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Columna
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Teherán todavía es tóxico

Puede que Irán se haya liberado de las sanciones económicas diseñadas para evitar que desarrollara armas nucleares. Pero, económicamente, sigue siendo radiactivo. Las restricciones a que los individuos estadounidenses hagan negocios con la república islámica y las leyes contra la financiación del terrorismo harán que Teherán sea un destino tóxico. Hasta que pueda demostrar que ya no es un estado apestado, puede que los beneficios de más exportaciones de petróleo y comercio sean limitados.

El presidente estadounidense se movió rápido tras el 16 de enero para levantar algunas sanciones contra Teherán. La ONU determinó ese día que el país ha completado las promesas hechas a seis potencias mundiales en julio para limitar su programa nuclear. Se espera que el levantamiento de los embargos al comercio desbloquee casi 30.000 millones de dólares (unos 27.500 millones de euros) de los fondos iraníes congelados y desencadene un auge de la inversión, sobre todo en la industria del petróleo.

Pero para que eso suceda, Irán necesitará una inversión masiva y la cooperación de los bancos internacionales. Es poco probable que falte poco para eso mientras Teherán siga siendo el centro de atención de la comunidad internacional por cuestiones que van desde los derechos humanos a la financiación de conflictos transnacionales y el blanqueo de dinero.

Sin libre acceso a financiación para el comercio y a las cartas de crédito, las empresas seguirán encontrando dificultades para sacar provecho de la apertura de un país que en 2014 tenía una economía del mismo tamaño que Austria, según McKinsey. Eso puede significar que el auge que se espera en los negocios de Irán se restrinja inicialmente a los servicios que no requieren transacciones transfronterizas, que son pocos. Irán ha refrenado sus ambiciones nucleares, algo que es de agradecer en la economía mundial, pero el país aún debe cuidar su descontaminación.

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