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Destinos

Ginebra, la ciudad donde la emperatriz Sissi dijo adiós

Relojes, ajedrez, música y fuegos artificiales a orillas del lago Lemán.

Ginebrinos juegan al ajedrez en el Parc des Bastions.
Ginebrinos juegan al ajedrez en el Parc des Bastions.Sara Rivas (Cinco Días)

Victor Hugo, Lord Byron, Alejandro Dumas, Voltaire, Wagner, Richard Burton y Jorge Luis Borges han sido algunos de los personajes ilustres que han caído rendidos a los encantos de Ginebra. Pero, sin duda, si hay una personalidad presente en la memoria de los ginebrinos, esa es Isabel de Baviera, emperatriz de Austria y Hungría, más conocida como Sissi.

Y es que la ciudad fue testigo de su trágico final, al ver cómo a orillas del lago Lemán la emperatriz era apuñalada por un anarquista. En la actualidad, una escultura con una placa conmemorativa la recuerdan.

Tomamos como punto de partida la efigie de Sissi para comenzar nuestro recorrido por esta elegante ciudad, rodeada por la inmensidad del monte Salève. Si cruzamos la calle podremos ver el monumento al duque de Brunswick, de estilo neogótico, levantado en honor al benefactor de la urbe.

De vuelta a nuestro punto de partida, rodeamos el lago en dirección al Pont du Mont-Blanc. A su derecha, los apasionados de la medición del tiempo pueden hacer una parada en el Musée International d’Horlogerie (MIH). Exhibe más de 4.500 piezas, entre las que se encuentran 2.700 relojes de pared y cerca de 700 de pulsera.

Estatua de la emperatriz Sissi.
Estatua de la emperatriz Sissi.Sara Rivas (Cinco Días)

Proseguimos nuestro camino en dirección al Jardín Inglés, un parque que se mantiene especialmente fresco por encontrarse a orillas del lago.

Aquí se encuentra el Horloge Fleurie, uno de los monumentos más emblemáticos. Se trata de un reloj decorado con más de 6.000 flores. Además, no perdemos la oportunidad de ver la escultura más representativa del cantón: dos mujeres que simbolizan la República de Ginebra y Helvetia.

Seguimos caminando para contemplar la mejor vista de la fuente Jet d’Eeau. Sin duda, es el emblema por excelencia de Ginebra, y no es para menos, su chorro consigue alcanzar los 140 metros de altura a una velocidad de hasta 200 km por hora.

En este trayecto podrá observar con facilidad la riqueza que caracteriza a la ciudad, ya que a orillas del lago se hacinan numerosos bancos, tiendas de alta relojería y joyería, además de grandes hoteles, ubicados la mayoría de ellos en antiguos palacios.

Entre ellos, el Mandarin Oriental, lugar excepcional para alojarse y para disfrutar de la gastronomía. Su propuesta transcurre entre comida india y el concepto pop-up de una de sus salas. En invierno sirven platos tradicionales en un ambiente de alta montaña y en verano se traslada a Francia y a su cocina mediterránea.

La claridad del Lemán tampoco le pasará desapercibida. Su limpieza impoluta permite ver el fondo con total claridad. Asombra también su tamaño: con un perímetro de 167 km, es frontera natural con Francia. De hecho en cuestión de minutos podrá navegar y pasar de un país a otro.

Su pulcritud llega hasta tal punto que en la temporada estival no es extraño encontrarse a ginebrinos disfrutando de un refrescante baño o practicando el buceo, y es que Ginebra, en verano, resplandece.

Alrededores del lago Lemán.
Alrededores del lago Lemán.Sara Rivas (Cinco Días)

Entre las diferentes propuestas veraniegas podemos disfrutar de La Fête de la musique (la fiesta de la música), con conciertos gratuitos. Entre el 21 de julio y el 14 de agosto se celebran las fiestas de la ciudad. En el programa destacan el concurso de fuegos artificiales y las distintas actuaciones musicales.

Continuamos nuestro recorrido y nos dirigimos al casco antiguo, en concreto, a la Catedral de Saint Pierre. Aunque pequeña, su mezcla de estilos, desde el gótico hasta el neoclásico, hacen digna la visita a este templo que data del siglo XII, famoso por haber sido la iglesia madre del reformista cristiano Juan Calvino. También merece la pena la visita a la iglesia ortodoxa rusa, en especial a media tarde, cuando el sol refleja sus rayos en la fachada.

Tampoco puede prescindir de una visita al Parc des Bastions y a su Muro de los Reformadores, que rinde homenaje a los pioneros de la Reforma. Disfrute de una partida de ajedrez con los lugareños en alguno de los tableros gigantes dibujados en el suelo y siéntese en el que es considerado el banco más largo del mundo.

En Ginebra también se halla el Palais des Nations. Tras la de Nueva York, es la segunda sede principal de las Naciones Unidas. Y en sus proximidades se encuentra el Museo Internacional de la Cruz Roja.

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