Once excusas que nos ponemos para no emprender
Ante el inestable panorama laboral, con empleos precarios, mal remunerados y a tiempo parcial, ha aumentado el número de ‘emprendedores por necesidad’. No obstante, todavía son innumerables las excusas que impiden a personas con talento y recursos lanzarse por su cuenta.
Es posible que todo el mundo no sea apto para el emprendimiento, pero existe un gran porcentaje de emprendedores potenciales perfectamente capacacitados para manejar la volatilidad que implicaría el trabajar por cuenta propia y que, sin embargo, no dejan de buscar excusas para no dar el gran salto. Se aferran a empleos cómodos que les aseguran una mínima estabilidad, y se rinden a la infelicidad que conlleva no perseguir sus verdaderas pasiones.
Si este es tu caso, quizás te veas escondido en alguno de estos 'once pretextos' para no lanzarte a emprender el negocio que te viene rondando en la cabeza, descritos por Tony Featherstone en The Sydney Morning Herald:
- Soy demasiado mayor. Se trata de una especie de fobia personal, y, posiblemente, la peor excusa de todas. Las personas mayores tienen mucho que ofrecer al sector de la pequeña empresa, mucho más de lo que los gobiernos imaginan. Las autoridades y los políticos deberían hacer todo lo posible por ayudar a que esta nueva generación de ‘emprendedores sénior’ puedan convertir su experiencia, habilidades y contactos en nuevos negocios.
- Soy demasiado joven. Es comprensible que los licenciados universitarios deseen obtener experiencia empresarial antes de iniciar sus propios negocios. El problema es que resulta difícil compaginar una actividad corporativa con el desarrollo de una carrera. No caigas en el error de esperar a terminar tus estudios para iniciar tu negocio. Lánzate a los veinte años, cuando vives tu momento más creativo y estás más capacitado par asumir riesgos. Si fracasas, inténtalo de nuevo o céntrate en terminar tu formación.
- Es demasiado arriesgado. ¿Qué es más arriesgado: depender de un jefe de empresa que puede despedirte cuando le venga en gana, o trabajar para uno mismo y tener una docena de clientes? La "brecha de riesgo" entre el empleo empresarial y el trabajo por cuenta propia se está reduciendo de forma acelerada en cuanto que los empleos a tiempo completo son cada vez más escasos e improbables, o bien pasan a ser contratos a tiempo parcial.
- Necesito contar con una nómina regular. No es verdad que todos la necesitemos. Así que no dudes en iniciar un negocio que te proporcione ya unos ingresos, y crea una cartera de micro-empleos y actividades, de manera que quede repartido el riesgo de resultados. Puedes trabajar a tiempo parcial mientras inicias tu empresa, o bien animar a tu pareja a que trabaje a tiempo completo mientras tú corres los riesgos. Lo mejor es contar con un plan B para prevenir no quedarte sin ingresos en unos 6- 12 meses, al tiempo que desarrollas tu negocio.
- Tengo una hipoteca. Ningunas otras tres palabras se han cargado tantas grandes ideas de negocio como "tengo una hipoteca". Nadie desea perder su casa o tener que mudarse y alterar la vida de sus hijos. Pero si cuentas con una buena idea de negocio y te gusta trabajar duro, no solo lograrás hacer frente a esos plazos de hipoteca, sino que podrás liquidarte ese incordio de préstamo en la mitad de tiempo, porque tus ingresos serán mayores.
- No sé gestionar un negocio. Bienvenido al club. Como dijo cierto emprendedor "si no eres capaz de detectar el fuego en la puesta en marcha de tu empresa, es que no estás esforzándote por detectarlo". Siempre van a surgir problemas y desafíos, y aprender a gestionar un negocio es parte de la diversión. Es mucho más fácil que tratar con políticas de oficina y gente narcisista.
- No me gusta trabajar por mi cuenta. Entonces, no lo hagas. Alquila un espacio para instalar tu mesa de trabajo en una oficina compartida y rodéate de emprendedores e innovadores. O bien comparte una pequeña oficina junto con otros amigos y pagarás solo una parte del alquiler. También puedes trabajar desde casa y unos cuantos días a la semana acudir a un despacho con servicios compartidos en tu ciudad. Existen muchas posibilidades de bajo coste hoy en día, en colaboración con otras personas, a la vez que gestionas tu negocio.
- No me ha surgido ninguna gran idea. Bueno, piensa en todos esos emprendedores que metieron la pata, que se dedicaron eternamente a investigar su gran idea solo para descubrir que no existía hueco en el mercado para su producto. Lo mejor es desarrollar una cartera de ideas. Probar las mejores en el mercado con rapidez, y comprobar si tienen posibilidades, y entonces hacer los ajustes necesarios. La ideas volarán hacia ti cuando te encuentres en el mercado: el reto será saber cuáles es mejor descartar.
- No sé si serviré para eso. Nunca lo sabrás si no lo intentas. Ser bueno en lo que haces, trabajador, tenaz y honesto constituyen las bases para iniciar un negocio. Debes saber que la presión que supone el crear una empresa y conseguir unos ingresos regulares harán aflorar en ti habilidades que ni siquiera sabías que tenías, o volverán a resurgir esas aptitudes que permanecían latentes por mucho tiempo.
- ¿Y si fracaso?. Eso puede ser positivo, también. Siempre y cuando fracases sin perder demasiado dinero, de forma ética y te sirva para aprender. El fracaso forma parte del proceso de la innovación y el emprendimiento. Al principio, un negocio debe concebirse como una serie de experimentos que harán que crezca mediante pruebas y errores. La clave está en no apostar demasiado, sino en limitar el capital y vivir el día a día. Si tu fracaso es total, al menos lo has intentado y has aprendido más sobre el negocio y sobre ti mismo de lo que nunca aprenderías en un empleo aburrido.
- ¿Qué pensarán los demás?. ¿Y a quién le importa eso? lo consigas o no, has perseguido tu sueño, te has dado una oportunidad, has desarrollado nuevas habilidades, y en muchas ocasiones la experiencia obtenida puede cambiarte la vida. Sin duda, todo eso resulta más gratificante que consumirte en una oficinucha corporativa para ganar el mismo salario año tras año con el propósito de pagar la hipoteca.