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Tribuna
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¿Tú ‘quoque’ Federico?

La demolición del pasado, su desmoronamiento como referencia en la que cimentar una propuesta electoral ganadora, deja inválido a un Partido Popular que, erosionado por las corrupciones presentes, se ve privado de los recuerdos embellecidos de aquella dichosa edad dorada donde marcaba paquete el líder José María Aznar. Sabemos que la presidencia del futuro corresponde a quien mejor sepa dar cuenta del pasado. De modo que si el pasado se enfanga, si su narrativa alentadora de tantos orgullos se oscureciera hasta lo tenebroso, quedaría eliminada cualquier posibilidad de revalidar la victoria oceánica de 2011, ni siquiera en versión reducida.

El presente actuante se daba ya por perdido, después de la pasarela de corruptos, de la saga de los tesoreros nacionales haciendo apuntes caligráficos en la contabilidad B y entregando convolutos a la cúpula del Partido Popular; de la indemnización simulada en diferido, momento estelar de nuestra señora de Cospedal; de la remodelación de la sede nacional en Génova, pagada en dinero negro al arquitecto Urquijo; del SMS “Luis aguanta”; del espectáculo del presidente Camps, con las trabillas italianas; del aeropuerto peatonal de Fabra, el animado cuentachistes para las vacaciones presidenciales junto a Oropesa del Mar; de la operación Gürtel, basada en el plantel de los distinguidos invitados a la boda de Ana y Alejandro en El Escorial; de la cárcel por condena al balear Jaume Matas; de la operación Púnica con Granados al frente; del ático que Villarejo, el comisario incombustible, afeaba a Ignacio González en la Mallorquina; de las tarjetas black de Caja Madrid; del timo organizado de las preferentes y de otras innumerables vergüenzas.

Pero que Rodrigo Rato, vicepresidente económico, gerente del FMI, honra y prez de la grey serranil, apareciera entre los acogidos a la amnistía de Montoro y que infundiera sospechas a la agencia tributaria por fraude fiscal y alzamiento de bienes, y también a los servicios especializados por blanqueo de capitales, empezó a ser too much para el body, por decirlo en castellano, ha tenido el efecto de una bomba fétida. “La mirada, clara, lejos, y la frente levantada”, pero cundían los atisbos de que ya en tiempos en los que tenía máximas responsabilidades en el Gobierno nuestro otrora taumaturgo, asombro del mundo, campeón de la economía, se valió del poder para reparar la quiebra de las empresas de su familia entregadas a la gestión del manirroto de Ramón, que atiende también por Moncho en el círculo de los más próximos. Un somero repaso a lo debatido en la Comisión de Investigación de Gescartera revela los envidiables créditos del HSBC a nuestro prócer.

Así las cosas, el último bastión, el oasis que parecía inaccesible a la corrupción, se decía ubicado en Castilla y León y allí saltan los 110 millones de comisiones por la obtención de parques eólicos. Sin tiempo de recuperación, al día siguiente informa El País de que los populares Federico Trillo Figueroa y Vicente Martínez-Pujalte cobraron por asesorar a una constructora especializada en obra pública mientras eran diputados. Dice la Agencia Tributaria que ha sido incapaz de encontrar informe alguno que justifique los cobros. Pero esa ausencia de rastro solo viene a confirmar la sutileza del asesoramiento, que bien pudo ser verbal o incluso gestual, como sucede entre los cofrades o los mafiosos. Trillo recibió 354.560 euros en casi tres años y Pujalte, 75.000 en poco más de uno. Se ha sabido que el paganini era el acreditado Grupo Collosa, dedicado a la obra civil y beneficiario de las concesiones de parques eólicos en la mencionada comunidad autónoma.

El caso es que al sumarse Federico Trillo a Rodrigo Rato, se sigue estrechando el cerco al presidente Aznar, que pronto puede quedar inutilizado por las salpicaduras, después de haber conducido a la hueste popular desde el desierto a la tierra prometida de la gobernación, ejerciendo de auténtico rompetechos, superador de las limitaciones fraguistas. Porque a Manoliño le cabía el Estado en la cabeza pero ni una brizna más, mientras que José, ligero de equipaje mental, demostró capacidad para dar alojamiento cerebral a las bravuconadas sugeridas por aquel Miguel Ángel Rodríguez, alias Mar, devenido asesor áulico. Inutilizado Aznar, ¿qué quedaría del PP? Más le valiera cambiar de nombre. Atentos.

Miguel Ángel Aguilar es periodista

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