El pacto de unidad blinda la economía
La embestida secesionista de los partidos independentistas catalanes, planteada con desprecio absoluto a las leyes en vigor y al resultado de las pasadas elecciones autonómicas, tiene nulas posibilidades de triunfar. La unidad de los partidos nacionales que defienden la integridad del territorio español es la mejor garantía de que las aventuras separatistas se quedarán en el limbo de las ensoñaciones de sus ideólogos. El respaldo a las posiciones que el Gobierno defiende, y que tendrá que aplicar si el paso de los sediciosos se acelera, está garantizado al menos por el Partido Socialista y Ciudadanos, se firme o no un documento que recoja su compromiso. Hasta ahora Moncloa se compromete a coordinar sus decisiones de aplicación de la ley con gradualidad y proporcionalidad con los dos partidos citados, así como a dejar al margen de la disputa electoral este delicado asunto.
La presencia del líder de Podemos en Moncloa es obligada porque todo el mundo debe ser escuchado, y nadie sobra en la defensa contra una arremetida a las leyes democráticas y la unidad del territorio como la practicada por los independentistas catalanes. Pero difícilmente pueden unificar la hoja de ruta un presidente del Gobierno que ha empeñado su palabra y su tarea en la defensa de la integridad territorial y un político que abriga una ideología de izquierda radical que explícita su deseo de poner a disposición de la ciudadanía el derecho a decidir, pese a que en sus posiciones ideológicas siempre ha anidado la defensa del más jacobino de los centralismos.
Mantener la unidad ahora sellada no será nada fácil cuando la refriega electoral suba gradualmente el tono, dado que ninguno de los partidos, ninguno, obtendrá el resultado al que estaba acostumbrado hasta ahora, a juzgar por las encuestas. Pero es un ejercicio que merece la pena practicar con rigor porque la situación política y económica del país no permite frivolidades. La política, porque nunca nadie dio paso tan alejado de la cordura como el que ahora han capitaneado los políticos secesionistas catalanes; y la económica, porque se resiente sobremanera de la política, por muy neutralizado que pareciese estar tal riesgo en los últimos meses, especialmente desde las elecciones catalanas de septiembre.
La recuperación de la economía ha alcanzado valores cuantitativos notables, con un PIB que avanza a tasas del 3,4% anual y genera empleo con avances superiores al 3%; pero los altos niveles de endeudamiento de los agentes privados y públicos y la excesiva dependencia del exterior para mantener la línea de financiación abierta (unos 300.000 millones de euros de refinanciación al año, con casi un 100% de deuda externa) aconsejan mantener la línea maestra de la política económica y aislarla de cuanto ruido político se produzca a su alrededor. El pacto de los grandes partidos garantiza el blindaje que la economía precisa.