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Mercado internacional

Listos para el tercer asalto

Pese a que la crisis económica iniciada en 2008 ha supuesto un freno, las grandes compañías españolas han proseguido con sus planes de internacionalización y consolidación a un ritmo menor y adaptando sus estrategias a un contexto económico adverso.

En los últimos años, el desarrollo internacional de las multinacionales ha sido más positivo de lo que el análisis de las cifras relativas a sus flujos de inversión exterior haría suponer, apunta Xavier Mendoza, profesor de ESADE y director del Observatorio de la Empresa Multinacional Española (OEME). “Si bien es cierto que se ha producido una ralentización del ritmo de expansión, tal como pone de manifiesto la fuerte contracción de los flujos de inversión exterior directa (IED) a partir de 2009, sin embargo, la evolución de los resultados de sus filiales entre 2009 y 2013 ha sido, en términos agregados, claramente favorable”, afirma.

El volumen medio de inversión bruta anual en otros países está en torno a los 15.000 o 16.000 millones de euros. “Si comparamos de dónde veníamos [en 2007 se invirtieron 98.000 millones de euros, una cifra extraordinaria] parece que hemos bajado muchas revoluciones, pero la realidad es que el volumen actual es mucho más acorde con el tamaño de la economía española y con su peso en la internacional”, subraya Mendoza. Es decir, hemos dejado de ser uno de los principales emisores mundiales de IED para colocarnos como un país inversor mediano. En términos de stock de IED, en 2014 España representaba el 2,6% y ocupaba la undécima posición.

Somos un país con un tejido empresarial de micro, pequeñas y medianas empresas, con una proporción muy baja de grandes compañías, ­aproximadamente un 2%, frente al 7% de Alemania y Francia, de acuerdo con Euro­stat. “Con todo, el gran despliegue internacional de grandes grupos en las últimas décadas ha permitido consolidar a algunos como jugadores globales de referencia. En la actualidad hay 27 empresas españolas en el ranking de Forbes de las 2.000 mayores empresas del mundo”, señala Antonio Hernández, socio de KPMG.

POR TODO EL MUNDO

Lo cierto es que las multinacionales españolas lideran proyectos punteros en todo el mundo. En 2014, más del 64% del negocio de las empresas del Ibex 35 se originó fuera de España, casi el doble que hace veinte años. Y un aspecto muy positivo de las entidades internacionalizadas es su heterogeneidad sectorial, puntualiza Hernández: “Muchas cotizadas españolas son líderes globales en sectores tan variados como concesiones e infraestructuras, energía, servicios financieros, ingeniería, química, automoción y alta velocidad ferroviaria, moda y diseño…. También destacan en nuevos segmentos, como la biomedicina, biotecnología, tecnología naval, aérea y sanitaria”.

La lista de multinacionales con proyectos de vanguardia es larga. Algunos ejemplos: el primer productor mundial de energías renovables, principalmente eólica, con más de 14.000 megavatios de potencia instalada, es Iberdrola; el cuarto fabricante mundial de aeroge­neradores por cuota de mercado es Gamesa; la mayor planta solar de tecnología cilindroparabólica está en Solana (Arizona, EE UU), y ha sido instalada por Abengoa, así como la planta localizada en el desierto de Mojave (Los Ángeles); la sexta compañía mundial en implantación eólica, Acciona, presente en toda la cadena de valor de la energía eólica, es la segunda del globo por número de paí­ses en los que dispone de activos. En electricidad y gas, Endesa controla el mayor grupo eléc­trico privado de Latinoamérica a través de Enersis; una de las principales terminales de gas natural licuado en China la construye otra compañía española, Técnicas ReunidasRepsol, una de las diez petroleras privadas de mayor tamaño, ha realizado cinco de los descubrimientos de hidrocarburos más importantes del mundo en los últimos años.

En infraestructuras, las compañías constructoras y de ingeniería son líderes mundiales de su sector. Metros, puentes, autopistas y puertos llevan la firma de ingenieros españoles. El AVE La Meca-Medina, el mayor proyecto de infraestructura de los países árabes; la nueva terminal del aeropuerto de Heathrow (Londres); los metros de Riad, Lima o Nueva Delhi; la ampliación del Canal de Panamá… son solo algunos de los proyectos capitaneados por compañías españolas: ACS, FCC, Abertis, Ferrovial, OHL, Sacyr…

Hay mucho más. En gestión de tráfico aéreo, más de 140 países utilizan la tecnolo­gía de Indra, lo que convierte a España en líder en el sumi­nistro de estos sistemas; la industria aeronáutica doméstica ocupa el quinto puesto europeo por facturación a través de EADS… Dos de las principales entidades finan­cieras del mundo son nacionales, Banco Santander y BBVA, y recientemente Banco Sabadell empuja fuerte; uno de cada cuatro coches que se fabrican en el mundo incorpora productos de Antolín; la primera compañía europea por ingresos y la sexta mundial por capitalización de activos es Telefónica; una de las empresas líderes globales en la producción de medicamentos biológicos derivados del plasma es Grifols; Alsa se ha convertido en una referencia en transporte, con una notable presencia en China… Y, en fin, el mayor grupo de distribución de moda del mundo, con una estrategia que se estudia en las escuelas de negocios, es Inditex.

A PUNTO DE COMPRAR

¿Deberían ser más las empresas internacionales? Sin duda. Las compañías están construyendo todavía su presencia en el mundo, explica Xavier Mendoza. “No hay que olvidar que España empezó a tener empresas de cierta entidad en los años noventa. Por eso, cuando, a veces, se dice que llegamos tarde a algunos mercados, hay que considerar que hemos empezado mucho más tarde. Estados Unidos, Reino Unido u Holanda tienen multinacionales desde hace cien años”, agrega.

Algunos analistas piensan que bien pudiéramos estar a las puertas de la tercera oleada de inversión en el exterior de las firmas del Ibex 35, continúa el profesor de ESADE. “Más allá de posibles adquisiciones, existe una serie de aspectos clave que apoyan dicho pronóstico: la recuperación de la rentabilidad de las filiales en el exterior de las compañías de energía, telecomunicaciones y servicios financieros; la disposición de muchas empresas a crecer mediante compras y el acceso más fácil a los mercados de capitales debido a la bajada de la prima de riesgo y, por tanto, la reducción en los costes de financiación”, explica Mendoza.

Uno de los grandes retos que afronta la economía española, según Antonio Hernández, es consolidar la internacionalización como un elemento estructural para impulsar la transición de pymes a grandes empresas, y así aumentar el número de multinacionales.

Aurelio García del Barrio, director del Global MBA del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), apunta que aspectos como la flexibilidad y la adaptación son claves en el proceso de internacionalización.

EE UU, ahora sin complejos

España ha pasado de seguir un patrón geográfico anterior a la crisis, basado sobre todo en Latinoamérica y Europa, a otro que incorpora Estados Unidos, que se ha convertido en la tercera gran región receptora de inversión nacional. Y este paso lo han dado las empresas en un periodo relativamente corto y en plena crisis económica. Algo que se prevé vaya a continuar en los próximos años, al menos en las compañías del Ibex 35.

Entrar en EE UU ya forma parte de la estrategia de expansión de muchas multinacionales. Es la meca empresarial, al fin y al cabo. Javier de la Nava, profesor del CEF, cree es un mercado complicado, entre otras cosas, por su alto grado de competencia. “Pero eso no significa que no pueda tener éxito la inversión. De hecho, hay varias empresas españolas, sobre todo bancos y constructoras, que están desarrollando allí proyectos muy importantes”, puntualiza.

Casi el 10% de la cifra de negocio de las filiales de las multinacionales españolas se origina en EE UU, donde están presentes más de 290 compañías, confirma el INE.

Sandalio Gómez, profesor de IESE, cree que se ha ido perdiendo el respeto al mercado estadounidense, al hecho de entrar en un mundo empresarial muy complejo para un español. “Es necesario conocer la filosofía, la forma de trabajar, ser conscientes de la gran dimensión de las compañías norteamericanas y asumir que hacerse un hueco allí no es sencillo”. Pero, poco a poco, continúa, se han ido eliminando complejos y, hoy, hay más filiales en el país que en otros como Argentina o Chile. “Las barreras que tienen que superar no son fáciles. Ahora bien, la empresa que logra entrar adquiere un prestigio enorme. Es un trampolín para la dimensión internacional. Además, existen muchas facilidades financieras para edificar, para invertir…, porque lo que quiere EE UU es que la actividad empresarial aumente”, resalta Gómez.

Aurelio García del Barrio, director del Global MBA del IEB, le apoya: “Como todo mercado maduro y con un nivel de competitividad altísimo, probablemente el mayor del mundo, es complicado entrar, pero también es cierto que si se quiere formar parte de la élite empresarial mundial hay que competir con los mejores y EE UU es el sitio perfecto”.

No solo es el mayor mercado del mundo sino que es el más abierto y, por tanto, extraordinariamente competitivo, afirma Xavier Mendoza, profesor de Esade. “Por eso, las empresas españolas que quieran abordarlo han de ser muy competitivas porque está abierto desde hace muchos años y todas las grandes empresas del mundo quieren estar allí”.

La realidad es que las inversiones en Estados Unidos siguen ganando peso porque es un país donde el marco de seguridad jurídica, sobre todo el regulatorio, es muy notable, subraya Mendoza: “Esto hace que las empresas españolas con actividad en sectores de servicios regulados que invierten en América Latina quieran compensar el riesgo político que corren en algunos mercados del sur del continente”.

El enorme peso de las filiales

La producción internacional de las filiales españolas en el exterior es más que destacable. Medida por su cifra de negocio, a partir de 2007 supera el volumen total de las exportaciones de la economía española. Un hecho relevante considerando la positiva evolución de las ventas al extranjero en estos últimos años, según el último informe del Observatorio de la Empresa Multinacional Española. Entre 1990 y 2013, las exportaciones duplicaron su peso en el PIB hasta representar el 34%, mientras las inversiones directas fuera aportaron el 47%.

En 2013 se contabilizaron 4.760 filiales en el extranjero y la cifra de negocios generada por ellas alcanzó los 164.000 millones de euros, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Respecto al destino geográfico de la inversión, Xavier Mendoza, director del Observatorio, destaca la pérdida de la supremacía de la UE-27 (del 79,1% al 32% entre 2004 y 2013) y el creciente protagonismo de América del Norte y Latinoamérica (en especial Brasil), que ahora absorben el 23,5% y el 23,3%, respectivamente.

 

speto al mercado estadounidense, al hecho de entrar en un mundo empresarial muy complejo para un español. “Es necesario conocer la filosofía, la forma de trabajar, ser conscientes de la gran dimensión de las compañías norteamericanas y asumir que hacerse un hueco allí no es sencillo”. Pero, poco a poco, continúa, se han ido eliminando complejos y, hoy, hay más filiales en el país que en otros como Argentina o Chile. “Las barreras que tienen que superar no son fáciles. Ahora bien, la empresa que logra entrar adquiere un prestigio enorme. Es un trampolín para la dimensión internacional. Además, existen muchas facilidades financieras para edificar, para invertir…, porque lo que quiere EE UU es que la actividad empresarial aumente”, resalta Gómez.

Aurelio García del Barrio, director del Global MBA del IEB, le apoya: “Como todo mercado maduro y con un nivel de competitividad altísimo, probablemente el mayor del mundo, es complicado entrar, pero también es cierto que si se quiere formar parte de la élite empresarial mundial hay que competir con los mejores y EE UU es el sitio perfecto”.

No solo es el mayor mercado del mundo sino que es el más abierto y, por tanto, extraordinariamente competitivo, afirma Xavier Mendoza, profesor de Esade. “Por eso, las empresas españolas que quieran abordarlo han de ser muy competitivas porque está abierto desde hace muchos años y todas las grandes empresas del mundo quieren estar allí”.

La realidad es que las inversiones en Estados Unidos siguen ganando peso porque es un país donde el marco de seguridad jurídica, sobre todo el regulatorio, es muy notable, subraya Mendoza: “Esto hace que las empresas españolas con actividad en sectores de servicios regulados que invierten en América Latina quieran compensar el riesgo político que corren en algunos mercados del sur del continente”.

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