La reinvención de la industria
Solo cuando España era una economía emergente tenía la industria manufacturera un peso relevante en la actividad productiva, que empezó a perder cuando la segunda crisis del petróleo sacó del mercado a los fabricantes nacionales. La reconversión de la gran industria limitó el peso de las manufacturas en el mejor de los casos en el 16% del PIB, sobre el que ha pivotado hasta ahora, con oscilaciones apegadas al ciclo, aunque se hayan producido trasvases de unas actividades con menos éxito a otras más competitivas. Ahora, con buenas dosis de competitividad recuperadas para este sector tras la fuerte reducción de costes, su aportación y los desempeños en máximos históricos de actividades de servicios como el turismo, las tasas de desempleo no bajan del 23%. La ausencia de la construcción, que no debe volver a los valores del último ciclo, muestra las limitaciones de la economía.
No queda otra opción de cebar la inversión en la industria, y no solo con políticas de demanda, sino buscando alternativas de innovación con el uso intensivo de la tecnología. De no hacerlo, España arrastrará altas tasas de paro de por vida y será muy vulnerable a las crisis. Hay margen fiscal para incentivarlo y debe usarse, a sabiendas de que los retornos tardarán en llegar.