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Alejandro Cremades, consejero delegado de Onevest

“Las ‘startups’ sufrirán un proceso de consolidación”

Cremades opina que las startups 2.0 no son una burbuja porque generan ingresos "El ‘crowdfunding’ evita que siempre sean los mismos quienes digan sí o no a la financiación”

Manuel G. Pascual

Alejandro Cremades (Zúrich, Suiza, 1985) llegó a Nueva York con 22 años recién licenciado en Derecho para estudiar un máster. Pero decidió abandonar la tradición familiar, que le invitaba a trabajar en el despacho Cremades y Asociados. Antes de cumplir los 30, la startup que fundó en 2010, Rock the Post, ya había adquirido otra empresa, CoFoundersLab, dando lugar a Onevest, una plataforma que pone en contacto a unos 15.000 inversores con cerca de 40.000 emprendedores. El año pasado, antes de que se cerrara la adquisición de la firma basada en Washington, la startup de Cremades había logrado levantar 66 millones de dólares para 80 startups estadounidenses.

Considerado en EE UU una autoridad en el crowdfunding, Cremades participará este lunes con una videoconferencia en Alhambra Venture, una ronda de financiación para startups que se celebra en Granada.

Se acaba de cumplir un año de la adquisición de CoFoundersLab. ¿Qué tal se han integrado los dos negocios?

“La ‘exit tax’ hará huir de España a las empresas”

¿Por qué se fue a EE UU a montar su empresa?

Llegué en 2008 con 22 años para estudiar un máster. Me di cuenta de que había un gran vacío de estructura en la actividad de emprendimiento. En EE UU hay una cultura emprendedora y una regulación más atractivas que en España, donde además en enero entró en vigor la exit tax, una ley que en la práctica supone que las startups que quieran irse a otro país tengan que pagar un gravamen. Al final lo que se va a conseguir es que las empresas no empiecen su negocio en España.

Usted abrió su negocio en Nueva York. ¿Cree que la ciudad se convertirá en la próxima Silicon Valley?

Creo que Silicon Valley es el sitio puntero para muchas verticales, pero Nueva York ahora mismo es la capital de la industria financiera, la publicidad, los mass media… Todas las oficinas de capital riesgo grandes tienen oficina en esta ciudad.

¿Por qué cree que hay tanta diferencia en capacidad emprendedora a ambos lados del Atlántico? ¿Es cuestión de regulación y dinero?

Creo que más bien es un tema de talento. En EE UU hay gente preparadísima, y al final eso propicia que se desarrolle un ecosistema, que fluya la financiación, que surjan ideas… El problema es que si se ponen obstáculos normativas haces que la financiación se vaya.

Hemos consolidado los equipos y centralizado las oficinas en Nueva York. Con Onevest estamos creando un ecosistema en el que damos soporte al emprendedor y al inversor en la formación de la startup en la fase de capital semilla. CoFoundersLab ayuda a que quienes salgan de las escuelas de negocios y necesiten perfiles técnicos puedan encontrar un socio adecuado. La idea es que las empresas que se forman a través de este proceso sean el target de Onevest, que pone en contacto estos nuevos proyectos con posibles inversores. Nuestra plataforma cuenta ahora mismo con cerca de 15.000 inversores, 4.000 de ellos acreditados, es decir, con un sueldo mínimo anual de 200.000 dólares o un patrimonio de un millón.

¿Qué recorrido cree que tiene el crowdfunding en la creación de nuevos negocios?

Se trata de un movimiento que ha democratizado completamente un proceso que estaba muy atomizado. Tiene diferentes ramificaciones. La más interesante es el equity crowdfunding, una fórmula en la que el inversor se lleva algo a cambio, normalmente un porcentaje de la empresa. En EE UU despegó en 2012 gracias a la Jobs Act, la ley que permite a las empresas financiarse a través de internet de manera sencilla y legalmente poco farragosa. La ventaja de esta nueva etapa es que evita que siempre sean las mismas personas las que siempre digan sí o no a la financiación de los proyectos. Ahora se abre un poco el abanico. Es especialmente útil para gente que cuando monta una empresa no tiene contactos, y por tanto encuentra más dificultades para entrar en el circuito de la financiación tradicional.

Como emprendedor que presta servicios a emprendedores, ¿qué valoran más los nuevos empresarios?

Creo que para el emprendedor el paso del tiempo es su mayor enemigo. Es fundamental reducir los plazos de todas las fases. Nosotros les ayudamos a encontrar talento e inversores. Las startups tardan una media de 12 meses en encontrar financiación, se trata de reducir ese timing.

Hay quien sostiene que muchas startups no generan servicios, sino que ordenan los que ya existen.

Lo que mueve a un emprendedor es solucionar un problema. Si se logra crear un producto que guste a la gente y que sea utilizado, eso siempre genera riqueza. Todo lo que tenga un impacto en lo que estamos viviendo es bueno. La mejor forma de aprender no es estudiar casos de éxito, sino embarcarse en proyectos propios. Se crece mucho más acumulando errores.

En España se empezó a hablar mucho del fomento de la emprendeduría desde que arrancó la crisis. ¿Estamos ante una burbuja?

Se tiende a comparar mucho a las actuales startups 2.0 con la burbuja de las puntocom. Creo que es algo distinto, porque las empresas ahora están generando ingresos. Sí que hay una explosión de startups, pero habrá un proceso de consolidación que eliminará a las menos sólidas.

¿Cree que algún día será posible que una empresa como la suya, que ofrece servicios de apoyo a startups, tenga sentido en España?

Sería un sueño. Yo me siento español al 100%. Por el momento nos estamos centrando en EE UU, pero en un futuro que espero que no sea muy lejano la idea es también abrir en Madrid y tener un impacto en el ecosistema emprendedor español. Soy optimista y creo que está habiendo muchas iniciativas en España, que pueden ayudar a que el ambiente sea propicio para la creación de startups.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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