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Columna
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Europa puede darle un respiro a Grecia

La zona euro puede dar a Grecia cierta holgura en sus objetivos fiscales. El nuevo gobierno de izquierdas de Atenas quiere recortar sus objetivos fiscales en dos tercios. Satisfacer a Grecia podría dejar la deuda todavía demasiado elevada –aún hay espacio para un compromiso que los acreedores del país podían permitirse–.

Los líderes europeos han acordado dar un margen de maniobra a Grecia en 2015. Pero Atenas también quiere que el superávit fiscal antes del servicio de la deuda se recorte al 1,5% del PIB en los próximos años, desde el objetivo actual del rescate del 4,5%. Eso parece justo: el déficit presupuestario primario de Grecia pasó de más del 10% en 2009 a cero en 2013.

Un menor superávit primario no reducirá la carga de deuda de Grecia con la suficiente rapidez. Se espera que la ratio de deuda y PIB se sitúe por debajo del 110% para el año 2022, cuando se recogerían los reembolsos de los préstamos de rescate. Un menor superávit también aumentaría las necesidades de financiación de Grecia –en unos 43.000 millones de euros hasta 2020 si se financia a tasas de mercado, calcula Bruegel–.

Un menor superávit primario no reducirá la carga de deuda helena con la suficiente rapidez

La política también cuenta contra Grecia. Un superávit primario que se redujera al 1,5% sería un impulso fiscal. Aumentaría de forma natural a medida que Grecia saliera de la recesión. Eso puede rechinaría a los prestamistas europeos, que están ayudando a Grecia con préstamos baratos.

Sin embargo, Europa tiene motivos para ceder. Sería perverso mantener el superávit primario griego en casi 10 veces la media de la zona euro en momentos en que la tasa de desempleo ronda el 25%. Un superávit del 3% seguiría dejando la deuda en alrededor del 140% del PIB.

Grecia puede esperar su oportunidad. Los acreedores de la zona euro han asegurado que podrían disminuir los costes de los intereses de Grecia, y extender los vencimientos si las reformas siguen adelante. Si es así, el acantilado de 2022 parecería menos aterrador, y Grecia tendría más tiempo para reducir la deuda. Puede que sea capaz de financiarse en los mercados. Por ahora, Atenas debe quedarse con lo que pueda conseguir.

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