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De los pagarés al nuevo dracma, pasando por el 'default'

¿Qué panorama se le abre a Grecia si no hay acuerdo?

El nuevo ministro de Finanzas, Euclid Tsakalotos, hoy a su llegada al Eurogrupo.
El nuevo ministro de Finanzas, Euclid Tsakalotos, hoy a su llegada al Eurogrupo. PHILIPPE WOJAZER (REUTERS)
Guillermo Vega

1) El próximo 20 de julio, Atenas ha de devolver 3.500 millones de euros en préstamos, Si no paga, la banca griega perderá acceso al BCE, que dejará de mantener económicamente al país, cuya situación de bancarrota será de no retorno.

2) El BCE es, actualmente, el único sustento del sistema financiero del país, inmerso hasta al menos mañana en un corralito financiero a causa de su extrema falta de liquidez. El tiempo corre en contra tanto de los intereses de los ciudadanos griegos como de los del Gobierno. Si no hay un acuerdo en dos semanas, la vuelta del dracma será inevitable.

3) El primer ministro griego, Alexis Tsipras, confía en lograr rápidamente un programa puente que mantenga financieramente en pie al país hasta que concluya la negociación de un tercer rescate que incluya una reestructuración de la deuda. Si hay avances, el BCE abriría probablemente la mano y amplíe las líneas de provisión de liquidez de emergencia, limitadas ahora a 89.000 millones, para poder levantar el corralito. Los próximos dos días son cruciales.

4) Cada día que pasa, los bancos se van quedando sin liquidez. Una posibilidad podría ser la emisión de pagarés (IOU en inglés), lo que permitiría que la economía recobrase algo de liquidez. Estos pagarés podrían funcionar como una moneda paralela y formar incluso un mercado secundario en el que cambiarlos por euros, que seguiría siendo la moneda oficial. ¿El problema? El escaso valor que puede tener un pagaré del Gobierno griego.

5) Pasa el tiempo, y nos ponemos en lo peor: llega el 20 de julio y no hay acuerdo. Entonces, un nuevo escenario se abre para Atenas que se vería forzado a una medida extrema. Entramos en el terreno de la ciencia ficción: Atenas ha de imprimir nueva moneda. Evidentemente, esto no se puede hacer de la noche a la mañana. En primer lugar, la banca deberá cerrar durante unas horas para reprogramar. Se aprobaría una ley que declare sueldos, pensiones y activos de euros a dracmas, probablemente a un cambio paritario, aunque no tardarían las devaluaciones de la economía para hacerla más competitiva y para reducir la deuda.

6) El euro y el dracma coexistirán durante el tiempo, y es de prever que el euro sea más valorado que la nueva moneda, aunque, a diferencia de los pagarés, esta nueva moneda sí podría cotizar en mercados internacionales. La devaluación interna de la economía sería inevitable, para esquivar la hiperinflación que puede provocar la paridad.

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Sobre la firma

Guillermo Vega
Corresponsal en Canarias y miembro del equipo de edición del diario. Trabajó en la Cadena Ser, Cinco Días y fue jefe de EL PAÍS Retina y de la sección de Tecnología. Licenciado en Ciencias de la Información, diplomado en Traducción e Interpretación y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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