El mal del Caribe y otros cinco fraudes insólitos a las aseguradoras
El seguro recupera 43 euros por cada euro que dedica a investigar estafas Las investigaciones evitan el pago de 426 millones de euros por indemnizaciones indebidas
Las entidades aseguradoras han tenido hoy su particular gala de los Óscar. Como cada año, el sector entrega sus premios a los mejores casos de fraudes detectados. En la vigésimo primera edición de este singular certamen se han reconocido casos de todo pelaje: desde barcos hundidos en África en condiciones sospechosas, hasta pasajeros que se caen de la moto con demasiada facilidad...
Por cada euro que las compañías de seguros invierten en detección de estafas recuperan 43, según un informe elaborado por ICEA (una asociación vinculada a la patronal del sector). Las 30 entidades que participaron en el informe detectaron 155.994 intentos de estafa en 2014. Dichos siniestros simulados, manipulados o exagerados hubieran supuesto el pago de más de 586 millones de euros por parte de aseguradoras y reaseguradoras.
La actuación diligente de las entidades en la detección e investigación de estos intentos de fraude permitió que se evitaran fraudes por un importe de 426 millones de euros. Dicho en otros términos, se logró dejar de pagar indebidamente el 72,65% de los importes inicialmente reclamados.
Estos son algunos de los casos galardonados más insólitos:
1. Dos amigas y el mal del Caribe
Una asegurada declara haber sido ingresada por una pancreatitis aguda en su país de origen, ubicado en el Caribe, y aporta varios documentos en regla. La tramitadora decide comprobar otros siniestros presentados por la cliente a causa de la elevada cuantía reclamada. Así descubre que la asegurada, de 32 años, ha presentado tres ingresos hospitalarios graves en dos años. Todos coinciden con sus viajes a América Latina y, además, nunca hay seguimiento médico cada vez que vuelve a España. De forma casual, la tramitadora debe tramitar un siniestro ocurrido a otra persona en el mismo país. Al igual que en el caso anterior, esta asegurada, de 34 años, ha sufrido cuatro ingresos hospitalarios allá pero no ha requerido tratamiento alguno en España. Cuando se cruza la documentación de uno y otro caso (informes médicos, facturas…) se encuentran similitudes. Al indagar más se descubre que ambas aseguradas residen en el mismo pueblo en la Península Ibérica, se etiquetan como “amigas” en redes sociales y las fotos que cuelgan en internet muestran que gozan de buena salud. Se insta a las aseguradas a que acudan a un reconocimiento médico en España para certificar sus dolencias. Nunca se presentaron.
2. Capea y redes sociales
Un pueblo celebra las fiestas en honor a la patrona de la localidad. En el marco de las celebraciones se organiza una capea. En ella, los mozos realizan requiebros y pases sin muleta a las reses. El asegurado, propietario y jefe de cocina de un restaurante, presenta parte por vía telefónica de siniestro alegando que, siendo espectador, un astado le ha embestido y le ha partido ambas piernas. Las contradicciones en el relato llevan a la entidad a investigar más a fondo cómo se produjeron los hechos porque la póliza de accidentes del asegurado excluye expresamente la práctica de deportes de riesgo y la participación en encierros. Finalmente, a través de las redes sociales se descubre un vídeo que refleja cómo el asegurado se encontraba en la arena, participando de manera activa en la capea. La grabación desmiente la versión del asegurado, según la cual se habría caído de manera fortuita al escurrirse de una de las vallas que delimitaban el recinto.
3. Barco a pique en África
Un buque se hunde en aguas de un país africano mientras realiza labores de pesca en condiciones óptimas, tanto del tiempo como de la mar. Su tripulación es rescatada por otra embarcación española próxima. El caso resulta extraño por varios motivos. La embarcación siniestrada se encontraba fondeada, lo que disminuía la posibilidad de impacto con algún objeto flotante que pudiera provocar la vía de agua sufrida. La rapidez del hundimiento también fue inusual. La embarcación apenas tardó tres horas en irse al fondo del mar a pesar de las medidas de seguridad adoptadas por la tripulación. Finalmente, resultó que el buque había sido sometido a una gran reforma seis años antes del siniestro que no fue certificada por un experto y que pudo afectar a su estabilidad. El fraude se produjo, pues, en la contratación. El armador no sólo omitió que el buque carecía de la certificación preceptiva para navegar sino que, de hecho, indicó que la documentación estaba en orden. El juez dio la razón a la aseguradora en el pleito subsiguiente.
4. Tírate de la moto...
El asegurado presenta un parte de accidente por lesiones graves al ocupante que le acompañaba en una moto. Presuntamente, el asegurado iba circulando por la carretera y, al atravesar un badén en plena aceleración, el pasajero se cayó hacia atrás. Las incongruencias en el relato y la excesiva gravedad de las lesiones de la víctima ante los hechos narrados llevan a investigar más a fondo. El resultado es que la víctima era un piloto profesional de motos y sus lesiones eran el resultado de una caída previa producida en una competición. Se deniega el pago de la indemnización y los gastos hospitalarios al asegurado y a la víctima. La víctima se recuperó y ha vuelto a competir.
5. Un coche robado y vendido en un día
El propietario de un vehículo de alta gama y prácticamente nuevo informa sobre su sustracción a punta de pistola en una ciudad extranjera del sur de Europa. Sin embargo, el mismo día que presenta la denuncia consta una transferencia de ese mismo vehículo en la Jefatura de Tráfico de una provincia española. La colaboración con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (CFSE) permite desvelar que el asegurado, en lugar de ser una víctima, fue quien realmente trasladó semanas antes el vehículo a la localidad española donde fue vendido y habría participado en la compraventa posterior a través de intermediarios
6. Se me rompió la vitro ¡37 veces!
La entidad recibe un parte por la rotura de una vitrocerámica. Al tratar de comprobar la concordancia de una factura presentada de un cristalero con los daños aparentes en las fotos aportadas, el tramitador del siniestro descubre que las imágenes presentadas provienen de internet. Se analiza el caso más a fondo y se decide contactar con el asegurado. Este afirma que lleva años sin dar parte alguno al seguro. Las investigaciones permiten averiguar que hay otros casos en los que la indemnización de los siniestros va a parar a la misma cuenta corriente, que corresponde a una empleada de un mediador. Se informa al director de la correduría de seguros de esta irregularidad. Gracias su colaboración se descubre que la trabajadora había presentado 37 partes falsos en su propio beneficio y a espaldas de su empleador.