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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las empresas necesitan estabilidad

Las empresas en España han dejado atrás lo peor de la crisis y han comenzado a mejorar sus indicadores. Dos macroencuestas publicadas ayer confirman que la recuperación económica no se aprecia únicamente en los datos macro o en las cifras de negocio de las grandes compañías, sino que se refleja también en el resto del tejido empresarial, aunque existan riesgos externos e internos que frenan las decisiones de inversión. En el caso de las pequeñas y medianas empresas, se aprecia una mejora generalizada en la mayoría de los indicadores: más ventas (han pasado de un 0,3% a un 3,7%); más empresas que mejoran la facturación (han pasado del 36% al 57%), así como más que obtienen beneficios, un 69% frente al 61% de la anterior edición.

Como los propios empresarios reconocen, “las cosas no van tan mal”, consecuencia lógica de una economía que crece por encima del resto de los países europeos, impulsada por el repunte del consumo y un acceso más fluido y, sobre todo, más barato a la financiación. Pese a ello, el horizonte no está en calma. La principal preocupación de los empresarios es la fragilidad de la recuperación económica, especialmente con un entorno global en el que coexisten muy diferentes velocidades de crecimiento, y con una incertidumbre política que hace muy difícil prever cuál será la hoja de ruta fiscal del país a corto y medio plazo. No se trata de que el inmovilismo en que España se ha instalado en materia de gobernanza haya empezado a pasar ya factura a los empresarios –una posibilidad que los datos del primer cuatrimestre del año desmienten, especialmente los manufactureros– sino de la inseguridad que produce desconocer si la política del próximo Ejecutivo mantendrá una cierta continuidad en la política fiscal y las relaciones con el mercado –con las diferencias que pueda existir entre PP, PSOE o Ciudadanos– o supondrá un giro de 180 grados, como ocurriría con una victoria fruto de una alianza como la anunciada ayer por Podemos e IU.

El cambio de condiciones económicas que ha vivido España en los últimos años se ha gestado gracias a factores externos –la política monetaria del BCE o el precio del petróleo– e internos, una agenda de reformas estructurales y de ajuste de costes que ha dado buenos resultados, pero que ha contado también con omisiones. España tiene pendiente una reforma regulatoria que elimine las duplicidades y diferencias normativas que las empresas siguen experimentando en unos y otros territorios. Es necesario, además, abordar una liberalización de los servicios profesionales que ha vuelto a quedarse en el tintero. Pero quizá la medida más urgente sea sentar las bases de un nuevo modelo productivo que permita a la economía española abordar con menos sufrimiento los inevitables –porque son inevitables– altibajos de los ciclos económicos.

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