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Entrevista

Ramírez: “La calidad de vida tras la operación está mejorando”

Pedro Ramírez, director de cirugía del MD Anderson Cancer Center de Houston

Manuel G. Pascual

Pedro T. Ramírez (Sagua la Grande, Cuba, 1968) es el responsable de cirugía mínimamente invasiva del departamento de ginecología oncológica del MD Anderson Cancer Center. Este hospital, uno de los más reputados del mundo en el tratamiento del cáncer, fue uno de los participantes en un congreso sobre ginecología oncológica celebrado recientemente en Madrid, en el que se departió sobre lo último en conocimiento molecular, tratamientos innovadores y técnicas quirúrgicas.

En su ponencia habló de la recuperación mejorada. ¿En qué consiste esta técnica?

En EE UU lo llamamos enhanced recovery. Se trata de un procedimiento que se pone en marcha antes, durante y después de la cirugía. Lo estamos implementando en Houston y nos está dando muy buenos resultados. Logramos que las pacientes salgan del hospital mucho antes, tomen menos analgésicos, se recuperen más rápido y tengan mejor calidad de vida, aumentando también la velocidad de reincorporación al tratamiento oncológico.

“El sistema Da Vinci ha impactado fuerte en EE UU”

Usted es especialista en el sistema quirúrgico robótico Da Vinci. ¿Cuánto ha evolucionado el uso de este equipo en sus 15 años de vida?

Este sistema da al cirujano una visualización de campo y una precisión tremenda en los instrumentos que usamos. Ha impactado mucho a la práctica quirúrgica y continúa mejorándose en términos de visualización y resolución. En EE UU es sumamente popular, porque da la posibilidad a cirujanos que no tienen capacidad de hacer cirugía laparoscópica [la que implica el uso de instrumentos tubulares] de realizar una intervención mínimamente invasiva a las pacientes. En comparación con la cirugía abierta, tiene un margen enorme de mejora, aunque la recuperación es mucho más rápida.

¿Qué fármacos de última generación destacaría en el cáncer de ovarios?

Hay mucha innovación en esta área, especialmente en la administración de cócteles de medicamentos personalizados. Se reparten en dos grupos: los antiangiogénicos y los inhibidores de PARP, que ayudan a reparar el ADN cuando queda dañado.

¿Se previene todo lo que se podría en oncología ginecológica?

La vacuna en cáncer de cuello está mejorando mucho y disminuye la posibilidad de desarrollar esta patología. En el de ovario, se ha demostrado que las píldoras anticonceptivas reducen su incidencia, pero no tenemos ningún examen de imágenes o sangre que permita detectarlo. Y en el cáncer de endometrio, la prevención tiene que ver mucho con evitar la obesidad, que aumenta las posibilidades de desarrollarlo. Tiene una tasa de cura muy alta porque normalmente es detectado en un momento temprano.

¿Qué cifras han cosechado?

El tiempo medio de estancia en el hospital ha disminuido un día y el consumo de opioides ha bajado un 80%. Incluso un 20% de las pacientes posoperatorias no usan este tipo de drogas. Eso es importante, porque los opioides están asociados a una demora de la recuperación de las pacientes, con náuseas y vómitos. También se ha demostrado que la calidad de vida ha mejorado sustancialmente.

¿En qué consiste exactamente este método de recuperación?

Se trata de aplicar una serie de cambios en el manejo de los tiempos preoperatorios, intraoperatorios y posoperatorios. Algunas de las prácticas que hemos eliminado estaban implantadas desde hace años, aunque sin ninguna base científica. Por ejemplo, se le decía a los pacientes que no podían comer nada después de las 2.00 de la noche el día antes de la operación. Nunca se demostró que tuviera beneficios científicos. En realidad se ha descubierto que las pacientes pueden comer y beber hasta dos horas antes de la intervención y así disminuyen las posibilidades de que se queden deshidratadas durante la cirugía.

¿Qué otros cambios han aplicado?

Hemos retirado las preparaciones intestinales justo antes de entrar en quirófano y suministramos una preparación de carbohidratos, que eleva la capacidad de cicatrización. También se ha eliminado la anestesia por gases: ahora es intravenosa, lo que mejora la recuperación. En el aspecto posoperatorio, se recomienda a las pacientes que estén activas: que caminen por lo menos ocho veces al día y que salgan de la cama al menos ocho horas diarias. Se les da de comer el mismo día de la cirugía, y no tres o cuatro días después.

¿Desde cuándo utilizan estos métodos?

Desde noviembre de 2014. Ya hemos operado a 597 pacientes siguiendo este programa, con resultados muy buenos. Varios hospitales de EE UU y algunos en Europa están apostando por este conjunto de prácticas.

¿Cuáles son las últimas técnicas quirúrgicas que aplican en el hospital?

En cáncer de ovarios hemos asistido a un cambio de paradigma. La evaluación laparoscópica complementa las tomografías y los marcadores moleculares para ver si son candidatas a cirugía o a quimioterapia. Hemos ganado en precisión para diagnosticar los tratamientos. Antes, la tasa de éxito en la eliminación de la enfermedad era del 20%; ahora, del 86%. También hemos dado un salto cualitativo con la evaluación del ganglio centinela en las pacientes de cáncer de cuello de útero y de endometrio. Antes, a las pacientes de alto riesgo se les hacía una linfadenectomía completa, es decir, se les extraían del todo, lo que aumentaba el riesgo de complicaciones. El ganglio centinela es el que ostenta la sospecha más alta de que haya cáncer, así que solo se hace la extracción de este y se estudia luego si hace falta hacer un tratamiento completo o no.

¿Qué nivel de precisión se ha conseguido en las intervenciones?

Entre un 85% y un 90% de las pacientes a las que se les evalúa el ganglio centinela se les detecta que efectivamente es maligno. Se cortan en secciones muy finas para que los patólogos puedan detectar con precisión si hay evidencias de metástasis en esos ganglios. Estamos detectando metástasis microscópicas que antes no se llegaban a identificar.

¿Qué proceso siguen para descubrir y validar nuevas técnicas de intervención quirúrgica?

Cuando se considera que la nueva práctica puede tener algún riesgo para el paciente se hacen antes estudios prospectivos. Siempre estudiamos lo que se ha hecho hasta el momento, qué prácticas han dado buenos resultados y cómo se pueden mejorar. Hoy en día, a una paciente con cáncer de cuello de útero temprano se le hace una cirugía mucho más conservadora y con menos morbilidad y la misma efectividad oncológica. Ese es el camino.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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