‘Labor Day’ y la propuesta salarial de Obama
Para los estadounidenses, el Día del Trabajo (Labor Day), que se celebra el primer lunes de septiembre, es un día de fiesta que marca el fin del verano y que representa un homenaje anual nacional a la contribución de los trabajadores por alcanzar la prosperidad y el bienestar de la nación. Todavía es posible ver manifestaciones de trabajadores organizadas por los sindicatos, pero el carácter reivindicativo que tuvo en su día prácticamente se ha perdido. Encuentros deportivos, barbacoas familiares o pícnics de vecindario han sustituido a las multitudinarias marchas de obreros por las calles de las grandes ciudades. Una imagen clásica de las que estamos acostumbrados a ver en los libros de historia. Pero la tranquilidad de esta fiesta nacional está lejos de significar la ausencia de reivindicaciones.
Una reciente propuesta planteada en beneficio de los trabajadores estadounidenses es la que Barack Obama hizo a principios de este año, para que se incremente el salario mínimo profesional. Su intención era aumentar los 7,25 dólares (6,44 euros) la hora, que actualmente rigen a nivel federal, hasta los 10,10 dólares (8,97 euros). Unas cifras muy superiores, por ejemplo, a las que estamos acostumbrados en España.
En nuestro país, el salario mínimo interprofesional para este 2015 es de 648,60 euros (729,7 dólares) al mes, o 2,70 euros (3,03 dólares) la hora. Una cifra que se puede considerar muy baja si se compara con la de Estados Unidos, pero donde hay que reconocer que los beneficios sociales asociados a tener (o no) un puesto de trabajo en España son mucho más ventajosos que los que tienen los trabajadores de ese país.
Un empleado estadounidense, por ejemplo, debe negociar con la empresa su salario, el horario y las vacaciones que le correspondería. Pero además, debe dejar muy bien atado su seguro médico y compensaciones futuras (en caso de despido o jubilación). Por eso pedía Obama al Congreso que aumentara el salario mínimo federal, para que de esta forma cerca de 21 millones de trabajadores por cuenta ajena, mayores de 18 años, tuvieran un sueldo digno con el que sustentar a sus familias.
La controversia es doble ante la propuesta del Potus (nombre del perfil en Twitter de Barack Obama, que corresponde a las siglas de President of the United States): por un lado, el Congreso de mayoría republicana la rechaza porque el incremento del salario mínimo haría peligrar, según dicen, miles de puestos de trabajo, y por el otro, la amenaza que supone esta modificación para las arraigadas propinas en el sector de la restauración. De no conseguir Obama su objetivo, será interesante ver si quien se siente a partir de 2017 en el Despacho Oval mantendrá esas reclamaciones de aumento salarial.
Mientras tanto, entre discretas mejoras de la tasa de empleo que se han registrado en el país (se situó en 5,1% en agosto), todavía hay ocho millones de parados que exigen un puesto laboral y salarios dignos. Los números revelan además que los afroamericanos e hispanos se mantienen como los más afectados por la falta de trabajo, con una tasa de desempleo que se sitúa en el 9,5% y en el 6,6%, respectivamente.
Pero no todo lo que se tiene que decir es negativo. En su más reciente informe, el departamento de Trabajo de Estados Unidos indicó que la economía del país generó en torno al millón y medio de puestos en los últimos 12 meses, y casi ocho millones en los últimos tres años. Un factor que ha sido fundamental para la recuperación de la crisis económica de 2008 y que podría favorecer políticamente las aspiraciones de los demócratas que buscan mantener su puesto en la Casa Blanca en las próximas elecciones en noviembre de 2016. Desde su discurso sobre el estado de la Unión, el líder del Ejecutivo intenta ganar un mayor número de seguidores entre la clase trabajadora, sobre todo después de que los republicanos se hicieran con el control de ambas Cámaras del Capitolio.
En cualquier caso, el Labor Day seguirá siendo un alivio para los estadounidenses, acostumbrados a una sociedad donde las vacaciones anuales apenas llegan a las dos semanas de media y donde ese derecho además no está regulado ni a nivel federal ni al estatal o local.
Julio Cañero es Director del Instituto Franklin-UAH.