La geopolítica de nuestros primeros ejecutivos
Posicionarse adecuadamente en el entorno global puede determinar de forma crucial el éxito o fracaso a la hora de abordar un proyecto internacional, ya se trate de acometer una inversión en el extranjero, de seleccionar y abrir un nuevo mercado o de desplazar a un directivo. Estos temas siempre han sido complejos, pero probablemente hoy en día lo sean más que nunca. Es por ello que tener sólidos conocimientos de geopolítica, cuanto menos, por parte de los primeros directivos y miembros del consejo de administración de compañías españolas que se encuentren en esta tesitura internacional, es indispensable. En la medida que sea así, las decisiones estarán objetivamente mejor analizadas y, aunque no puede evitarse la convivencia con determinados riesgos, seguro que se minimizan ostensiblemente.
Según el Termómetro del middle market en España, que hemos elaborado a partir de una encuesta realizada entre diciembre de 2015 y febrero de 2016 a los primeros ejecutivos de empresas españolas medianas, el 66,7% de las compañías considera que el equipo directivo y los miembros del consejo de administración deben tener un conocimiento profundo de geopolítica. Y no me extraña en absoluto que sea así. Hay varios motivos para ello, si bien destacamos tres a continuación.
En primer lugar, estamos en un entorno de crecimiento, en el que el peso de los mercados internacionales en nuestras empresas va en aumento. El 85,4% de las compañías encuestadas asegura que su facturación aumentará en 2016 y el 78,7% prevé entrar en nuevos mercados este año, destacando de forma prioritaria Estados Unidos, Latinoamérica, Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Muchas de estas empresas seguirán consolidando el mercado europeo (37,9%) durante 2016 y es de destacar, también, que el 20,7% considera que el continente africano tiene interés a medio plazo. Además, nuestras compañías ya no solo exportan a otros mercados, sino que están físicamente presentes en el territorio de destino, manteniendo relaciones jurídicas y de negocio de todo tipo. Son multinacionales y por lo tanto deben pensar y comportarse como tales. Es en este sentido en el que debe exigirse un conocimiento adecuado del entorno global. En segundo lugar, cabe destacar que, a la hora de tomar decisiones, no podemos desconocer muchas de las sensibilidades que nos rodean ni tampoco el impacto que pueden tener para nuestros negocios circunstancias que a priori pueden percibirse como lejanas. Hay que valorar todos los posibles focos de inestabilidad, en ocasiones provocados por la situación política existente en un determinado país o región, y, en otras, por la propia volatilidad de los mercados.
Por ejemplo: qué causa y consecuencias puede tener la espiral descendiente de precios del petróleo de los últimos tiempos; debe o no establecerse una hoja de ruta de las relaciones empresariales con Cuba a la vista de los últimos acontecimientos; qué impacto puede tener el acuerdo alcanzado en la Cumbre del Clima de París (COP 21) y cuando puede esperarse ese impacto; cómo están las relaciones entre Irán y Arabia Saudí y como pueden influir en el resto de la región; cuál es el balance de los países en los que acontecieron las primaveras árabes cinco años después; qué posiciones está tomando China en el mercado exterior y el eventual impacto para el negocio de una desaceleración de su economía; qué efectos reales puede implicar la candidatura de Donald Trump a la presidencia de EE UU en cuanto a la relación de este país con otros mercados, y tanto otros ejemplos que podríamos destacar. Es evidente que una empresa no puede tener un conocimiento transversal total, pero los ejecutivos deberían detectar, analizar y estudiar en profundidad qué factores globales pueden aportar inestabilidad a los mercados y sectores en los que operan.
En tercer lugar, y para ayudar en esta tarea mayúscula, hay que tener en cuenta que el acceso a la información cada vez es más sencillo y más rápido. Por lo tanto, en muchas ocasiones la desinformación no tiene excusa, ya que el conocimiento de los factores de geopolítica que afectan a nuestras empresas está al alcance de nuestras manos. En este punto, las compañías pueden contar con la incorporación de consejeros independientes que ya tengan el conocimiento suficiente y con el apoyo de firmas globales que tengan presencia en todas las jurisdicciones y experiencia en el asesoramiento a multinacionales.
Simeón García-Nieto es Socio de EY Abogados