La CE renuncia a la amenaza del ‘Grexit’ por temor al voto patriótico
La Comisión Europea guardó ayer en el cajón las amenazas proferidas el lunes por su presidente, Jean-Claude Juncker, sobre las consecuencias de una victoria del no en el referéndum en Grecia del domingo. El giro se apreció también en otras capitales, como en Roma, donde el primer ministro, Matteo Renzi, tras hablar con el presidente de EE UU, descartó la salida del euro y aseguró que tras la consulta se retomarán las negociaciones. El lunes, Renzi había asegurado que los griegos debían elegir entre el euro y el dracma.
Aparte de la presión internacional desde EE UU o China para descartar una escisión del euro, Bruselas también teme ahora que su descarnada campaña a favor del sí aliente en Grecia un voto patriótico a favor del no. El primer ministro, Alexis Tsipras, ya utilizó ese argumento en su alocución televisada del martes, en la que acusó a las instituciones europeas de someter al pueblo griego a un chantaje y de agitar el fantasma del Grexit, acrónimo anglosajón para describir la salida de Grecia del euro.
“No estamos en campaña”, señaló ayer el portavoz de Juncker. “Esperaremos a que se celebre el referéndum del domingo y tendremos en cuenta el resultado”, añadió, sin valorar las consecuencias de una u otra alternativa. Juncker había advertido el lunes “sea cual sea la pregunta, si vence el no se interpretará que Grecia quiere distanciarse de Europa y del euro”. Y sentenció que “un no es un no a Europa”.
Las amenazas de Juncker contrastan con su proclamada vocación a favor de la integración europea. Por primera vez desde el comienzo de la crisis, la CE toma la iniciativa en las advertencias sobre un posible Grexit. En 2011, cuando la zona euro abortó el referéndum planteado por el primer ministro socialista, George Papandreu, las amenazas las profirieron Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. El entonces presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, no contradijo a París y Berlín pero tampoco fue el primero en esgrimir la advertencia.
La CE parecía ayer consciente del error cometido el lunes por su presidente y la consigna que reinaba en los pasillos del Berlaymont era la de guardar silencio.
“Ni una palabra hasta el lunes”, señalaba una fuente del organismo europeo. “El referéndum es una decisión soberana de los griegos y en función del resultado, decidiremos”. Un alto cargo iba más lejos y aseguraba que “el lunes, Grecia seguirá siendo miembro de la Unión Europea y trabajaremos con nuestros colegas griegos, aquí en Bruselas, igual que hasta ahora”. “Hay que buscar una solución para los 19 socios de la zona euro, incluida Grecia”, concluía.
‘Tsiprasexit’
El giro de la Comisión a solo 72 horas del referéndum parece responder tanto a un cálculo táctico como a razones prácticas. Bruselas considera más conveniente que la consulta del 5J se convierta en un plebiscito sobre el futuro político de Tsipras que sobre una elección entre el euro o el dracma. La popularidad del primer ministro puede caer en picado tras una semana de corralito y la perspectiva de una crisis indefinida sin nuevos préstamos internacionales. El FMIcalculó ayer que Grecia necesitará casi 64.000 millones de euros hasta finales de 2018 y una quita de 54.000 millones. Con ese panorama, el referéndum puede terminar en Tsiprasexit y con un nuevo rescate gane quien gane.
La retirada de la amenaza de expulsión también responde a la tremenda dificultad legal de consumarla. Ni la UE ni la zona euro tienen un procedimiento previsto para suspender la participación de un socio. Bruselas podría optar por relegar políticamente a Atenas. Pero si Tsipras gana la consulta, esa represalia podría interpretarse como una extorsión política que París (y Washington) probablemente no permitirían.