Duracell, la pila que abasteció en la Luna al Apolo 11
Un encuentro entre el inventor y científico Samuel Ruben y el dueño de P. R. Mallory en 1920 fue el germen de la empresa Más de 40 años después, la firma adquiriría su actual nombre
Muchos proyectos se quedan en la estacada por falta de financiación y de recursos. Duracell, o lo que fue su germen en la década de 1920, podría haber entrado en ese saco si no fuese por el encuentro entre el ingenioso científico Samuel Ruben y el empresario Philip Rogers Mallory, un entusiasta fabricante de alambre de tungsteno, un metal sólido de color blanco plateado, dúctil y difícil de fundir.
Ruben llegó a la empresa P. R. Mallory Company en busca de una pieza de maquinaria que necesitaba para realizar un experimento. Y fue allí, hablando y conociéndose, cuando ambos vieron una oportunidad de negocio uniendo el talento inventivo de uno con la fuerza manufacturera del otro. Su asociación, que duró hasta el fallecimiento de Mallory en 1975, fue la base de Duracell International.
Pero el camino se hizo poco a poco, ya que el nombre de Duracell no fue establecido hasta 40 años después del encuentro, en 1965. Antes, la compañía P. R. Mallory comenzó su andadura como fabricante de pilas y baterías en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el desarrollo de las primeras pilas de mercurio para los equipos de comunicación, las linternas y los detectores de minas del Ejército de los Estados Unidos, marcaron el primer gran éxito de la empresa durante la contienda.
1920. Los dos cerebros del proyecto de Duracell se conocen de forma casual, cuando el inventor y científico Samuel Ruben se reúne con el empresario Philip Rogers Mallory. 1944. La Segunda Guerra Mundial fue la primera lanzadera de la compañía gracias a los innovadores inventos de Ruben. Uno de ellos fue la pila de mercurio, que permitía una mayor capacidad energética en menor espacio y que resistía a los climas más duros de los escenarios de la contienda, como los desiertos del norte de África y las selvas del sur del Pacífico, lugares en los que las pilas normales de zinc y de carbono que solían usarse en las linternas, los detectores de minas y los walkie-talkies no resistían.
1965. La antigua compañía de P. R. Mallory se rebautiza al calor de las empresas más famosas de cámaras fotográficas, como Kodak o Polaroid, que usaban las pilas de la firma para poder alimentar el flash de sus dispositivos. Nace así el nombre definitivo de Duracell.
1969. Duracell viaja al espacio y se convierte en una de las piezas necesarias para suministrar energía a la misión del Apolo 11, que pisó por primera vez suelo lunar.
2016. Tras haber pasado por las manos de Gillette Company y P&G años antes, Duracell es comprada por el gigante Berkshire Hathaway, propiedad de Warren Buffett.
Los inventos de Ruben revolucionaron la tecnología de las baterías. Concibió la pila de mercurio, que permitía una mayor capacidad energética en menor espacio y que resistía los climas más duros de los escenarios de la guerra, como el norte de África y el sur del Pacífico, lugares en los que las pilas normales de zinc y carbono usadas para linternas, detectores de minas y walkie-talkies no resistían. Fue tras el periodo bélico cuando la empresa pasó a llamarse The Mallory Battery Company.
El mundo de las baterías portátiles comenzaba a revolucionarse. El culmen llegó a comienzos de los años cincuenta, con el lanzamiento de la radio transistor. Ya no era necesario permanecer atado a la corriente, y Mallory y Ruben supieron aprovechar la situación vendiendo sus productos a los fabricantes de radio. En estos años, Ruben continuó mejorando la pila alcalina de manganeso, haciéndola más compacta y duradera.
Eran buenos tiempos. Coincidió con que en esos meses, Eastman Kodak introdujo las cámaras con flash incorporado, que requerían más energía que la que ofrecía la pila de zinc y carbono. Las cámaras necesitaban pilas alcalinas de manganeso, pero en un nuevo tamaño. Mallory las creó y también cedió la patente a otras compañías, ya que por entonces la empresa no tenía distribución de sus productos para consumidores.
Fue gracias al auge de la democratización de la fotografía cuando la compañía se hizo fuerte y cuando en 1965 el nombre de Duracell salió a la luz, con el apoyo, entre otros, de Agfa, Kodak y Polaroid. Tal fue el alcance de la organización que, cuatro años después, la firma era parte de la misión del Apolo 11 y se convertía en la primera batería que pisaba suelo lunar, suministrando energía a dispositivos sísmicos que funcionaban en el satélite, claves para el reconocimiento y exploración de la Luna.
Ya entrada la década de 1970, la empresa comenzó a introducir en sus productos los icónicos colores cobre y negro, y la marca es la primera empresa de baterías en anunciarse en la televisión. Es en estos años, en 1973, cuando nace el famoso Conejito Duracell, hoy símbolo de la compañía. Dos años después fallecía el dueño de la organización y en 1988 moría Ruben.
En 1996, la firma volvió de nuevo a la vanguardia de la innovación, convirtiéndose en la primera batería para un ratón inalámbrico; poco después introdujo el sistema Power Check, permitiendo a los consumidores comprobar el nivel de energía restante en cada momento. Ese mismo año, la compañía era adquirida por Gillette, y en 2005 pasaba a manos de P&G. Recientemente, durante este año, Berkshire Hathaway, el conglomerado propiedad de Warren Buffett, la tercera persona más rica del mundo según Forbes, compraba Duracell, entregando 4.700 millones de dólares (4.100 millones de euros) en acciones que poseía en P&G. Hoy, Duracell emplea a más de 3.300 personas en todo el mundo y sus sedes principales se encuentran en Ginebra, Singapur, Miami y Bethel, en Connecticut (EE UU). Hoy, de media, se venden 63 productos de Duracell cada segundo en todo el mundo.
La evolución del conejito, icono de la empresa
Durante varias décadas, Duracell ha producido energía en pilas portátiles en todo el planeta, y en el centro de todo ello ha estado el conejito de la empresa. Comenzó en 1973, cuando la mascota del equipo hizo su primera aparición.
La idea era mostrar, a través de un animal que se alimentaba directamente de la pila, que las baterías de la firma duraban mucho más que el resto. Más adelante, el peluche dejó de beber de la pila y se convirtió en una figura con personalidad propia.
El conejito, que funcionaba gracias a las pilas que tenía en su interior, era capaz de superar a los demás en duración fuese cual fuese el desafío. Por eso, desde sus primeros años hasta hoy, ha participado en anuncios publicitarios en los que los deportes más cansados, como el kayak, el montañismo, el boxeo o una maratón, contribuyen a magnificar la fortaleza y duración de estas baterías.