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Destinos

De ruta por los cantones del oeste suizo

A hora y media en coche de Ginebra, las localidades de Nyon, Lausana y Gruyères, en las regiones de Vaud y Friburgo, le transportarán a un paraíso de cuento.

Una camarera del restaurante Le Chalet con una fondue.
Una camarera del restaurante Le Chalet con una fondue.Sara Rivas (Cinco Días)

Más allá de la nieve y de los deportes de invierno, de los relojes y de los bancos, porque aunque no sea mentira que el país suizo los ofrezca, a veces olvidamos que nos brinda mucho más. En esta ocasión realizamos un recorrido por tres pueblos de la zona francófona. Nyon, Lausana y Gruyères son tres localidades a las que puede llegarse fácilmente por carretera desde Ginebra.

A Nyon, a algo más de 25 kilómetros de distancia, llegaremos en una media hora. Sede del Comité Olímpico Internacional, cuarta ciudad más poblada del país y capital del cantón de Vaud, Lausana será nuestro segundo destino y a él llegaremos en otra media hora.

Si conducimos 50 kilómetros más, podremos conocer Gruyères. Nada más llegar nos deleitará por su aroma a queso, aunque las escasas tres calles que forman este pueblecito esconden algo más que este manjar.

Déjese embriagar por estos tres coquetos destinos, llenos de vida y de cultura. Por su aspecto de cuento y, sin perder de vista el bucólico paisaje que ofrecen los Alpes, fíjese en las hermosas flores que adornan sus impolutas calles. Las encontrará incluso en las farolas.

El lago, visto desde el camino que lleva al castillo de Nyon.
El lago, visto desde el camino que lleva al castillo de Nyon.Sara Rivas (Cinco Días)

Ubicada entre dos de las mayores ciudades de suiza, Ginebra y Lausana, Nyon no se deja ensombrecer. Destaca por su belleza natural y ese encanto característico de las localidades pequeñas. Fundada por Julio César bajo el nombre de Colonia Julia Equestris, todavía conserva restos de la época en el Museo Romano. Acérquese y contemple las ruinas de lo que pudo ser el antiguo foro de la ciudad y los cimientos de una basílica del siglo I a. de C.

Pero, sin duda, entre los monumentos de la ciudad destaca su castillo, construido por orden de los condes de Saboya en el siglo XIII. Tras haber servido de prisión y haber albergado los tribunales hasta 1999, hoy puede visitarse. En su interior se encuentra el Museo de Historia y de la Porcelana.

Uno de los mayores placeres de los que podrá disfrutar en Nyon será pasear por sus calles empedradas. Aléjese del turismo y piérdase entre sus callejones. En los entornos de la Place du Molard encontrará numerosos cafés y pintorescas tiendas: heladerías, librerías y tiendas de complementos en las que darse algún que otro capricho.

Camine por la orilla de su lago y visite el Musée du Leman, un pequeño centro dedicado a la vida entorno al lago y a la navegación. Tiene hasta un pequeño acuario.

Museo olímpico de Lausana.
Museo olímpico de Lausana.Sara Rivas (Cinco Días)

Audrey Hepburn, Charles Chaplin y hasta el Comité Olímpico Internacional cayeron rendidos a sus pies. ¿Quiere saber por qué? Sus bucólicas vistas a los Alpes y al lago Lemán, su elevada posición –al estar alzada sobre tres colinas– o su manto de viñedos son razones más que suficientes; no obstante, en la actualidad Lausana es mucho más.

Se trata de una ciudad de contrastes, en la que lo mismo puede escuchar a un sereno ataviado con ropajes medievales cantar a voz en grito hasta las dos de la madrugada que montar en uno de los metros más modernos de Europa, y menos mal, porque sus empinadas calles sí que lo pedían a gritos. Un dato: este transporte, ya emblemático, fue construido en 2008 y para ello se sometió a la población a un referéndum en el que, como podemos comprobar, votó a favor.

Si da un paseo por el casco antiguo, podrá visitar la catedral protestante de Nuestra Señora de Lausana. Dicen que es la mayor joya del gótico suizo. Pero ¿qué sería de una población medieval sin castillo? Aquí está el de St. Marie, datado en el siglo XV.

Lausana, además, es un paraíso cultural. Más de 20 museos y tres grandes teatros así lo demuestran.

Calle central del pueblo de Gruyères.
Calle central del pueblo de Gruyères.Sara Rivas (Cinco Días)

Hay lugares que son conocidos en todo el mundo por algún plato o alimento, y esto es lo que le ocurre a Gruyères con el queso, pero la ciudad es mucho más. No se deje desanimar por su pequeño tamaño porque este idílico pueblo medieval le fascinará y hasta le sorprenderá. En su parte más elevada hallará el castillo de St. Germain, por el que no parecen pasar sus 800 años de historia. Desde aquí podrá contemplar las vistas más alucinantes del entorno: los Alpes, el valle, la campiña y sus pastos y granjas le sobrecogerán.

En el interior encontrará una exposición permanente con vestuario, documentos, pinturas y mobiliario de la época, entre otros objetos.

En Gruyères podrá ver hasta extraterrestres. Esta peculiaridad se la debemos al creador de la saga Alien, Hans Ruedi Giger, quien decidió ubicar en este lugar un museo dedicado a su universo y a sus diseños.

Si es quesero, no podrá marcharse de aquí sin comer una fondue o una raclette. El mejor sitio es Le Chalet, un coqueto restaurante que emula un acogedor chalé de madera. Si no quiere tener una mala digestión, déjese aconsejar por sus pintorescas camareras y acompañe este delicioso plato con una bebida de graduación alcohólica media alta.

Guía para el viajero

Cómo ir. Desde Ginebra podrá llegar por carretera a los tres destinos. Gruyères es la población más alejada y se encuentra a 121 km, lo que le supondrá poco menos de hora y media de viaje. Si prefiere el transporte público, desde la ciudad ginebrina parten varios trenes al día. Tardará como mínimo dos horas en llegar y tendrá que cambiar al menos una vez de tren. En cambio, tanto para Lausana como para Nyon, el recorrido es directo.

Dónde dormir. Si su base es Ginebra, no pierda la oportunidad de alojarse en el Hotel Mandarin Oriental, un lujoso cinco estrellas con vistas imponentes al lago y a la montaña. Sus 162 elegantes habitaciones y 27 espaciosas suites, diferentes restaurantes y el tranquilo entorno donde está ubicado hacen de este hotel un lugar ideal para visitar la ciudad y sus alrededores.

Chocolate. Si es amante del chocolate, no puede dejar de visitar la Maison Cailler, la marca de chocolates más antigua de Suiza. Fue fundada en 1819 por François Louis Cailler y en 1929 se integró en el grupo Nestlé. En su museo podrá conocer la historia de este manjar a través de un recorrido interactivo y degustar las diferentes variedades de la marca. Se encuentra en Broc, a dos kilómetros de Gruyères.

Queso. Los fans del queso tienen parada obligatoria en las faldas de la colina donde se sitúa el castillo de Gruyères. La Maison du Gruyères AOP es una quesería museo ubicada en Pringy. Esta casa del queso data de 1969 y allí podrá obtener toda la información relacionada con la elaboración de esta exquisitez que, por supuesto, podrá probar al finalizar la visita.Durante el recorrido podrá escuchar el sonido de los cencerros y oler el heno de los Alpes.

De compras. Visitar Nyon en domingo no está reñido con hacer compras. El último domingo del mes, por la mañana, el mercado de las pulgas se monta a orillas del lago en un área aproximada de un kilómetro. Además, excepcionalmente, las tiendas del centro de la ciudad también abren sus puertas ese día.

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