El Pacto de Estabilidad vuelve a naufragar
Por tercera vez desde 1997, las normas para garantizar la disciplina presupuestaria en la zona euro van a ser remendadas tras constatar su dudosa utilidad
España y Portugal pueden convertirse en las primeras y últimas víctimas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE en su versión actual. Tras la presentación de los nuevos Programas de Estabilidad el pasado viernes, la CE parece dispuesta a estrenar con los dos países las multas por incumplimiento del déficit, a pesar de que Bruselas admite que las normas se han quedado en parte obsoletas.
El Pacto está a punto de cumplir 20 años, pero muy mal llevados. Por tercera vez desde 1997, las normas para garantizar la disciplina presupuestaria en la zona euro van a ser remendadas tras constatar su dudosa utilidad. En esta ocasión, se trata de incorporar una regla que ponga un techo al crecimiento del gasto público a medio plazo.
El Ecofin (ministros de Economía de la UE) considera que ese criterio será más claro, previsible y controlable. Una opinión compartida por el FMI que, en un estudio publicado el año pasado, considera que las normas de gasto (sean un techo o un objetivo) mejoran la disciplina presupuestaria y permiten contrarrestar mejor las crisis, siempre que sean obligatorias.
El estudio señala que la aplicación de la norma de gasto está aumentando y ya está vigente en 23 países. Y asegura que suele ser la preferida en casos de Gobiernos de coalición, tan frecuentes ahora en la UE, para imitar la capacidad de maniobra del partido que asuma la cartera de Hacienda.
El Ecofin decidió el pasado 23 de abril poner ya en marcha la elaboración de la nueva norma, tras comprobar el naufragio de las reformas de 2005 y 2011, cuando se introdujeron sofisticados métodos de vigilancia basados en el llamado déficit estructural y el potencial de crecimiento de cada país.
Ambos parámetros, según los economistas, resultan incalculables a priori e incluso a posteriori provocan discrepancias. Esa ambigüedad de los datos ha degenerado en un sistema de vigilancia que se presta a un interminable regateo de los países con Bruselas y a la arbitrariedad en las decisiones de la Comisión Europea.
La credibilidad del Pacto tocó fondo en 2015, cuando la Comisión concedió dos años más de prórroga a Francia para cumplir el objetivo de déficit (hasta 2017) y dio por válidas las medidas de Italia para cumplir el criterio sobre deuda.
El Tribunal de Cuentas de la UE, en un informe recién publicado, ha criticado duramente la discrecionalidad de la Comisión en ambos casos.
Con Italia, según el Tribunal, la CE invocó ciertos factores con el único propósito de evitar expedientar a un país “que muy probablemente no cumpliría el valor de referencia de la deuda”. Los auditores creen que la concesión de Bruselas “postergó el problema” de un país que ya entró en la zon aeuro sin cumplir el límite de deuda (60%) y que dos décadas después sigue doblando ese límite (132% en 2015).
La decisión sobre Francia resulta mucho más alarmante porque, según los auditores del Tribunal, “no es transparente”. Bruselas computó ingresos de carácter temporal que, a juicio del Tribunal, no deberían haberse tenido en cuenta, y utilizó las previsiones más favorables a la benevolencia con Francia.
“La Comisión hizo uso del alto grado de flexibilidad y discreción que brindan las normas del Pacto en sus evaluaciones de Italia y Francia”, lamenta el Tribunal de Cuentas.
Ese pacto apenas ha servido para que los países más laxos, como Francia o Italia, corrijan sus cuentas y hasta el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, admite en privado que la norma está moribunda.
Desde el nacimiento del euro en 1999, Francia ha superado el límite del déficit en 12 años de los 17 transcurridos, una marca solo comparable a la de países rescatados como Grecia y Portugal (14 cada uno). Alemania lo ha superado en cinco ejercicios y España, en los últimos ocho. Pero si hay multas de despedida no las pagarán París ni Roma, sino Madrid y Lisboa.
Primer Carlomagno a un latinoamericano
El Papa Francisco recibirá el próximo viernes en Roma el premio Carlomagno, prestigioso galardón que la ciudad alemana de Aquisgrán concede desde 1950 a las personas que se distinguen por su contribución a la paz y la integración del continente europeo. Por primera vez, el premio se concede a un latinoamericano, en su condición de Sumo Pontífice de la religión católica y jefe del Estado vaticano. El argentino se convierte en uno de los pocos ciudadanos de fuera de Europa que recibe el Carlomagno, un listado en el que apenas figuran Bill Clinton (2000), Henry Kissinger (1987). También es el primer Papa que lo recibe en exclusiva, aunque en 2004 se concedió un galardón especial a Juan Pablo I. El jurado destaca que en estos momentos de zozobra en los que la UE se enfrenta a graves crisis (económica, migratoria...) “ha sido un Papa llegado del otro lado del planeta el que ha recordado lo que mantiene unidos a millones de europeos: nuestro sistema de valores, el respeto a la dignidad y la libertad de cada persona, con independencia de su procedencia étnica, cultural o religiosa”.
El discurso del Papa ante el Parlamento Europeo en noviembre de 2014 también ha sido muy apreciado por los miembros del jurado. Francisco señaló entonces que “ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía” y pidió “abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma, para promover una Europa protagonista, transmisora de ciencia, arte, música, valores humanos y también de fe”.
Tras ser elegido Papa en 2013, el cardenal argentino eligió la isla italiana de Lampedusa como el destino de su primer viaje oficial, en un gesto para demostrar su solidaridad con los centenares de africanos que intentan cruzar el Mediterráneo camino de Europa, muchos de ellos ahogándose en el intento. El mes pasado, visitó la isla griega de Lesbos, solo 11 días después de que la UE comenzase a deportar a todos los aspirantes a pedir asilo, incluidos los sirios, que hubiesen llegado irregularmente desde Turquía.
El jurado del Carlomagno destaca que Francisco no ha expresado solo su apoyo a los refugiados, sino también a las víctimas de la crisis económica, muy en particular, a los parados.