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Trump encarna el aislacionismo

Su falta de apoyos en el Congreso y la industria puede dificultar que saque adelante la mayoría de sus ideas

Seguidores de Trump, delante de la Casa Blanca.
Seguidores de Trump, delante de la Casa Blanca.REUTERS

Donald Trump podría acabar encarnando los ideales aislacionistas que le han ayudado a ser elegido presidente de Estados Unidos. Para ganar, se enemistó con casi todas las personas en posición de poder, público o privado.

El miedo a los extranjeros y las otras naciones fue el eje de su campaña: el muro de México, los musulmanes y la inmigración, entre otros temas. El presidente electo ha propuesto retirarse de la OTAN, ha tachado a China de manipular la moneda, y ha planteado deshacer acuerdos comerciales.

Todo ello conforma una doctrina nacionalista que pretende ejercer autoridad de forma poco diplomática. El mensaje atrajo a votantes frustrados por la globalización, la automatización y la digitalización, que han dejado a muchos de ellos con trabajos mal pagados o sin trabajo, mientras observaban a los ricos hacerse más ricos a medida que los valores de los activos se inflaban con dinero barato.

Trump se ha enemistado con casi todas las esferas de poder, público o privado

La crudeza con la que Trump expuso este punto de vista, así como otras monstruosidades, como que se jactara de toquetear a mujeres, le alejaron de los miembros de las instituciones. Eso es, claro, lo que pretendía un autoproclamado multimillonario que iba de rebelde. También significa, sin embargo, que Trump llegará a la Casa Blanca sin prácticamente ningún apoyo en las esferas del poder.

Sólo unos pocos legisladores han estado con él. Trump se ha enemistado con muchos miembros de su propio partido, entre ellos Paul Ryan. También atacó al poder judicial. Y ningún gran ejecutivo de las 100 principales empresas ha hecho donaciones a su campaña.

Eso deja a Trump tan desconectado y solo como la América que parece imaginar. Sin el respaldo del Congreso o de la industria, puede que le resulte difícil aprobar la mayoría de sus ideas. Podría iniciar procesos de deportación de inmigrantes y romper acuerdos comerciales unilateralmente. Pero si intenta erigir su barrera con México o pedir a sus aliados de la OTAN que paguen por su protección, podría forzar los límites del poder ejecutivo, al eludir los canales establecidos por 220 años de derecho constitucional. La presidencia de Trump puede resultar la prueba suprema para los controles y contrapesos del experimento americano.

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