, su carrera política ha estado siempre a la sombra de alguna figura mayor desde que a los 27 años llegó a la Asamblea en 1981 como el diputado más joven del momento.
Su primer mentor fue Philippe Séguin, uno de los artífices de la campaña del No en el referéndum sobre Maastricht que a punto estuvo de frustrar el nacimiento del euro y de acabar con la carrera de François Mitterrand.
Ese pasado inquieta en Bruselas donde Fillon es casi tan desconocido como en París. Apenas ha asistido a las cumbres del Partido Popular Europeo, donde la fuerza dominante francesa ha sido Sarkozy. “Europa está paralizada por el brexit y por la falta de liderazgo”, ha advertido Fillon ante sus simpatizantes. De momento, su programa recupera la sempiterna idea francesa de celebrar cumbres de la zona euro para arrinconar un poco más a la Comisión Europea y dejar aún más claro que mandan las capitales y no Bruselas.
El euroescepticismo, en todo caso, no parece formar parte de su ADN político aunque a la sombra de Seguin escaló puestos y a los 39 años ocupó el primer ministerio (Educación) en el Gobierno de Balladur Su primer salto a la fama llega tras la victoria de Sarkozy en las elecciones de 2007. El hiperactivo presidente le elige como primer ministro. Y a pesar de los continuos altibajos de la relación entre ambos, le mantiene durante todo el quinquenio, quizá en reconocimiento a tres de las principales características políticas de Fillon hasta el
momento: fidelidad, discreción y escasa capacidad para hacer sombra.
Curiosamente, el siempre ninguneado ex primer ministro ha dado la puntilla definitiva a la vida política del arrogante expresidente.
El hombre gris y de perfil bajo ha logrado abrirse un hueco en su partido gracias a un discurso sencillo, duro y hasta reaccionario en algunos puntos, pero sin las estridencias de un Sarkozy con tentaciones trumpistas ni el continuismo inevitable de un Juppé a lo Clinton. La duda ahora es si su discurso pausado puede derrotar las encendidas soflamas de Marine Le Pen.