El coche conectado a pocos kms del consumidor
La incorporación de elementos tecnológicos dentro de los vehículos es algo habitual y ha tratado siempre de ser un hecho diferenciador frente a la competencia. Si hace unos años era el ABS o el airbag entre otros, quienes marcaban la diferencia, ahora son elementos como el GPS, los sensores de lluvia y de proximidad, las luces automáticas o los modernos “asistentes de aparcamiento” los que destacan en las ofertas de los fabricantes. ¿Qué nos depara esta carrera tecnológica?
Recientemente ha tenido lugar una nueva edición de la SAE 2015 World Congress & Exhibition, donde la industria automovilística, se da la mano con la tecnología y la innovación desvelándonos el futuro del sector. En esta edición, las tecnologías relacionadas con el denominado coche conectado han tenido una destacada participación, dónde se estima que para 2025, un 60 por ciento de los coches en circulación estarán conectados a internet.
Se llama coche conectado a la capacidad de los vehículos de conectarse e interaccionar con su entorno. En este sentido, un coche conectado es capaz de recibir información de internet… como radio, alertas de tráfico, información de posicionamiento o software para la actualización de los sistemas… y del mismo modo, puede también enviarla, como parámetros del rendimiento del vehículo, su localización en cada momento, etc.
Dichas innovaciones están además fuertemente respaldadas por las preferencias de los consumidores respecto a la incorporación de tecnología en los vehículos. En este sentido, un estudio de Accenture donde participaron más de 14.000 consumidores en 12 países, entre ellos España, revela que la tecnología se ha convertido en un factor clave en la decisión de compra de un vehículo. El estudio pone de manifiesto que dos tercios de los consumidores consultados consideran la tecnología a bordo como un factor de compra, más relevante que el propio rendimiento del vehículo.
Este nuevo patrón de compra del consumidor representa un reto no solo para los fabricantes, sino también para otras industrias como la de las telecomunicaciones, las compañías propietarias de estaciones de servicio, las plataformas de medios de pago o aseguradoras y compañías tecnológicas que deberán trabajar conjuntamente para liderar un mercado que algunas predicciones estiman en más de 100 billones de dólares para el año 2018.
En la actualidad, ya podemos encontrar sistemas que permiten escuchar música en streaming, como Spotify o Pandora, otros que habilitan el pago automático en los peajes e incluso ya existen compañías aseguradoras que ofrecen servicios telemáticos que monitorizan parámetros de conducción bonificando las pólizas del asegurado en función de su uso y comportamiento.
Algunos fabricantes comienzan a introducir sistemas que identifican las tecnologías que el cliente utiliza con mayor frecuencia para tomar decisiones de diseño en nuevos modelos y otros, como Volvo, habilitan sistemas de diagnóstico remoto en vehículos industriales para identificar la causas de las averías, lo que abre la puerta a sistemas de análisis que puedan correlacionar variables y predecir los fallos antes de que ocurran. En esta línea, el estudio refleja que solo un 13% de los conductores utilizan servicios de diagnóstico remoto, pero que un 37% adicional estaría interesado en utilizarlos.
Otras oportunidades de conectividad indican la posibilidad de que los vehículos transmitan a las estaciones de servicio el nivel de carburante requerido en el próximo repostaje y se pre-autorice también de forma remota el pago del repostaje con un simple clic.
Adicionalmente, en las próximas décadas se espera la llegada al mercado de los vehículos autónomos, como los prototipos desarrollados por Google y más recientemente, Audi, aunque su uso en nuestras carreteras no tendrá lugar hasta que la tecnología, la regulación y los consumidores estén completamente preparados.
En los próximos años por tanto, y con independencia de la industria a la que pertenezcan, las compañías que integran este ecosistema deberán estar abiertas a nuevos modelos de negocio así como a la colaboración con el resto del ecosistema, en donde un facilitador clave de dicha cooperación será la plataforma de comunicación utilizada. Organizaciones como GENIVI, una organización sin ánimo de lucro para el desarrollo de plataformas abiertas en la industria del automóvil o la Open Automotive Alliance lanzada por Google ya trabajan en este sentido.
El rol de gigantes tecnológicos como Apple, Google y Microsoft, que como líderes en el mercado de las comunicaciones tienen una gran influencia en los hábitos y expectativas de los consumidores tecnológicos, jugarán un papel clave en el viaje del coche conectado.
En definitiva, a la espera de que la tecnología y las regulaciones permitan el desarrollo de los vehículos autónomos, el coche conectado pasa por aportar al consumidor el nivel de conectividad, experiencia de usuario y funcionalidad el consumidor espera de su smartphone, aunque en este caso, el control del mundo digital, en lugar de estar en la mano del consumidor, se aparca en el garaje.
Miguel Vergara es managing director Accenture Strategy