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Tribuna
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Un mundo que se fragmentará

El analista geopolítico Peter Zeihan afirmaba en una reciente reunión que la Conferencia de Bretton Woods en 1944 marcó una transición en el orden mundial que evolucionó desde la existencia y competencia entre grandes imperios hacia el libre comercio internacional, respaldado por la acción militar. En última instancia, la estructura creada por Bretton Woods resultó en una exitosa persecución, durante más de medio siglo, de Guerra Fría contra la Unión Soviética.

Hoy, sin embargo, la economía de EE UU es una de las menos involucrada internacionalmente, con solo una pequeña proporción de su PIB dependiente de las exportaciones. Tras el colapso del comunismo, el propio concepto de libre comercio global “es una política 25 años trasnochada”, afirma Zeihan. Este identificaba una serie de factores que influirán en la escena internacional.

Estados Unidos todavía mantiene su músculo militar desde la Guerra Fría para proteger el libre comercio mundial, pero los americanos no ven ningún incentivo en utilizar efectivamente esta facultad, lo que es una mala noticia para el resto del mundo.

La política interna de EE UU sufre de un gran desorden con “las coaliciones de partidos en ambos lados ya rotas y sin posibilidad de arreglo.” “Incluso si los estadounidenses estuviesen convencidos de que su seguridad económica y física requiriese de un compromiso internacional, no parece que estuvieran muy dispuestos a ello”.

El cuadro demográfico mundial ha creado transferencias intergeneracionales que tienen impactos económicos, inversores y geopolíticos que varían considerablemente entre los países. Por ejemplo, Alemania, con su abundante disponibilidad de la generación X, en la actualidad tiene un rico capital en su perfil demográfico que le permite tener excedentes de exportación y puede seguir financiando su modelo, pero solo durante otros siete años. Este hecho, a su vez, afecta la capacidad de Alemania para apoyar a los países con déficit de la zona euro que dependen de ella para mantenerlos a flote.

A medida que la tecnología de obtención del esquisto reduce los costes de la fractura hidráulica –que ya apuntan hacia los 35 dólares por barril– Estados Unidos ya no es dependiente del petróleo extranjero. En consecuencia, la relación de Estados Unidos con Oriente Medio ha cambiado radicalmente.

Zeihan cree que hay cinco grandes desafíos que enfrenta esta región. En primer lugar están los grupos terroristas transnacionales que son un problema muy grave, pero sus efectos son más locales que internacionales. El segundo desafío se corresponde con la demografía en todo Oriente Medio, especialmente en Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), que está dominada por una mayoría de varones solteros entre 15 y 25 años. Desde el punto de vista de la seguridad, esto afectaría a la mayoría de los países que no puedan financiar un eficaz aparato de seguridad del Estado. En tercer lugar está la seguridad de EE UU, que es ahora un asunto doméstico entre estas naciones: “Toda la cadena de dependencias que mantuvo a Estados Unidos en el golfo Pérsico se han roto al mismo tiempo”, comenta Zeihan. Los saudíes están ahora solos, en ausencia de su antiguo aliado, y preocupados por el resurgimiento de Irán. Tanto Irán como Arabia Saudí se dedican a avivar los fuegos de sus respectivas políticas y economías.

En cuarto lugar, Rusia también mira hacia el Medio Oriente como un medio para otros fines. Con sus retos demográficos y geopolíticos inherentes, Rusia necesita una distracción, lo que explica su presencia en Siria. El juego de Rusia, postula Zeihan, era inundar Turquía y Alemania con tantos refugiados como para que se deteriorasen las relaciones bilaterales, haciéndolos incapaces de tomar medidas para contrarrestar las ambiciones rusas en Ucrania. Tanto si se produjo por accidente o planificadamente, Zeihan admira la eficacia maquiavélica de esta estrategia.

Finalmente, cada vez que hay interrupciones energéticas, los lugares más alejados del golfo Pérsico –China, Japón, Corea del Sur y Taiwán– son los que más sufren. Con EE UU en el banquillo, tendrán que involucrarse más en el Golfo. Así, Zeihan prevé crisis políticas simultáneas que erosionarán el poder de las autoridades estatales y locales, desencadenando la violencia y el terrorismo. La fuga de capitales, impulsada por estas preocupaciones geopolíticas, será casi segura. “El resultado es un mundo que se fragmentará”, concluía Zeihan. “El resultado es una ruptura en el comercio mundial.”

Mark Harrison / Javier Borrachero es Director de publicaciones de CFA Institute / Presidente de CFA Society Spain

 

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