La UE descubre Latinoamérica tras la ofensiva de China
La cumbre eurolatina de esta semana relanza las relaciones con México, Chile y Brasil
Latinoamérica parecía la pariente pobre de la política exterior europea, pero Bruselas espera corregir ese descuido desde esta misma semana con una cumbre UE-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) a la que tienen previsto asistir casi medio centenar de líderes de ambas orillas del Atlántico, como Angela Merkel y Mariano Rajoy o Dilma Rousseff y Enrique Peña Nieto.
Aparte de las vicisitudes más actuales, como la tensión política en Venezuela o la reapertura de relaciones entre Washington y La Habana, la cita en la capital europea estará dominada por la creciente sombra de China, que ha irrumpido en un continente cuyo comercio internacional estaba volcado hasta ahora con EE UU y la UE. “Europa es todavía el segundo socio comercial de América Latina, pero perdemos terreno brutalmente frente a China, que pronto podría rebasarnos”, advierte una fuente europea en la recta final hacia la cumbre del miércoles.
La cumbre Celac (10 y 11 de junio), seguida por una cumbre bilateral con el presidente mexicano, Peña Nieto (12 de junio), intentará recuperar el terreno perdido. El primer objetivo es poner en marcha las negociaciones con México para modernizar un acuerdo comercial firmado hace 15 años. Aquel pacto ha permitido a la UE doblar los flujos comerciales con la segunda potencia económica de Latinoamérica, pero se ha quedado anticuado a juicio de ambas partes.
La UE también quiere lanzar la modernización del acuerdo con Chile, cuya negociación, según los expertos, podría ser más rápida que la de México porque se espera utilizar la cláusula de revisión contenida en el pacto en vigor. Bruselas incluso se plantea, aunque todavía no de manera oficial, explorar la negociación bilateral con Brasil, visto el estancamiento de los contactos con Mercosur, el foro regional multilateral al que pertenece el país de Rousseff.
La cumbre también podría dar la luz verde casi definitiva a la supresión de visados para Colombia y Perú, lo que potenciará los contactos con esos países. Y tal vez incluso se inicie la cuenta atrás para la construcción del primer cable submarino de telecomunicaciones entre Europa y América del Sur sin pasar por EE UU, señal tangible del giro que Bruselas pretende dar en sus relaciones con unos países que se han transformado en los últimos 30 años y han ganado peso en la escena internacional. “Con el vuelco hacia el Pacífico y el Índico, Latinoamérica ha dejado de ser periférica y está en el centro de los flujos comerciales”, señala Ignacio Salafranca, exeurodiputado del Partido Popular y recién designado como futuro embajador de la UE en Buenos Aires.
Pekín, siempre a la búsqueda de mercados y materias primas, se ha percatado hace tiempo del potencial de la zona y corteja con promesas de inversiones multimillonarias a casi todos los Gobiernos. El mes pasado, el primer ministro chino, Li Keqiang, recorrió el continente, con primera parada en Brasil (donde operan un centenar de empresas chinas) y planteó incluso la construcción de una red transoceánica (ferrocarril incluido) para potenciar el comercio entre los puertos del Pacífico.
La UE había observado con indiferencia esa ofensiva china, pendiente de su crisis, de sus relaciones con Estados Unidos y de su búsqueda de acuerdos comerciales con países como Japón o Canadá.
Bruselas, además, parecía considerar a una parte importante del continente americano como más propicia para la política de ayuda al desarrollo que para la comercial. “Es un error considerar emergentes a países como Chile o Colombia”, reconoce una fuente europea. “Esos países y otros de la zona hace mucho tiempo que emergieron”.
Salafranca, el único político europeo que ha asistido a todas las cumbres con Latinoamérica desde que empezaron a celebrarse en 1999, coincide con ese diagnóstico. “Latinoamérica no necesita dádivas, sino oportunidades”, señala.
La máxima representante de la política exterior europea, Federica Mogherini, parece dispuesta a recuperar el terreno perdido y revitalizar unas relaciones comerciales y diplomáticas que, en parte, habían languidecido bajo el mandato de su predecesora, Catherine Ashton (2009-2014).
En el departamento de Mogherini advierten de que Europa se juega mucho. “En Latinoamérica hay más inversión europea que en Rusia, China, India y Sudáfrica juntos”, dicen. “El bienestar de aquel continente”, añaden, “es muy importante para el bienestar de Europa”. Aunque a veces se olvide a este lado del Atlántico y, sobre todo, en Bruselas.
Grecia y Rusia le amargan la presidencia del G7 a Merkel
La canciller alemana, Angela Merkel, preside por segunda vez la cumbre de las principales potencias económicas del planeta. Pero ahora lo hace en un clima muy distinto al anterior. En 2007, la reunión del G8 en Heligendamm (al norte de Alemania) sirvió a la canciller, elegida dos años antes, como carta de presentación internacional y llegó a encandilar a algunos medios anglosajones, que la calificaron como Miss Europa.
Ocho años después, y ya en su tercer mandato, Merkel preside (ayer y hoy) en el castillo bávaro de Elmau una cumbre a la que no llega en su mejor momento. Merkel acude a la cita con Barack Obama y el resto de líderes internacionales sin haber resuelto la crisis de Grecia, que colea desde hace cinco años. La canciller asumió el pasado lunes el liderazgo de las negociaciones, dada la inoperancia del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro), pero su irrupción solo ha servido para enconar aún más los ánimos en Atenas.
La cumbre de Baviera también coincide con un recrudecimiento de la violencia en Ucrania, donde la OSCE ha detectado movimiento de armamento pesado en manos de fuerzas prorrusas. Como en Grecia, en el caso de Ucrania Merkel también había asumido el liderazgo en las negociaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, invocando una supuesta relación privilegiada con el Kremlin. Pero la guerra sigue y el G8 de 2007 se convirtió el año pasado en un G7 tras la expulsión del grupo de Moscú.
Luxemburgo deniega el voto a “sus” portugueses
La salida del poder de los conservadores de Jean-Claude Juncker ha permitido a Luxemburgo (565.000 habitantes) plantearse por primera vez la posibilidad de conceder el voto en las elecciones generales a los miles de residentes extranjeros (49% de la población) en el Gran Ducado, entre ellos más de 90.000 emigrantes portugueses (16% de la población). El país celebró ayer un referéndum convocado por la coalición gubernamental presidida por el socialista Xavier Vettel para reconocer el derecho de voto de esos conciudadanos si llevan más de 10 años en el país. El resultado fue contundentemente negativo.