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El viejo mundo se divierte. (Le Roi s’amuse)

“La donna e mobile”

Acto III de “Rigoletto” de Verdi

Desde su estreno la canzonetta cínica del duque, "La donna è mobile" fue un completo éxito y 164 años más tarde (fue estrenada el 11 de marzo de 1851) puede decirse que es la pieza operística más conocida por los no aficionados a la ópera. De hecho, la melodía se tarareaba por las calles de Venecia al día siguiente del estreno de la ópera. Verdi había intuido esta reacción por lo que exigió el máximo secreto de todos los cantantes y músicos sobre esta pieza. El tenor del estreno, Rafaelle Mirate, tuvo la partitura a su disposición sólo unas pocas tardes antes del estreno y se vio obligado a jurar que no cantaría ni silbaría la melodía de "La donna è mobile".

Rigoletto es un melodrama en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Le Roi s'amuse (El rey se divierte) de Víctor Hugo.

«… (Le Roi s’amuse) contiene posiciones extremadamente poderosas... El tema es grande, inmenso, y tiene un personaje que es una de las más importantes creaciones del teatro de todos los países y todas las épocas» decia en una carta Verdi a su libretista.

La obra de Victor Hugo representaba a un rey (Francisco I de Francia) como un seductor cínico e inmoral, algo que resultaba inaceptable en la Europa de la Restauración posterior a las guerras napoleónicas. Era un tema muy controvertido y el propio Hugo había tenido problemas con la censura en Francia. Tras su primera representación, acaecida veinte años antes del estreno de la ópera de Verdi, fue prohibida y continuaría prohibida durante otros treinta años más.

«El gobernador militar de Venecia, señor Gorzkowski, deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado “La maledizione”[1]. Su Excelencia ha dispuesto pues vetar absolutamente la representación y desea que yo advierta a esta Presidencia de abstenerse de cualquier ulterior insistencia al respecto».

Tras muchas negociaciones, se llega a un acuerdo para hacer “domesticable” la obra. Los arreglos se concretan en dos puntos:

  1. trasladar la acción de la Corte de Francia a un ducado de Francia o Italia
  2. cambiar los nombres de los protagonistas inventados por Víctor Hugo.

Todo ello se concretó en una versión operística en la que:

El nombre de la obra también se cambió de “La maledizione” (La maldición) tomaría el nombre de uno de los protagonistas “Rigoletto”, desviando, aún más, la atención del personaje de la realeza.

A pesar de todo ello, la estructura fundamental de la obra, y las críticas al establishment inherentes al drama de Victor Hugo, sobrevive a los cambios, aunque hay que bucear en la obra y desembarazarse de los vulgares “lugares comunes” que los aficionados a la ópera se han empeñado, sin éxito, en difundir queriendo transformar la obra en un absurdo inútil [3].

El mundo de los duques de Mantua (el de los Dragui, los Carney, los Abe y las Yellen) toca a su fin. Ver la dureza con la que Dragui (después de asesorar, como presidente del Goldman Sach para Europa, al gobierno griego en sus trucos contables para ocultar la verdadera situación de la deuda del país) y la Comisión Europa (que ha dado nuevamente margen a Francia para incumplir su objetivo de déficit público a pesar de que desde el 2001, ha tenido un déficit inferior al 3 % sólo en 2006 y 2007, y no ha cumplido repetidamente con fechas límite para su consolidación) al nuevo gobierno griego de Syriza resulta, cuanto menos, chocante. Quizás solo se comprende porque saben que detrás de ellos puede venir lo inevitable: el final de su propio mundo.

No obstante, eso no deberia extrañarnos ya que siempre los primeros en ser expulsados del “paraíso” son los “Rigolettos” del mundo (periferia económica, la socialdemocracia que se reinventa a través de partidos como "Syrizsa", “Podemos” o “Ciudadanos”, la clase media que se creía rica pero solo se endeudaba para mantener dicha ficción).

Como tambien suele ser habitual, los Rigolettos se revelan pero utilizan las mismas armas que los Duques de Mantua: contratar a asesinos que liquiden a sus rivales (QE’s, políticas laxas monetarias, más endeudamiento, debilitamiento artificial del tipo de cambio, alejamiento de la realidad…).

La respuesta correcta ha de ser distinta. Se acerca más a la respuesta de Gilda: aceptar como válidas las enseñanzas que recibió de Rigoletto (cuando no era un cinico bufón, sino un entrañable y honesto padre), dejarse matar (lo contrario a matar). Este último es un punto muy importante porque su muerte tiene otra simbología potente: es también la muerte de lo antiguo ya que éste solo se puede prolongar en el tiempo si los jóvenes lo aceptan como modelo.

El martes pasado día 24 en “El Pais” el catedrático de Filosofía Contemporánea en la UB Manuel Cruz, citando al historiador de la ciencia Thomas S. Khun ,escribía [4] (el subrayado es mío):

“El paradigma emergente, […] no resuelve los problemas en los que el paradigma anterior se había quedado embarrancado. No responde a sus preguntas cruciales, sino que plantea otras, de todo punto diferentes. […] el paradigma que aspira a obtener la hegemonía no viene a salvar al antiguo, sino a enterrarlo. Y obtendrá la hegemonía, se ganará el calificativo de “nuevo”, si […] consigue desplazarnos a […] un entramado de preguntas completamente diferente.

Esto es “Le Roi s’amuse”.

Esto es lo que magistralmente captó Verdi.

Esto es Rigoletto.

  1. El censor De Gorzkowski usó el título no oficial de la obra, evidentemente conocida a través de espías, para reforzar, si era necesaria, la violenta carta en la que denegaba definitivamente su consentimiento a la producción.
  2. El ducado pertenecía a la familia Gonzaga, que se habían disuelto a mediados del siglo XIX, y el Ducado de Mantua ya no existía, de manera que no se podía ofender a nadie.
  3. Argumento de Rigoletto: http://laopera.net/verdi/rigoletto-argumento-g-verdi
  4. Artículo de opinión en la sección La cuarta página “Qué tiene de nuevo lo nuevo”. http://elpais.com/elpais/2015/02/23/opinion/1424691978_252313.html

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