La nueva generación del FMI
El FMI necesita en su consejo económico imaginación y realismo. Con Maurice Obstfeld, que relevará a Olivier Blanchard, tendrá ambas cosas. El profesor de Berkeley, miembro del Consejo de Asesores Económicos del presidente de EE UU y autor de libros de texto, tiene las habilidades técnicas. Pero la excelencia académica no es suficiente para guiar al prestamista internacional en la negociación de las políticas de la interminable crisis griega. Ni la antigua doctrina puede lidiar con el mayor desafío contemporáneo para afianzar el desarrollo económico: el exceso financiero mundial.
Blanchard ya alejó al FMI de su anterior identificación con el Consenso de Washington, basado en una excesiva confianza en el libre mercado. Su sugerencia de que una tasa de inflación del 2% podía ser muy baja era poco ortodoxa. Obstfeld seguramente vaya más lejos en esta dirección.
Un tema probable es la importancia de las instituciones, que a menudo no funcionan de la forma que la doctrina del mercado sugiere. Obstfeld sabe que los intereses particulares, reguladores débiles e inversores ingenuos, no son económicamente racionales. Su análisis de los problemas y del potencial de la zona euro es sensible a los desafíos políticos de compartir recursos fiscales y la necesidad de implicación democrática.
Otra idea clave es que los economistas deberían prestar más atención a las finanzas, que su teoría casi ha ignorado. La crisis de 2008 demostró los peligros de deudas excesivas y del flujo demasiado rápido de los fondos a través de fronteras, pero muchos expertos todavía se centran demasiado en las antiguas variables macroeconómicas de la política fiscal y monetaria.
Obstfeld, como algunos de los economistas vinculados al BPI, ha captado el problema. Ha escrito sobre los errores financieros de la zona euro, los riesgos de los grandes desequilibrios comerciales y el daño de una prematura apertura financiera en países en desarrollo. Será un asesor de alto rango en una institución que no puede oponerse a los deseos de sus inversores. Sin embargo, se necesitan ideas nuevas para enfrentarse a los retos actuales. Parece que el nuevo empleado del FMI tiene lo necesario.