El satélite al que no le importa que haya nubes
Deimos II acorta de 16 a 4 días la toma de imágenes desde el espacio, facilitando la observación de vertidos como el de Maspalomas
La mancha del fuel vertido por el pesquero ruso Oleg Naydenov frente a la costa de Maspalomas (Gran Canaria) también ha sido captada desde el espacio. La fotografió el pasado sábado el satélite Deimos II, de la división tecnológica de Elecnor. En la imagen, la estela de hidrocarburos no es de color negro, sino blanquecina, el resultado de que el propio satélite use la energía del sol para reflejar la zona que interesa observar. “Imagínese cuántos barcos habría que colocar uno al lado del otro para medir el perímetro de la mancha. Con el satélite podemos tener, casi en tiempo real, la extensión, dirección y su velocidad”, explica Alfredo Roto, director del centro de satélites que Elecnor tiene en Boecillo (Valladolid).
Deimos II es la última virguería de esta compañía, que en 2006 lanzó el primer satélite español de observación de la Tierra y el primero europeo de una compañía privada. Su versión anterior, Deimos I, fue creado para dar un paso en la observación agrícola y ambiental desde el espacio. Su lanzamiento resolvió algo aparentemente sencillo como era sortear las nubes para obtener información fiable. Como comenta Romo: “Los satélites que existían hasta ese momento únicamente eran capaces de pasar por el mismo sitio cada 16 días, lo cual hacía muy complejo observar, por ejemplo, un campo de cultivo, que cambian muchísimo en ese periodo de tiempo. Deimos fue el primero capaz de acortar ese tiempo hasta los cuatro días”.
Hay zonas del planeta, como la tropical, que siempre están cubiertas por las nubes. “Si solo tienes dos oportunidades, resulta muy difícil captar algo, la única forma es intentarlo una y otra vez”. Esta es la principal novedad del satélite de la compañía. La segunda versión del satélite, la que ahora ha captado la mancha de fuel del pesquero ruso en aguas canarias, tomará nuevas imágenes hoy, después de cuatro días de descanso por falta de órbita. La empresa puso Deimos II en marcha el pasado mes de junio para captar imágenes con mucha mayor resolución que su predecesor. Para hacerse una idea y como detalla Romo: “Pongamos, por ejemplo, un ayuntamiento que quiere cartografiar sus alcantarillas. Bien, con la resolución del nuevo satélite cada punto de la imagen sería una de esas alcantarillas”.
Seguimiento de la crecida del Ebro
Catástrofes naturales, cambio climático, agricultura o el control de incendios e inundaciones son las principales misiones para las que están en marcha estos dos satélites. En su recorrido a 700 kilómetros de altura respecto a la Tierra, su tarea es tomar imágenes constantemente y ofrecerlas a Gobiernos o empresas privadas. Una de las últimas intervenciones de Deimos II fue la toma de fotos del desbordamiento del río Ebro en marzo. La compañía no desvela quién le compró las imágenes, pero sí explica que le fueron encargadas para analizar el pago de daños. “Con fotos de este tipo se puede saber perfectamente qué zona estaba inundada y qué no en cada momento, y por lo tanto, los daños que la crecida fue causando”, puntualiza Romo.
En otras ocasiones, estos satélites sirven para cazar engaños en el uso de la tierra. Un curioso ejemplo es cómo se han utilizado para comprobar que las ayudas concedidas por la Política Agrícola Común (PAC) a los agricultores europeos se destina a los cultivos que tienen declarados y no a otros. En esos casos, las imágenes por satélite son esenciales para acompañar a los peritos sobre el terreno, pues solo las fotos no tienen valor jurídico como prueba. El 23 de octubre de 2011, el satélite Deimos I captó imágenes inéditas de la gran mancha volcánica que dejó la erupción submarina en la isla de El Hierro, “con gran valor para los geólogos, ya que ahora se cuenta con modernas herramientas e instrumentos de medición de los que anteriormente carecíamos”, comentó la compañía en su momento. La imagen mostraba cómo la gran mancha se iba proyectando hacia el sur, desde la isla hacia el Atlántico, e iba alcanzando un tamaño superior al de la propia isla.
“Se trataba de hidrocarburos lanzados al aire que dejaban ver una burbuja. El paso de Deimos I permitió ver la zona donde estaba esa burbuja. Al hacer un seguimiento diario, pudimos ver cómo esta aparecía y desaparecía”.
Estos satélites también sirven en la agricultura. Francia, España o Reino Unido son algunos de los clientes de esta división tecnológica de Elecnor para la gestión privada y pública de la agricultura. Ayudan a planificar los cultivos, a mejorar la producción, con recomendaciones sobre el tipo de fertilizantes que deben usarse y la cantidad, dónde aplicarlos, el uso de distintos tipos de riego. Y también en los incendios. “Un solo dato de un satélite se puede utilizar para ver el perímetro de una zona incendiada. Resulta vital saber en tiempo real qué ocurre en el terreno”.
Por ejemplo, para saber cómo está avanzando un frente de llama. La diferencia entre disponer o no de un satélite en estos casos es algo así como observar toda un área de un simple vistazo o únicamente un punto a lo largo de decenas de kilómetros de una zona quemada. Las dos versiones Deimos I y Deimos II también forman parte del programa de observación de la Tierra Copernicus que puso en marcha la Comisión Europea. Se dedica a vigilar el estado del mar, la tierra y la atmósfera. La iniciativa cuenta con un sistema de alerta de emergencias que pide imágenes por satélite en caso de accidentes como el vertido del buque ruso en aguas canarias.