El euro pasa de escudo protector a trampa peligrosa
El discurso oficial se repite incansable desde 2008: la protección del euro ayudó a los socios de la moneda única a amortiguar las consecuencias de la Gran Recesión. Pero ahora que la zona euro sigue renqueando mientras la mayor parte del planeta se ha olvidado de Lehman Brothers, la leyenda del euroescudo empieza a derrumbarse. Y Bruselas admite ya que la estructura fallida de la Unión Monetaria y los errores políticos en la gestión de la crisis han agravado la situación hasta el punto de atrapar a algunos socios del euro en un peligrosísimo círculo vicioso de difícil salida.
En un informe inusitadamente sincero, publicado la semana pasada, Bruselas reconoce que la zona euro no solo es el peor enfermo de la economía mundial, sino que su pésima recuperación no tienen parangón con otras etapas de su historia.
“La recuperación de la zona euro ha sido débil tanto en comparación con sus propios estándares históricos, como en comparación con la recuperación de otras economías avanzadas”, admite Marco Buti, director general de Asuntos Económicos de la Comisión europea, en la presentación del documento (Quarterly Report on the Euro Area).
Aparte de las diferencias con EE UU, ya conocidas, el informe elaborado por funcionarios del departamento de Buti es especialmente revelador en cuanto a la grave repercusión que ha tenido para los socios del euro afrontar por primera vez una crisis dentro del corsé de una Unión Monetaria con graves carencias en su estructura.
Las consecuencias de esos fallos estructurales y coyunturales de la zona euro han sido devastadoras, según el infome. De entrada, la recuperación de los socios del euro ha sido más lenta y penosa que la de esos mismos países en las crisis de los años 1980 y 1990, cuando mantenían su propia divisa.
La economía europea ha estado sometida, además, a una fuerza centrífuga sin precedentes y el impacto entre los socios ha sido mucho más dispar que cuando no compartían moneda, para desgracia de los países más afectados como España, Portugal o Irlanda. “Entre 2011 y 2014, por ejemplo, las divergencias cíclicas entre los Estados miembros alcanzaron niveles jamás vistos en las etapas similares del ciclo de actividad en los años 1980 y 1990”, señala el informe publicado por la CE.
Y la zona euro se expone, por último, a un estancamiento secular. E incluso si se libra de esa pesadilla, podría estar condenada, como mínimo, “a un crecimiento potencial que probablemente será inferior al de la mayoría de las economías avanzadas”. Lo más preocupante es que el origen de esa dramática realidad no se encuentra simplemente en los excesos de deuda o en las burbujas inmobiliarias. Según Bruselas, a esos desequilibrios macreonómicos se les ha sumado la ausencia de mecanismos anticrisis y de instrumentos para compartitr riesgos. La letal combinación “ha actuado como un poderoso amplificador del shock [económico]”, señala el documento.
La crisis también se agravó por un proceso de consolidación presupuestaria mucho más acelerado y procíclico en la zona euro que en otras economías avanzadas. El documento se abstiene de recordar que esas prisas fueron impuestas por algunos socios (como Alemania y Holanda) para que cada país asumiese el coste de su crisis sin establecer mecanismos comunes para sufragarlos.
Para colmo, según el informe, “la zona euro parece atrapada en un círculo vicioso en el que el desapalancamiento lleva a una persistente debilidad de la inversión y a un frágil crecimiento, que a su vez limita el desapalancamiento y frena aún más la inversión”. Para superar ese trabalenguas, Bruselas reomienda “pasos decididos” para completar la arquitectura de la Union monetaria. En los últimos cuatro años, se ha dado alguno tímido, como la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad, que puede conceder préstamos a los países en dificultades. Y se ha iniciado la unión bancaria. Pero el proceso es lento y la Unión monetaria sigue incompleta. Es decir, que el euro sigue siendo una apuesta casi tan arriesgada en 2008 como en 2015.
Merkel y el PP europeo llegan a Madrid para apoyar a Rajoy
La plana mayor del Partido Popular Europeo (PPE), con la canciller alemana al frente, tiene previsto desembarcar esta semana en Madrid para una cita (21 y 22 de octubre) que pretende arropar a Mariano Rajoy ante la convocatoria de las elecciones generales del 20 de diciembre. El PPE celebra en la capital española su congreso anual a sabiendas de que a finales de año se juega el poder en un país que ha intentado presentar como ejemplo del éxio de la austeridad recetada por Berlín. “España es el buque insignia de nuestras reformas”, señalan desde el PPE en Bruselas, en pleno ajetreo con los preparativos para Madrid. De ahí, añaden, el desembarco de las figuras más promientenes del partido, desde Angela Merkel a Nicolas Sarkozy, en un momento en que la reválida electoral de esas recetas está en entredicho.
Los populares han salido mal parados en las elecciones en Portugal, hasta el punto de que la izquierda domina el Parlamento. Los sondeos también apuntan a su derrota en Polonia, a pesar de los ocho años aparentemente de éxitos del Gobierno conservador. La caída en Madrid supondría la consumación de un año desastroso, en el que Alemania podría convertirse en el único grande gobernado por el PPE y aun así, en coalición con los socialistas.
Merkel y compañía intentarán evitar por todos los medios ese giro y la reunión de Madrid de esta semana pone en marcha la campaña de apoyo al PP español de cara a unas elecciones generales que se anuncian como las más divididas de la historia reciente. Los conservadores recuerdan que el mismo pronóstico se hizo en Reino Unido a principios de año y David Cameron acabó ganando por mayoría absoluta. Pero reconocen que el caso español no es exactamente igual y que es mejor contar con el apoyo bien visible de los principales líderes europeos.