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Columna
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Los temibles Reino Unido y Grecia

Dos de los mayores riesgos de la Unión Europea –el rescate de Grecia y la votación sobre la permanencia de Reino Unido en la UE– podrían colisionar este verano. Puede parecer que ambos problemas tienen poco que ver el uno con el otro. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea están en desacuerdo sobre el rescate de Grecia, algo destacado por lo que WikiLeaks asegura que es una transcripción filtrada de una llamada interna del FMI. Si no pueden resolver sus diferencias de forma rápida, Atenas podría quedarse sin dinero en julio. La sensación de crisis crecería, al igual que los votos de Reino Unido el 23 de junio sobre la conveniencia de permanecer en la UE o abandonarla.

Reino Unido no está en la zona euro y no tiene que contribuir a los rescates griegos, por lo que no debería haber ninguna conexión. Pero los euroescépticos británicos explotarían el hecho de que Grecia estuvo de nuevo al borde de la quiebra para argumentar que Reino Unido debe poner tierra de por medio con la UE. Ya están explotando con éxito la crisis de los refugiados de Europa con el mismo propósito, a pesar de que Reino Unido no forma parte del espacio Schengen sin fronteras.

El panorama positivo que se podría haber dibujado si todo hubiera salido según lo previsto tras el último rescate no se ha materializado. Parte de la explicación es el lastre de que ha supuesto el Gobierno de izquierdas liderado por Alexis Tsipras. Ha tardado en elaborar propuestas de endurecimiento de la política fiscal a medio plazo para alcanzar un superávit primario del 3,5% en 2018. Tampoco está muy interesado en las reformas estructurales para impulsar la productividad a largo plazo de la economía.

Sin embargo, la razón principal por la que la revisión del rescate no se ha completado es que el FMI y la Comisión Europea no se ponen de acuerdo sobre lo que se necesita.

Los euroescépticos británicos explotarían el hecho de que el país heleno estuvo al borde de la quiebra

El fondo piensa que si no se adoptan nuevas medidas, Grecia tendrá un déficit primario del 1% en 2018 –es decir, antes de que se tengan en cuenta los pagos de intereses–. La comisión espera un superávit de alrededor del 0,5%. Como resultado, el FMI cree que Atenas necesita medidas fiscales equivalentes a 4,5 puntos porcentuales del PIB para alcanzar el objetivo del 3,5% en 2018, mientras que la Comisión argumenta que bastaría con 3 puntos porcentuales.

Por otra parte, el fondo también piensa que sería imposible y contraproducente infligir otros 4,5 puntos porcentuales de austeridad a Grecia. Argumenta que el país solo puede asumir como mucho 2,5 puntos más.

El problema es que, según las cifras del FMI, eso significaría que Grecia solo lograría un superávit primario del 1,5% en 2018. Esto, a su vez, significaría que sus acreedores de la zona euro tendrían que ser más generosos en el alivio de la deuda del país para que sea sostenible a largo plazo.

Una forma de resolver el punto muerto sería sacar al FMI del programa griego, como quiere el Gobierno. Puede parecer extraño que Tsipras quiera deshacerse de una institución que está argumentando a favor de un mayor alivio de la deuda, pero está menos interesado en los detalles de un acuerdo sobre la deuda que no entrará en funcionamiento hasta la próxima década que en la obtención de un acuerdo rápido. El primer ministro cree que esto podría revivir su popularidad, que va en caída libre.

Tsipras tendrá problemas para quitarse de encima al FMI porque Alemania ha insistido en que el fondo siga en el juego. Incluso si Angela Merkel deseara cambiar de opinión, el Bundestag sería hostil a la idea. Es cierto que Alemania no quiere dejar que Grecia se escabulla de su compromiso de un superávit del 3,5%, y se resiste a considerar una quita de la deuda con la que estaba de acuerdo el año pasado, pero le gusta que el FMI sea más estricto en las reformas estructurales y se asegure de que los números cuadran más que la Comisión.

Tal vez Merkel pueda decidir qué camino seguir en las próximas semanas. Si es así, el riesgo salida de Grecia podría quedar desactivado antes del referéndum sobre el brexit. Puede que también se encuentre alguna forma de evitar que Grecia vaya a la quiebra en julio, pero pospone las decisiones reales hasta después de la votación en Reino Unido. Si no es así, los dos riesgos podrían entrar en un horrible conflicto.

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