Leyendas y tesoros en el Camino Real mexicano
Su pasado colonial y heroico sitúa a los estados del centro de México en una de las zonas más ricas para viajar, en un país con infinitos itinerarios para elegir.
La región del Bajío es un vasto territorio llano, con una altitud media de 1.500 metros, que se extiende al norte de Ciudad de México y anuncia la árida zona del Altiplano y los paisajes desérticos, no menos fascinantes, de los territorios de la frontera.
Las ciudades coloniales Querétaro, San Miguel de Allende, Guanajuato, San Luis de Potosí o Zacatecas –todas Patrimonio de la Humanidad menos San Luis– comparten una historia común, que se siente en la huella dejada por los españoles, como si se trasladase a otra época. La monumental es fácilmente reconocible en su arquitectura, en sus calles empedradas, en sus recoletas plazas, jardines y patios de las antiguas casonas.
En esas tierras surgieron y triunfaron los primeros movimientos independentistas, que en 11 años, entre 1810 y 1821, acabaron con la dominación española. Es la cuna de muchos héroes nacionales.
Cuatro de las cinco ciudades del Bajío son Patrimonio de la Humanidad
Una ruta con inagotables yacimientos de metales viles que aceleraron el asentamiento español, caminos reales, pueblos mágicos y leyendas fascinantes, las telenovelas de la época, como no podía ser de otra forma, en la patria de los culebrones.
QUERÉTARO
Si La Zacatecana le invita a su fiesta en su casona del siglo XVII, hoy convertida en museo, desconfié. Habrá llegado a Santiago de Querétaro, a su casco histórico, que reúne nada menos que 1.400 monumentos. Cuenta la leyenda que la mera dueña convenció a su amante de matar a su esposo y luego ella misma acabó con la vida del iluso mozo. Poco después, ella apareció muerta y los sucesivos propietarios no tuvieron estancias tranquilas. Si observa con atención verá su alma en pena asomada a una ventana.
La piedra rosada y los balcones de hierro forjado caracterizan la arquitectura de esta tranquila y cuidada ciudad, ideal para pasear, llena de edificios coloniales y jardines como el Obregón, el zócalo (plaza) con sus frondosos árboles y su coqueto quiosco de música. No se pierda el claustro barroco del antiguo convento de San Agustín, hoy Museo de Arte, y si puede deléitese con una visita guiada.
En la Plaza de Armas o Plaza de la Independencia se encuentra la antigua Casa Real y cárcel, un edificio del siglo XVIII. Le llamará la atención sus celdas de castigo para altos y para chaparritos. Una tortura ciertamente. Dejará la ciudad como ha entrado, por la avenida de los Arcos, con la espectacular vista del acueducto, el símbolo de la ciudad y el tercero más grande del mundo.Una construcción del XVIII, con 74 arcos y una longitud de 1.300 metros.
Parada y fonda. Hotel La Casa del Atrio. Un hotel-tienda-museo sorprendente. Déjese apapachar (mimar) por la cocinera y sus chilaquiles rojos para desayunar.
SAN MIGUEL
Visita obligada para la que es una de las ciudades más bonitas de México y una de las mejor conservadas. Situada en una colina sobre la ladera de un volcán invita a callejear sin prisa, aunque sus empinadas y empedradas calles sin apenas banquetas (aceras) dificulten los paseos. Pero como dicen los locales “para todo mal mezcal y para todo bien… también”.
La dicotomía entre el mezcal y el tequila divide México, pero en estos lares del centro del país estamos en territorio DO mezcalí. Bohemio y con mucho ambiente, su centro histórico está lleno de edificios bien conservados de los siglos XVII y XVIII, de paredes ocres y rosadas tan típicas de la ruta, con elaborados detalles arquitectónicos y suntuosos interiores que le imprimen carácter. Antes la vida se hacía en el interior de las casonas, con sus magníficos patios interiores. Algunas de ellas se han restaurado y son imponentes restaurantes y hoteles boutique.
Entre sus joyas destaca la icónica parroquia de San Miguel Arcángel, en la que se mezcla barroco y neogótico. La belleza de su fachada desdice su interior. La de San Francisco, destaca por su bella fachada churrigueresca. No deje de visitar la Casa Museo de Ignacio Allende, el héroe nacional, ni el centro cultural El Nigromante.
Parada y fonda. Hotel colonial Imperio de Ángeles; déjese seducir por la nueva cocina mexicana-fusión en el hotel boutique Casa Primavera y por la exquisita cocina de autor del chef mexicano y uno de los mejores del mundo Enrique Olvera, en el precioso restaurante Moxi.
GUANAJUATO
Un embrollo de 13 túneles y subterráneos es el acceso más rápido y cómodo a Guanajuato. Una imponente, preciosa y cosmopolita ciudad de colores pastel y que mira al visitante desde más de 2.000 metros de altura. Casi todo aquí es descomunal: la obra de ingeniería para encauzar el río y evitar las inundaciones, el monumento a El Pípila, que facilitó la derrota española de la Alhóndiga de Granadinas y ofrece la mejor panorámica de la ciudad; sus ricos yacimientos de plata, encabezados por la mina La Valenciana, que auparon a la ciudad como el mayor productor del mundo en el siglo XVIII. La fachada de su iglesia se considera una de las cumbres del arte churrigueresco.
Grande, muy grande, es la devoción que aquí sienten por Cervantes y el Quijote, cuyos restos mortales allí reposan. En Guanajuato destaca su ambiente universitario y cosmopolita con el Festival Cervantino como cita anual. Representaciones de entremeses y callejonadas (tunas) parten del Jardín Unión, frente al Teatro Juárez, punto de encuentro de la ciudad, con sus coquetos cafés y restaurantes, y recorren las empinadas calles.
La barroca Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato, en la animada plaza de La Paz, es el monumento más conocido. Muy cerca, a 54 km de allí, el cura Miguel Hidalgo tocó la campana de su parroquia para incitar a la insurrección. Fue el Grito de Dolores, 16 de septiembre de 1810. Hoy la localidad se llama Dolores Hidalgo. Prométase amor eterno en el callejón del Beso, el más estrecho de la ciudad y su mayor leyenda.
Parada y fonda. Hotel Villa María Cristina, un exquisito y exclusivo alojamiento, donde se sentirá como un aristócrata. No se pierda el restaurante La Trattoria, cocina italiana y fusión, con unas vistas fantásticas al animado zócalo, y disfrute en el estiloso El Midi, comida francesa.
SAN LUIS DE POTOSÍ
La sola visita a esta capital bien vale un potosí, pero si tiene dudas recorra sus alrededores y descubra desiertos, montañas, selvas y exuberantes cascadas, como la de Tamul, de 105 metros de altura y otros 300 de profundidad. Mención aparte merece la región Huasteca.
En la ciudad, diseñada a partir de una plaza central, con su catedral, el estilo barroco y el neoclásico conviven en sus iglesias y sus enormes casonas, donde destacan sus grandes ventanales y sus balcones de herrería y ménsulas esculpidas.
El pasado minero de la ciudad se vislumbra en sus opulentos edificios. La Plaza de Armas es uno de los lugares de reunión, allí está el Palacio de Gobierno, donde vivió Benito Juárez, y al este la catedral metropolitana, famosa por sus dos torres construidas en épocas distintas. Cerca, en la Plaza del Carmen y del templo del mismo nombre, de estilo barroco, parte cada Viernes Santo la Procesión del Silencio, la segunda más importante del mundo. Recorra la ciudad en alguna de las réplicas de los antiguos tranvías (2,6 euros adultos).
Parada y fonda. Hotel Panorama en el casco histórico. Pruebe el restaurante Cielo Tinto, una antigua y preciosa casona restaurada con su magnífica carta de platos, destacan pescados y mariscos, y vinos. Un placer para los sentidos y el paladar.
ZACATECAS
No hay mejor forma de acceder a la ciudad que al anochecer cuando se enciende su impresionante iluminación y Zacatecas cobra un aire de ensueño. Inmensa, poderosa y espléndida, se asienta sobre las laderas del Cerro de La Bufa con su fastuosa arquitectura religiosa y civil, como los palacios, con sus balcones de hierro forjado, y sus calles estrechas y adoquinadas.
Como en otras ciudades, los yacimientos de plata condicionaron su desarrollo. Hoy es una tranquila y animada ciudad. Su catedral, segunda mitad del siglo XVIII, pasa por ser la obra maestra del barroco mexicano, en la que destaca su fachada; al lado, la Plaza de Armas, con el Palacio de Gobierno y el Cerro de La Bufa como paisaje de fondo.
Para acceder a él nada mejor que utilizar el teleférico y disfrutar de las mejores vistas de la ciudad bajo la atenta mirada de la escultura ecuestre de Pancho Villa que en Zacatecas logró una sonora victoria militar. Interesante y curiosa es la visita a la antigua mina de El Edén, con más de cuatro siglo de explotación. Se accede en un trenecito y en su interior encontrará una espectacular discoteca.
Parada y fonda. Hotel Casa Torres, en el corazón de Zacatecas, de estilo colonial y cuidado diseño. Para comer pruebe el Mesón de Jobito y disfrute de las ricas especialidades locales. Para despedirse de los tesoros coloniales deguste unos mezcales en la cantina de Las Quince Letras.
Pistas
Carretera y manta • Aeroméxico vuela a diario y sin escalas desde Madrid a Ciudad de México. Le recomendamos un vuelo nocturno. Aviones cómodos e impecable servicio. Desde 723 euros. Una vez en México, lo mejor es alquilar un coche para recorrer la ruta colonial. Información en Visitmexico.com.
Ruta de la plata • El Camino Real de Tierra Adentro, también conocido como Camino de la Plata, era una importante ruta de 1.400 km, que enlazaba las distintas ciudades mineras del Bajío desde el norte de México a Texas y Nuevo México, en EE UU, para transportar la plata.
Agua de horchata, de Jamaica y nieves
• Refrescantes y deliciosas, en México hay aguas de casi cualquier cosa. La de hortacha se hace con arroz, canela y vainilla; la de Jamaica es una infusión de flores de color rojo y se puede tomar fría o caliente, y las nieves son los helados.