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Apremia al resto del G7 a que contribuya al rescate

Santander saca toda su artillería para salvar a Abengoa

Señal de stop al lado de una torre de una planta de energía solar de Abengoa.
Señal de stop al lado de una torre de una planta de energía solar de Abengoa.Reuters

El banco que preside Ana Botín está librando una batalla para evitar que Abengoa entre en concurso de acreedores, un escenario defendido por otras entidades que forman el G7, en el que están también CaixaBank, Bankia, Sabadell, Popular, HSBC y Crédit Agricole. Santander está utilizando todos sus recursos para convencer a las entidades más reacias a que pongan de su parte para llegar a un acuerdo.

El objetivo de la mayor entidad financiera de España es llegar al concurso de acreedores con un convenio pactado o casi pactado. Para conseguirlo, se necesita el visto bueno de acreedores con al menos tres quintas partes de la deuda y dueños del 75% del pasivo financiero.

La fecha límite es el 28 de marzo; si no lo consiguen para entonces habrá concurso de acreedores. Pese a todo, este escenario no es asimilable a la liquidación, pues el objetivo de los acreedores sería en cualquier caso blindar todo el valor posible del grupo, como su tecnología, así como darle un tamaño adecuado para que tenga viabilidad.

Un empeño que viene de lejos

Santander ya desplegó sus poderes para tratar de que las entidades financieras facilitaran el desembarco en el capital de Abengoa de Gonvarri. El gigante siderúrgico y dedicado a la fabricación de piezas de automóviles condicionó su entrada a una línea de liquidez a dos años de 1.500 millones de euros y a que la ejecución del plan de desinversiones se aplazara hasta finales de 201. A cambio se comprometía a hacerse con el 28% de Abengoa con la inyección de 350 millones de capital.

El banco que preside Ana Botín, ya con la negativa de los extranjeros, lanzó su última bala para que los acreedores españoles pusieran entre 600 y 800 millones. Pese a sus esfuerzos, no fue posible, el acuerdo se quebró y Abengoa se vio abocada a solicitar el preconcurso el pasado 25 de noviembre.

Santander es el principal acreedor de Abengoa con unos 1.500 millones de euros entre los préstamos corporativos, los créditos para financiar proyectos y el circulante. Después aparecen CaixaBank y Bankia con menos de 600 millones, y en un tercer escalón Popular y Sabadell, con menos de 400. Entre los extranjeros del grupo de negociadores, HSBC tiene una exposición total de unos 600 millones y Crédit Agricole, de menos de 500 millones.

Ahora falta por analizar con detalle el plan financiero que Abengoa ha entregado a los acreedores. Los bancos trabajarán a partir de ahora diariamente con KPMG para analizar las cifras aportadas por la empresa. El primer paso, tras la digestión inicial de los datos, está en manos de la consultora, que realizará un primer análisis de la información, un proceso que llevará unas dos semanas y que desembocará en un primer esbozo de la eventual solución global para el grupo de ingeniería.

KPMG tiene por delante la tarea de cruzar unos datos cogidos al dictado –Abengoa no les entregó una copia sino que les relató los mismos–, con el mapa de deuda de la compañía y las necesidades de liquidez y viabilidad de cada proyecto concreto. La hoja de ruta financiera que ha presentado Abengoa a las entidades y que ha elaborado junto con Alvarez & Marsal dejan en el aire un punto crucial: la necesidad de dinero nuevo para que siga funcionando. El plan determina unas necesidades de liquidez de unos 700 millones para este año, pero la gasolina para que el motor de Abengoa carbure de manera satisfactoria podría ampliarse hasta una horquilla de entre 1.000 y 1.500 millones con vistas a los próximos dos ejercicios.

En el plan financiero propone una rebaja de la deuda corporativa de los actuales 9.000 millones de euros a entre 3.000 y 4.000 millones. Las dos armas para lograrlo son la amortización del pasivo con la liquidez que llegue de las desinversiones, fijadas en unos 1.500 millones de euros limpios y la capitalización de una parte de esa deuda. Las entidades financieras se habían negado a rebajar el valor de los créditos, aunque reconocen que el valor de las acciones ni el de los créditos será el del nominal original. La minusvalía se registraría en el momento de su venta en el mercado, con un descuento de entre el 60% y el 80%.

Además, la empresa de ingeniería ha reconocido que las desinversiones podrían demorarse ante el temor de posibles compradores a que el proceso desemboque en un concurso de acreedores, lo que podría tener efectos retroactivos. De esta forma, todas las desinversiones están en stand by hasta finales de marzo y por el momento solo se ha firmado la venta del 50% de una joint venture en Abu Dabi por unos 30 millones de euros, a la que se suman acuerdos que aportarían otros 70 millones.

De forma paralela al análisis de la banca del plan financiero presentado por la empresa, los bancos continúan la negociación con los bonistas liderados por Houlihan Lokey para que estos inyecten los hasta 165 millones para que Abengoa pueda llegar al 28 de marzo. En un lado de la mesa, los dueños de deuda cotizada de Abengoa por más de 1.500 millones, de un total de 3.600 millones se muestran dispuestos a inyectar esa liquidez esa liquidez, que irá destinada a pagar las nóminas de febrero y marzo, pero a cambio de un tipo de interés del 15% anual más un 10% adicional al vencimiento.

Frente a ellos los integrantes del G7 se niegan de momento a compartir sus garantías en Atlantica Yield –conocida hasta hace unas semanas como Abengoa Yield– por el 25,5%, tal y como exigen los bonistas. Una prenda que podrían reducir a cambio de otras, como plantas de bionenergía de la empresa que ha ofrecido la dirección de Abengoa.

Los bancos tienen, ahora sí, toda la información sobre la situación financiera e industrial de Abengoa para poder dirimir en las próximas semanas sobre la viabilidad de la empresa e intentar evitar un concurso.

Un procedimiento en senda de descenso

El año pasado el número de empresas en concurso de acreedores se situó en 5.510, un 24,3%, menos que en 2014. De ellos, 5.135 fueron voluntarios y 375 necesarios, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que destacan que en 5.916 de los casos se trataba de una empresa, lo que supone un 25,1% menos que un año antes. El peor año para esta estadística fue 2013, cuando el número de sociedades concursadas ascendió a 8.934.

La agencia de calificación crediticia Axesor aseguraba en un reciente informe que los concursos habían encadenado ya nueve trimestres consecutivos de caídas y que el pasado mes de enero descendieron un 29,8% con respecto a un año antes. Según sus estadísticas, Madrid y Cataluña concentran más del 30% de los concursos, si bien registran descensos superiores al 50% frente a 12 meses antes.

Entre las empresas, Martinsa lidera el ranking de mayores procedimientos concursales de la historia en España. Un procedimiento que arrancó en 2008 con un pasivo de unos 7.000 millones y que se encuentra ahora en fase de disolución.

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