COP 21. Empezar es la mitad del camino
Horacio es considerado el principal poeta de la Roma clásica. Su influencia desde el año 35 a.C. ha llegado hasta nuestros días, de modo y manera, que una de las expresiones que este lírico latino acuñó, puede resumir las conclusiones de la conferencia del cambio climático de París. “Empezar es la mitad del camino”.
El acuerdo que han firmado este sábado 195 países de todo el mundo, sitúa en 2020 el inicio de los compromisos para frenar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Pero gracias a la atención generada en los meses previos y a los debates celebrados en la capital francesa desde el 30 de noviembre, en la llamada conferencia de partícipes (COP21), gran parte del camino está ya andado, aunque todavía falten cuatro años para la fecha de implementación del nuevo pacto climático.
París nos ha hecho abrir los ojos y ya nadie duda, ni en la ciencia ni en la ciudadanía, de que tenemos un problema, causado por la propia acción humana. La eyección de dióxido de carbono fruto de los combustibles fósiles captan la radiación infrarroja produciendo calentamiento global. Si no hacemos nada por parar este uso, cuando termine el siglo XXI la temperatura del planeta habrá aumentado cuatro grados, con efectos devastadores para la humanidad. Aun ejecutando planes como el de París, bajar a dos grados el aumento del calentamiento global, traería desequilibrios que harían desaparecer miles de poblaciones costeras y bosques en medio mundo.
Ahora, parar esa tendencia está en nuestra mano y ya no podemos escudarnos en la falta de acuerdo de los Estados, la inoperancia de los políticos o la codicia del capitalismo de las multinacionales. El acuerdo de la cumbre de París junto con las oportunidades que hoy ofrece la tecnología, son las palancas sobre las que impulsar un nuevo activismo ciudadano, que no responde a ideologías, y que empieza por nosotros mismos, en nuestras casas y en nuestras ciudades.
El cambio climático no está causado solo por las chimeneas de grandes industrias en China o India, sino que tiene su base en nuestro desaforado consumismo, nuestra indolencia para reciclar o nuestro complejo cuando no egoísmo para usar más el transporte público. De hecho el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero se producen en nuestra actividad diaria. Tenemos al alcance de nuestra mano el poder de contribuir a su freno a través de pequeños gestos cotidianos pero a la vez poderosos como, por ejemplo, los 15 millones de toneladas de CO2 no emitidas gracias al reciclado de los envases del contenedor amarillo y azul en España.
En 2030 seremos nueve mil millones de habitantes en el planeta, por ello es imprescindible repensar, como nos recuerda el Papa Francisco en su encíclica Laudato si sobre el cuidado de la casa común, la forma que tenemos de producir y consumir cuando los recursos serán cada vez más escasos. El ecodiseño, la economía circular, el reciclado y el consumo responsable, sin olvidar la acción de los emprendedores, en un momento en el que se ha democratizado el acceso al capital y al conocimiento, son las heramientas que tendremos que usar. El ya mítico emprendedor en serie, Elon Musk, con Tesla, está acercando, por fin, el coche eléctrico a los consumidores gracias a sus nuevas baterías que harán posible además un menor consumo en nuestros hogares. También, desde España, estamos ayudando con los disruptivos contadores eléctricos de los emprendedores de Green Momit, catalogados como una de las 50 startups de mayor impacto en Europa, puesto que con sus dispositivos smart, alineamos compromiso medioambiental y ahorro en la factura de la luz.
Es también el momento de las energías limpias y la movilidad sostenible. En París unos de los temas recurrentes en las sesiones ha sido el papel de las ciudades como agentes del cambio para alcanzar una economía baja en carbono. Ya existen buenas prácticas para seguir el caso de Islandia, por ejemplo, con el 100% de su energía de origen renovable a través de la geotermia. Adelaida desde Australia explicó cómo una ciudad puede apostar por las energías limpias y por la innovación para conseguir que el 40% de su energía proceda de fuentes renovables, recortando sus emisiones un 20% mientras que ha incrementado su PIB en un 28% y todo ello con un incremento de población de un 27%. Bristol en el Reino Unido ha pasado de ser una de las ciudades más industrializadas del planeta a convertirse en un modelo de sostenibilidad, como ha puesto de manifiesto su título este año de European Green Capital, cogiendo el testigo de las modélicas Vitoria en España y Copenhague en Dinamarca.
Convivimos con alertas por contaminación que pensábamos que no nos afectaban porque estábamos lejos de Beijing, Delhi o México DF pero ya no solo Madrid sino hasta Oviedo, sufren protocolos antipolución. El problema está aquí pero la solución también está en nuestras manos. En el MIT hablaron hace unos años del gran desacople, una coyuntura diabólica en la cual los problemas crecían rápidamente y en cambio las soluciones iban muchísimo más despacio. Hoy, en cambio, conocemos bien los problemas que causa el cambio climático pero también, con una economía digital en que los ciudadanos en todo el mundo se están empoderando frente a las injusticias, tenemos las soluciones en nuestras casas y en nuestros propios hábitos. Por ello, comencemos a cambiar, porque si lo hacemos, ya sabemos desde hace 2000 años, que “empezar es la mitad del camino”.
Óscar Martín es consejero delegado de Ecoembes.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School.
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