Atenas y la troika llevan el pulso hasta la última hora del rescate
El FMI mantiene sus exigencias pero Bruselas confía en cerrar el acuerdo este fin de semana
Las negociaciones sobre el rescate de Grecia entraron ayer en una fase frenética en la que volvió a rozarse la ruptura completa solo unos días después de que el acuerdo pareciese a punto de cerrarse. Las dos partes se atrincheraron en sus respectivas posiciones y el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, decidió suspender los contactos y retomarlos, con toda probabilidad el próximo sábado.
Fuentes próximas al presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, descartaban ayer convocar una nueva cumbre extraordinaria de la zona euro y se remitían la del lunes, en la que se aceptó la última propuesta de Grecia como base para la negociación.
Sin embargo, la presencia en Bruselas, ayer y hoy, de todos los presidentes de Gobierno para asistir a una cumbre de la UE permitirá mantener los contactos al máximo nivel de manera más o menos informal. Ayer mismo, la cumbre europea tuvo que variar su agenda y dedicar casi dos horas a debatir el estado de las negociaciones con Grecia y retrasar el polémico debate sobre la gestión de los flujos migratorios. Incluso el temido referéndum de David Cameron sobre la continuidad del Reino Unido en la UE parecía menos importante.
Los líderes europeos se negaron a entrar en los detalles técnicos, como la subida del IVA o el recorte de pensiones, pero encomendar a Dijsselbloem que remate el acuerdo en la una nueva reunión extraordinaria del Eurogrupo, la cuarta de esta semana sobre Grecia.
El Bundesbank presiona al BCE para cerrar el grifo a la banca
Por segundo día consecutivo, el BCE decidió mantener ayer invariable el límite del fondo de liquidez de emergencia (ELA) para la banca griega. La decisión, según fuentes próximas a la institución consultadas por la agencia Reuters, responde a las presiones del Bundesbank, que duda de la sostenibilidad de la banca griega.
Jens Weidmann, presidente del banco central alemán, fue ayer muy crítico con la postura mantenida hasta ahora por el BCE, que ha elevado progresivamente el tope del fondo de emergencia para la banca, evitando así males mayores en un sistema financiero que sufre un goteo constante de salidas de depósitos.
El presidente del Bundesbank censuró que los bancos griegos compren deuda a corto plazo de Grecia. De hecho, son casi los únicos compradores de las letras que emite elTesoro público heleno, hasta un máximo de 15.000 millones de euros para este año. “Cuando bancos sin acceso al mercado compran deuda de un emisor soberano para el que el mercado está igualmente cerrado, aumentar los recursos del ELAaumentan las preocupaciones en el sistema monetario”, aportóWeidmann.
Se estima que el importe máximo del ELApara los bancos griegos se encuentra en torno a 89.000 millones de euros. ElBundesbank reclama desde hace semanas, de forma más o menos velada, que el BCE cierre el grifo a la banca griega. En caso de que el organismo presidido por Mario Draghi no cubriera con este fondo de emergencia las salidas de depósitos o elevara el recorte aplicado a los colaterales admitidos a la banca griega, el corralito podría ser una realidad.
“Las últimas horas han sido críticas, pero tengo el presentimiento de que, a diferencia de las tragedias de Sófocles, esta historia griega tendrá un final feliz”, señaló Tusk antes de dar comienzo a la cumbre europea.
La canciller alemana, Angela Merkel, que rara vez se equivoca en sus pronósticos sobre el calendario europeo, reclamó un acuerdo “antes de que abran los mercados el próximo lunes [29 de junio]”. El plazo fijado por Merkel augura una ronda final de negociaciones este fin de semana para que el acuerdo sobre el rescate se pueda votar en el Parlamento griego el domingo o el lunes. El Parlamento alemán ratificaría el mismo acuerdo 24 horas después.
Si esas previsiones se cumplen, la zona euro prolongaría durante varios meses (entre tres y nueve) el rescate actual, que expira en la medianoche del 30 de junio. La prórroga permitiría a Atenas recibir la última entrega de la zona euro con cargo al rescate (1.800 millones de euros), parte del remanente reservado para la recapitalización de la banca (10.900 millones) y los beneficios derivados del plan de compra de deuda griega (1.900 millones de euros).
Menos segura es la liberación de la partidas pendientes del FMI(3.500 millones de euros en la próxima entrega y 16.000 millones de euros hasta marzo de 2016). El organismo que dirige Christine Lagarde se reserva la posibilidad de retener esos préstamos hasta que la zona euro aclare el debate sobre la sostenibilidad de la deuda griega, eufemismo para una posible reestructuración de los préstamos bilaterales (51.900 millones de euros) y multilaterales (131.900 millones de euros a través del fondo de rescate de la zona euro, con un aval español equivalente al 11%)
Grexit o corralito
El bloqueo de las negociaciones ha vuelto a agitar los fantasmas de un corralito o, incluso, de una salida de Grecia del Euro (Grexit). El presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz, alertó contra “los llamados expertos que proclaman que el Grexit sería solo un percance marginal. Nadie les pedirá cuentas por sus predicciones, pero sí a los que estamos sentados en esta mesa [de la cumbre europea]”.
Las posiciones de Grecia y sus acreedores no parecen demasiado alejadas. Los ajustes ofrecidos por Atenas rondan los 8.000 millones de euros (4,5% del PIB griego) en dos años, mientras que la troika (CE, BCE y FMI) desea elevar esa cifra hasta 11.000 millones de euros. Esa brecha presupuestaria parece superable. Pero buena parte del ajuste que plantea el Gobierno de Alexis Tsipras se basa en medidas para aumentar la recaudación fiscal mientras que la troika, en particular el FMI, desea recortes lineales.
Algunas delegaciones de la zona euro no ocultan su malestar con el FMI, al que acusan de bloquear innecesariamente el acuerdo. Pero otras se apoyan en el Fondo para evitar lo que consideran una excesiva complacencia con Atenas por parte de la Comisión Europea de Jean-Claude Juncker.