_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Imposible golpear la realidad

El personal de Air France puede golpear a sus jefes, pero no a la realidad financiera. El asalto de los trabajadores al director de recursos humanos de la apurada compañía aérea no fue totalmente irracional. Pero Air France no es financieramente lo bastante fuerte como para ceder.

La acción directa de los empleados franceses enfadados no es nada nuevo. El bossnapping –retener a los ejecutivos durante la noche contra su voluntad– ha caído sobre ejecutivos de compañías como Goodyear, Caterpillar y Sony en los últimos años. La intimidación física a veces funciona. Ataques y detenciones forzaron a Uber a suspender uno de sus servicios en julio. Además, el gobierno francés ha sido tradicionalmente favorable a las reclamaciones laborales, sobre todo cuando mueven a la opinión popular. El Estado es también dueño del 17% de la compañía matriz Air France-KLM.

Esta protesta en particular, sin embargo, parece una fantasía. El gobierno está actuando de forma dura, ayer aseguró que una renacionalización de esta compañía en pérdidas no está en la agenda. La población no parece apoyar a los pilotos. Según los datos de una reciente encuesta del diario Le Parisien dos tercios los consideran quejicas y privilegiados.

Y lo que es más importante, ninguna cantidad de camisas rasgadas con agresividad podrá cambiar los números. La factura de los salarios de Air France supone el 30% de sus ingresos, más del doble de la proporción que registran algunos de sus competidores directos como Emirates y easyJet.

Después de tres profit warnings el año pasado, y una reestructuración fallida a principios de este año, su más reciente plan B de recortar 2.900 puestos de trabajo para 2017 –incluyendo 300 pilotos– parece mínimo.

La deuda neta es el doble de la capitalización de mercado de Air France-KLM, una cifra mucho peor que la de sus rivales. Si no puede mantenerse firme en sus propósitos, la brecha entre el grupo y sus rivales –con una bajada en el precio de las acciones del primero de un 24% desde enero, frente a las subidas de hasta un 8% de media de sus rivales– no hará más que ampliarse.

Archivado En

_
_