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La difícil reforma de la gerencia asiática

Un estudio asegura que la dirección corporativa en Asia está mejorando a pesar de los frecuentes escándalos.

El ya expresidente de Toshiba pidiendo disculpas por el escándalo de las cuentas de la compañía.
El ya expresidente de Toshiba pidiendo disculpas por el escándalo de las cuentas de la compañía.Reuters

Los dueños más poderosos frenan el impulso al gobierno corporativo en Asia. Una destacada revisión de los estándares de la región señala que esta mejora gradualmente, pese a los frecuentes estallidos. La evaluación de la agencia de bolsa CLSA y la Asociación de Gobierno Corporativo de Asia insta a los inversores institucionales a hablar con más claridad. Eso está muy bien, pero a menos que los outsiders tengan más poder de decisión sobre los directivos independientes, siguen a merced de los accionistas mayoritarios.

El informe repasa escándalos como la falsificación de las cuentas en Toshiba o la crisis del fondo malasio 1MDB. Y lanza estadísticas llamativas: en Japón, India, Corea del Sur e Indonesia, los analistas de CLSA dudan que el pensamiento de los gestores se base en el coste de capital en la mayoría de las empresas.

Hay indicios positivos: Japón está mejorando tras un impulso para que las compañías estén mejor dirigidas

Pero hay indicios positivos. Japón en particular está mejorando, tras un impulso para hacer que las compañías estén mejor dirigidas y tengan más beneficios. CLSA y ACGA consideran que la gobernanza en la región está mejorando, y sugieren que los inversores y los ejecutivos de las compañías podrían tomar el relevo de los reguladores para dirigir las mejoras futuras. Es cierto: podrían. Es justo decir que los administradores del dinero a menudo titubean al acusar de mala conducta o al votar contra los gestores. Pero es aconsejable una dosis de realismo.

Cuando mejor funciona el gobierno corporativo es cuando la propiedad es difusa y la gestión es profesional. Sin embargo, muchas compañías asiáticas siguen bajo control de familias poderosas, gigantes conglomerados matriz o entidades estatales. A veces los outsiders consiguen vetos significativos. Pero las quejas en público y los votos de protesta raramente funcionan a menos que el consejo y el propietario mayoritario sean suficientemente conscientes como para avergonzarse y hacer lo correcto.

Una idea útil propuesta en el informe sería dejar a los outsiders votar por separado los directivos independientes. Esto ya ocurre en empresas controladas de Reino Unido. Una política así se encontraría seguramente con una fuerte resistencia de los dueños mayoritarios. Razón de más para apoyarla.

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