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Columna
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Grecia aún puede quedarse en el euro

La posibilidad de que Grecia abandone el euro ha aumentado considerablemente. Pero el llamado Grexit todavía puede detenerse, a pesar de los dramáticos acontecimientos del fin de semana que vieron a Atenas declarar el cierre de los bancos durante seis días después de que las conversaciones con sus acreedores se rompieran. La forma más obvia de evitar una Grexit es que el pueblo acepte las condiciones del plan de rescate ofrecidas por los países de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional en el referéndum fijado para el 5 de julio. Pero incluso si lo hacen, no es seguro que Grecia evite un retorno al dracma.

La inclinación inicial del pueblo griego será votar “no”. Están cansados de la austeridad y Alexis Tsipras, el primer ministro de izquierda radical del país, les ha dicho que las propuestas de los acreedores ascienden a un ultimátum humillante.

Con la gente haciendo cola para sacar dinero de los cajeros, Atenas no tuvo otra alternativa que imponer controles draconianos. La gente solo podrá retirar 60 euros por día de sus cuentas. Cuando Chipre introdujo controles de capital hace dos años, el límite fue de 300 euros al día. Los controles griegos son mucho más estrictos porque Atenas está luchando contra sus acreedores, mientras que Nicosia cooperaba con ellos.

Tsipras ha intentado jugar con el orgullo ofendido del pueblo griego. Pero a medida que los días avanzan, puede que el miedo sobre lo que viene llegue a ser una emoción predominante. Un factor clave en el referéndum será lo que los electores crean que están votando. Si creen que votar “no” asciende a dejar el euro, es probable que voten “sí”. Pero si creen que están simplemente votando rechazar las propuestas de los acreedores, bien puede que voten “no”.

Los controles son más estrictos en Grecia que en Chipre: Atenas lucha con sus acreedores, Nicosia cooperaba

Tsipras sostiene que rechazar las demandas de los acreedores no equivale a dejar el euro. Pero es difícil ver al país sobrevivir por mucho tiempo sin un sistema bancario que funcione. Y si el pueblo vota “no”, la forma más plausible de reabrir los bancos sería traer de vuelta al dracma.

Mientras tanto, Tsipras parece esperar que los acreedores de Grecia le den un trato más suave después de que el pueblo vote “no”. Pero esto parece poco plausible, al igual que la idea de que vayan a endulzar los términos en los próximos días y así persuadir al primer ministro para hacer campaña por el “sí”.

En Chipre, hace dos años, las quitas se aplicaron solo a los depósitos no asegurados de más de 100.000 euros, y muchos de ellos eran propiedad de rusos que no podían votar. En Grecia, incluso los pequeños ahorradores se verían afectados. Parece difícil imaginar a Tsipras con agallas para hacer esto o para sobrevivir como primer ministro si lo hace.

Así que, en la práctica, votar “no” es altamente probable que sea un voto para traer de vuelta el dracma. La moneda caería luego en picado, la inflación se dispararía y, durante la transición, habría escasez de productos importados básicos como la gasolina y los medicamentos.

Si los griegos reflexionan sobre todo esto, puede que voten “sí” en el próximo referéndum –a pesar de que quede menos de una semana para la votación, lo que significa que no hay mucho tiempo para cambiar su reacción emocional inicial–.

Pero incluso si votan “sí”, no está claro que Grecia permanezca en el euro. Para empezar, Tsipras puede intentar mantenerse en el poder. Si lo hace, los acreedores no querrán pactar con él. Tienen tan poca confianza en él que ahora no creen que fuera a implementar ningún programa.

Un resultado más probable es que Tsipras dimita como primer ministro, dando lugar a nuevas elecciones. Pero incluso eso es problemático, ya que la oposición está tan fragmentada que el primer ministro podría ganar tal votación, incluso después de haber perdido el referéndum. Es difícil imaginar lo que sucedería a continuación.

Por otra parte, la oposición podría crear un frente unido y ganar las elecciones. Si es así, los acreedores presumiblemente estarían dispuestos a reanudar las negociaciones sobre un acuerdo, ya que puede que confíen en el nuevo gobierno más que en el de Tsipras. Pero aun así sería difícil conseguir que el espectáculo continúe después de que la economía haya ido marcha atrás, el gobierno haya suspendido pagos y el programa de rescate haya expirado.

No obstante, dada la miseria que espera a los griegos si el país deja el euro, se espera que se encuentre alguna forma de evitarlo.

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