Un mecánico para Volkswagen
Apasionado del mundo del motor desde que entró como aprendiz en Audi, Matthias Müller asume el mando del grupo alemán en un momento complicado
Su nombre aparecía en todas las quinielas como sustituto de Martin Winterkorn al frente de Volkswagen. El viernes pasado se confirmaban los rumores y Matthias Müller (Chemnitz, Alemania, 1953), que ocupaba el cargo de presidente de Porsche hasta su nombramiento al frente del consorcio automovilístico, asumía el reto de sacar adelante la compañía tras el estallido del escándalo de la manipulación de las emisiones de los motores diésel. “Bajo mi liderazgo, Volkswagen hará todo lo posible para desarrollar e implementar estándares más estrictos en nuestra industria”, aseguraba este ejecutivo cuando se hacía público su nuevo cometido.
El diario Financial Times describe a este alemán de ojos azules y cabello blanco como un enérgico ejecutivo, que tiene los pies siempre en el suelo y para el que hablar incluso de los temas más delicados no supone un problema: recientemente mostraba su apoyo a los inmigrantes y refugiados que en los últimos meses han llegado hasta Alemania en busca de un futuro mejor. Müller tendrá que echar mano de sus mejores armas para llevar a cabo la titánica tarea que tiene por delante. Nacido en Sajonia, es un respetado directivo del sector, dicen que con madera de líder y que puede ser considerado un hombre de la casa. Y es que lleva casi cuatro décadas dedicando sus esfuerzos a la firma automovilística alemana, donde comenzó su pasión por el mundo del motor.
Aunque hay quienes consideran que su llegada a la máxima dirección le convierte, por su edad (62 años) en un ejecutivo de transición, también son muchos los que le consideran el profesional más adecuado para recuperar la maltrecha reputación de Volkswagen.
Nacido en la Alemania del Este, se trasladó de niño al Oeste, cursando estudios de secundaria en Ingolstad. Su carrera empezó en Audi, firma que pertenece al grupo Volkwagen, pero lejos de los despachos. El hoy primer ejecutivo de la compañía se incorporó como aprendiz especializado en fabricación de herramientas en 1977; fue durante un curso que le llevó a los talleres y que –cuentan– fue el origen de su amor por los coches. Mancharse las manos de grasa puede haberse convertido en uno de los puntos a favor de su nombramiento, ya que en Volkswagen se valora mucho el conocimiento de todas las divisiones del negocio. Después se trasladó a Múnich a estudiar ingeniería informática para más tarde regresar al lugar donde empezó todo y donde en poco tiempo llegó a dirigir la división de Análisis de Audi AG.
Encargado en la década de los noventa de la gestión de proyectos de esta marca, y también de Seat y Lamborghini, en la carrera de Müller no han faltado ocupaciones al frente del conjunto de Volkswagen (como jefe de estrategia de producto) y, por supuesto, en Porsche (cuyos pasos dirigía desde 2010). Este paso por diferentes áreas del grupo parece haber jugado también a su favor para convertirse en máximo responsable gracias a su visión global de la compañía.
También ha pesado en su elección el contar con el apoyo de Ferdinand Piëch, nieto del fundador de Porsche que ocupó el cargo al frente de la compañía unos años antes que Winterkorn, con el que mantuvo recientemente una dura batalla por el poder. Müller era el candidato de consenso de la mayor parte del consejo, pero sobre todo el preferido por ejecutivos de peso, como los de la familia Piëch. De hecho, las disputas anteriores al escándalo entre Piëch y Winterkorn hicieron ya a muchas voces especular con que el nombre del actual primer ejecutivo fuera considerado hace tiempo para hacerse cargo de la empresa.
Amante de todo lo relacionado con los coches, la prensa internacional destaca entre sus virtudes su capacidad de convicción
Pese a la buena relación que existe desde hace años entre su predecesor y Matthias Müller (su carrera siempre ha ido ligada a los pasos del ya expresidente ejecutivo), el nuevo responsable del grupo alemán no está tocado por la polémica manipulación de los coches diésel para burlar los controles de emisiones contaminantes que le ha costado el cargo a su predecesor.
Gran amante de todo lo relacionado con los coches, la prensa internacional destaca algunas de sus virtudes, como su capacidad de convicción. También aseguran que es un ejecutivo que deja claras sus ideas, sin importar si son o no del agrado de sus superiores, algo por lo que se ha ganado la fama de inconformista. El presidente interino del consejo de supervisión, Berthold Huber, se refirió a él como alguien de “gran competencia social, empresarial y estratégica”.
El nuevo hombre fuerte de Wolsfsburgo, donde está la sede del gigante alemán, tiene a sus espaldas méritos como la recuperación de la firma Porsche tras la crisis. En cuatro años consiguió prácticamente doblar el número de coches vendidos, alcanzando casi las 190.000 unidades el año pasado. Pero el reto al que se enfrenta ahora es ma_yor. Según explicaba el propio Müller al hacerse pública su elección, “mi tarea más urgente es devolver la confianza en el grupo, sin escatimar esfuerzos y con la máxima transparencia”.
Este ejecutivo, que se declaraba recientemente convencido de que los coches no deberían convertirse en smartphones con ruedas, ya ha dejado clara su intención de que Volkswagen no solo se recupere de lo sucedido, sino que también aprenda la lección. Su determinación se pone más que nunca al servicio de la compañía donde ha crecido como profesional y a la que tendrá que pilotar por uno de los caminos más complicados por los que ha transitado.