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Columna
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La recesión que seguiría al ‘brexit’

Un resultado a favor de salir de la Unión Europea podría llevar a Reino Unido a una recesión. Esto ya no es una posibilidad académica. Las encuestas de opinión muestran a un pueblo británico uniformemente dividido sobre si permanecer en la UE o abandonarla; las apuestas sugieren que existe una posibilidad entre tres de que la campaña a favor del brexit gane el referéndum del 23 de junio.

El impacto a largo plazo de una votación a favor de salir de la UE sería perjudicial. Después de todo, la Unión es responsable de la mitad del comercio de Reino Unido. Sería imposible retener el pleno acceso a ese mercado si la campaña a favor de la salida se centra en su objetivo de poner fin a la libre circulación de personas entre la UE y Reino Unido y en detener las contribuciones presupuestarias a Bruselas. El gobierno británico prevé que la economía se contraiga un 6% hasta 2030 en comparación con su comportamiento si se quedara en el bloque. Pero es el impacto a corto plazo de una votación a favor del brexit, lo que estará en la mente de los inversores. Es probable que sea desagradable.

Para empezar, David Cameron, que está haciendo campaña para que el país permanezca en la UE, probablemente tendría que renunciar como primer ministro. Boris Johnson, el popular alcalde de Londres, que apoya la salida, estaría en primera fila para reemplazarlo. Wolfgang Schaeuble, el ministro de Finanzas alemán, dijo a su homólogo británico, George Osborne, en las reuniones del FMI que las conversaciones del divorcio serían duras, según el Financial Times. Hay varias razones para creerlo.

Una de ellas es que los socios de Reino Unido no querrían que otros países de la UE pensaran que es fácil abandonar el club. De lo contrario, todo el bloque podría romperse a medida que, por ejemplo, los franceses dijeran que no quieren cumplir con la ley de competencia, los italianos dijeran que no se adhieren a las normas presupuestarias, y así sucesivamente.

Los socios de Reino Unido no querrían que otros países de la UE pensaran que es fácil abandonar el club

Otra razón es que algunos países querrían utilizar el brexit para atraer los negocios que hasta ahora se habían tramitado en Reino Unido. El ministro de Economía francés ya se ha comprometido a extender la alfombra roja a los banqueros. La forma de hacerlo sería dejar que el país tuviera acceso total al mercado de la UE.

Otra razón es el calendario electoral. Las elecciones presidenciales francesas se celebrarán en mayo del año que viene y las federales alemanas serán el próximo otoño.

La campaña a favor del brexit no está de acuerdo. Afirma que la UE estaría desesperada por cerrar un acuerdo comercial, ya que vende más a Reino Unido que a la inversa. El problema es que este argumento ignora la proporcionalidad. Las exportaciones a la UE representan el 13% del PIB de Reino Unido; las exportaciones de la UE a Reino Unido representan solo el 3% de su PIB. Así, los británicos necesitan más a la UE que al revés.

Las salvajes promesas de la campaña a favor del brexit sobre lo fácil que sería cerrar un acuerdo con la UE implican que las negociaciones podrían ser especialmente amargas.

El Gobierno británico post brexit sería de alguna forma como el radical partido de izquierda Syriza justo después de hacerse con el poder en Grecia el año pasado. Habría hecho promesas imposibles cumplir. Y, ya que sería difícil explicar al pueblo británico que había sido engañado, la nueva administración probablemente respondería mediante la adopción de un enfoque de confrontación a la UE y culpando a sus antiguos compañeros.

Tal gobierno también estaría bajo la presión de un apretado plazo. El proceso de divorcio de la UE se establece en el artículo 50 del Tratado y expone que se debe llegar a un acuerdo en dos años tras la activación del artículo, o Reino Unido tendría que marcharse sin ningún acuerdo. Si se lograra poco en el primer año por los comicios franceses y alemanes, el ambiente se iría caldeando. El plazo podría ampliarse con la aprobación unánime de los otros 27 países. Pero, como los griegos han visto, negociar entre la espada y la pared no es divertido.

Como era de esperar, el FMI predice que las conversaciones de divorcio “probablemente se prolongarían... lo que llevaría a un largo período de incertidumbre que podría pesar sobre la confianza y la inversión.” Del mismo modo, 31 de los 35 economistas consultados por Reuters piensan que un brexit afectaría la economía. Ninguno de ellos piensa que sería bueno. Están en lo correcto.

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