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Alimentación

Los refrescos relajantes desembarcan en España

Tranquini, presente en 32 países se presenta como una forma de combatir el estrés

Manuel G. Pascual

"Vivimos en un entorno en el que conservar el puesto de trabajo es un desafío al que nos enfrentamos todos los días. Incluso los estudiantes se enfrentan a un entorno competitivo que les desgasta. Todo el mundo vive desde los 20 años en adelante en un estado de estrés”. Así define Ahmed Elafifi la situación que pretende combatir con Tranquini, la bebida relajante que ha desarrollado y vende ya en 32 países. Este ejecutivo, mitad austríaco mitad egipcio, acumula más de 20 años de experiencia en el sector de las bebidas: ha liderado Coca-Cola en Europa del Este y, posteriormente, contribuyó a la expansión internacional de Red Bull en esa misma región.

De un día para otro, Elafifi decidió dejar su trabajo en el gigante de las bebidas energéticas para montar un proyecto propio. Se pasó, de hecho, al otro extremo del espectro: si antes vendía refrescos pensados para activar y acelerar al consumidor, ahora se dedica a apagar sus nervios.

Tranquini no causa somnolencia, sino que contribuye a la relajación. “Está compuesto por ingredientes naturales y que reducen el estrés y la ansiedad. Su efecto está científicamente probado”, destaca. Extracto de té y otras hierbas como la manzanilla, la lavanda o la melisa se combinan con sabores que abarcan desde el limón o el jengibre hasta sabores malteados. Y, según indican desde la compañía, tiene un contenido calórico que no llega a una tercera parte del que encontramos en los refrescos más conocidos.

De momento se venden cinco variedades de Tranquini. El producto llegó a España este verano y se distribuye, hasta el momento, en los supermercados Hipercor, los de El Corte Inglés, en Carrefour y en E. Leclerc. Su precio recomendado son 1,29 euros por lata.

“Creo que la industria de las bebidas relajantes necesitaba reflejar de manera fiel la creciente tendencia a la relajación”, explica el fundador, en cuya tarjeta de visita le acompaña el título de Chief Relaxation Officer (responsable de relajación). “Las grandes multinacionales de los refrescos han dado pasos para desarrollar bebidas más sanas, pero no son capaces de liderar la industria en lo que respecta a lanzar productos realmente innovadores”, subraya. Por eso cree que start-ups como la suya pueden hacerse realmente fuertes en este nicho de mercado. Según sus cálculos, las bebidas relajantes superarán los 1.000 millones de euros de facturación para 2020. Y la aspiración de este refresco es encabezar ese mercado.

Antes tendrá que convencer a varios millones de consumidores de que hay más alternativas aparte de las bebidas alcoholicas, de los refrescos convencionales y de los energéticos. Estos últimos, opina, se complementan con los que Tranquini comercializa, ya que las necesidades de consumo varían en función del momento o el estado de ánimo.

De lo que está seguro es de que, gracias al creciente interés del público en el consumo de productos percibidos como sanos, compañías como la suya pueden abrirse camino entre los dominadores del sector. Incluso puede alzarse como una alternativa al alcohol, el rey de los bares y los restaurantes en Occidente. “Tranquini es una bebida premium que puede disfrutar cualquiera y que es más asequible que otras vías de relajación, como el consumo de alcohol, el yoga o irse de vacaciones”, espeta Elafifi. Pronto sabremos si los consumidores españoles opinan lo mismo.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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