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Informe de los auditores de la UE

Las agencias de calificación siguen campando a sus anchas en la UE

Standard & Poor’s y Moodys siguen campando a sus anchas en Europa cinco años después de que Bruselas crease una agencia dedicada expresamente a atar en corto a las agencias de calificación.

El nuevo organismo de supervisión, con sede en París, parece todavía incapaz de enfrentarse a unas empresas tan gigantescas y poderosas como las agencias de rating estadounidenses, según concluye un informe del Tribunal de Cuentas europeo que se hará público hoy.

Los auditores de la UE consideran que la Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM o ESMA, según sus siglas en inglés) supone una buena base para el futuro, pero, de momento, carece de recursos humanos suficientes para ejercer una vigilancia estricta; ha descuidado el control de los potenciales conflictos de interés en el seno de la agencias y no ha logrado fomentar la competencia en el sector por culpa, en gran parte, del BCE. Al Tribunal parece disgustarle hasta la página web de la AEVM, con menos información y menos clara, según la auditoría, que la de su homólogo estadounidense.

Entre los problemas que los auditores sacan a la luz figura la falta de personal. La Autoridad solo cuenta con 15 empleados dedicados a vigilar a las agencias, subraya el informe del Tribunal, impulsado por su miembro español, Baudilio Tomé. El nuevo sistema de registro y supervisión tampoco parece haber logrado el objetivo de ampliar la competencia en un mercado dominado por el duopolio estadounidense.

En este caso, el Tribunal de Cuentas apunta al Banco Central Europeo como el culpable de haber favorecido que las grandes agencias sigan dominando el lucrativo mercado europeo. S&P y Moody’s se reparten el 75% de los ingresos del mercado europeo de ratings, a razón de 40,4% y 34,6% respectivamente, según los datos de la AEVM.

El BCE ha establecido sus propios criterios para decidir qué agencias pueden calificar los activos que se presentan en Fráncfort como colateral. Y ese baremo solo lo superan las cuatro mayores agencias de rating de las 23 aceptadas por la ESMA. El BCE también toma en cuenta los ratings de otras dos agencias más pequeñas, pero solo para un número reducido de operaciones.

Las restricciones del BCE “han perpetuado, de facto, la división del mercado de las agencias en dos categorías, en el cual las pequeñas no pueden competir en igualdad de condiciones con las grandes”, critica el informe.

Tomé contrasta la situación de Europa con la de EE UU, donde “la Reserva Federal acepta los ratings de las 10 agencias autorizadas por el supervisor, que es la SEC [Securities Exchange Commission]”.

El BCE contraataca, en respuesta oficial a las críticas del Tribunal, asegurando que su sistema de certificación está abierto a cualquier agencia y que sus criterios son tan exigentes para protegerse ante posible riesgos financieros. El banco presidido por Mario Draghi niega que esté ejerciendo una supervisión paralela de las agencias y afirma que su relación con ellas es como mero usuario de sus ratings.

El filtro añadido por Francfort, sin embargo, parece alimentar las dudas sobre la eficacia lograda por la ESMA hasta ahora.

Fuentes del Tribunal de Cuentas reconocen que la proporción de fuerzas entre la Autoridad y las grandes agencias de rating recuerdan al cuento de Gulliver... pero con un número muy escaso de liliputienses. “Las agencias facilitan al supervisor muchísima información, pero no hay personal para explotar tanto volumen de datos”, lamentan los auditores.

El informe de Tomé echa en falta, en concreto, una supervisión más rigurosa de los potenciales conflictos de interés en las agencias de rating. La ESMA, según Tomé, no ha examinado de manera suficiente si las agencia mejoran las notas de los clientes que les compran otros servicios.

Tomé también recuerda que “en las agencias se maneja muchísima información privilegiada” y reclama a la Autoridad de París que vigile de manera más estrecha si las propias agencias la utilizan en beneficio propio en la gestión de sus inversiones.

La AEVM acepta en parte la recomendación de vigilar más los conflictos de interés, pero recuerda que sus dos únicos toques de atención a las agencias han sido relacionados con los conflictos de interés. Dos toques desde 2011.

Bruselas duda sobre el desarme arancelario ante china

La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, comparece hoy ante el Parlamento Europeo para un debate, previsiblemente apasionado, sobre las crecientes relaciones comerciales de la Unión Europea con China, que ya mueven 1.000 millones de euros al día. Malmström deberá hacer frente a un hemiciclo dividido sobre las intenciones de la CE, por ahora frustradas, de reconocer a China como una economía de mercado que compite en condiciones normales con el resto de socios de la Organización Mundial de Comercio. Ese estatuto impediría a la UE mantener los aranceles antidumping que ahora aplica a aquellos productos chinos cuyos precios son artificialmente bajos gracias a las subvenciones de Pekín.

Algunos sectores industriales, como el siderúrgico, temen el impacto de ese desarme. Pero otros lo consideran manejable y, sobre todo, no desean enemistarse con un Gobierno chino que reclama el nuevo estatuto 15 años después de su accesión a la OMC. El acuerdo de ingreso prevé que el 11 de diciembre de 2016 China será considerada como economía de mercado salvo que se adopte una decisión en sentido contrario. Bruselas duda si dejar expirar el plazo y satisfacer a Pekín o prolongar la posibilidad de establecer defensas arancelarias. Malmström ha advertido de que en la decisión no se tomarán solo en cuenta los intereses de determinados países o sectores, sino también el peso tremendo que tiene China en la economía europea.

El gigante comunista se ha convertido en el segundo socio comercial de la UE, solo por detrás de EE UU. Europa es la primera fuente de importación para China y más de tres millones de puestos de trabajo en el Viejo Continente dependen de las exportaciones al país asiático. La relación, además, ya no se basa solo en la mano de obra barata de China. Las inversiones chinas hacia la UE no paran de aumentar y Bruselas calcula que pronto podrían superar a las que van en sentido contrario.

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