Doble castigo a los menores de 45 años
El desempleo registrado aumenta en 77.980 personas en enero (1,75%), hasta situarse en más de 4,5 millones de desempleados, según los Servicios Públicos de Empleo. Por lo que respecta a los afiliados ocupados, descienden en 199.902 cotizantes (1,19%).
Por su parte, la encuesta de población activa (EPA) difundida recientemente revela, en 2014, una disminución del desempleo de 477.900 personas, hasta un total de 5,4 millones de desempleados. Hoy tenemos menos paro que en 2013 pero más que en 2011. Además, los ocupados aumentaron en 433.900 (2,5%), aunque es de destacar que el empleo que se está creando es de escasa calidad, con gran rotación laboral, bajos salarios y mucho empleo a tiempo parcial.
En ese sentido, es conveniente entrar en el detalle y preguntarnos: ¿el beneficio del aumento del paro ha alcanzado a todos los grupos de edad por igual? y ¿el descenso del paro es consecuencia de la disminución de la población activa o de la creación de empleo? Contestando a la primera pregunta, y tras analizar los datos de la EPA, se llega a la conclusión de que la crisis económica está castigando a los menores de 45 años en dos direcciones. Por un lado, el aumento del empleo no ha beneficiado a todos los grupos de edad por igual, lo que consolida la tendencia, observada en anteriores trimestres, de que el empleo creado tiene muy pocos efectos entre los menores de 45 años. De los 433.000 puestos de trabajo creados, tan solo se han beneficiado el 8% del total, frente al 92% que concentran los mayores de 45 años.
Por otro lado, desde que comenzó la presente legislatura (2011) hasta 2013, el paro se ha cebado entre los menores de 45 años. Del millón de empleos destruidos, la casi totalidad (98%) ha recaído sobre dicho colectivo, pero ha tenido escasa incidencia entre los mayores de 45 años (2%).
En definitiva, cuando el paro aumenta, entre 2011 y 2013, se ceba entre los menores de 45 años y cuando se crea empleo, en 2014, los síntomas de la mejora del empleo les afecta muy poco. Dicho de otra forma, son los primeros en entrar en el desempleo y los últimos en salir ya que representan el 61% del desempleo de larga duración. De este modo, pagan el mayor tributo de la crisis pero por partida doble.
Por último, hay muchos expertos que afirman que la disminución del paro, en 2014, es debida exclusivamente al aumento del empleo. Pero es conveniente matizar adecuadamente dichas afirmaciones. Así, la disminución del paro entre los mayores de 45 años es consecuencia del aumento del empleo y, sin embargo, entre los menores de 45 años es todo lo contrario ya que su reducción es el resultado de la disminución de la población activa.
Lo habitual es que el paro descienda en la misma cantidad que aumenta el empleo, lo que no ha sucedido en la presente ocasión. En concreto, analizando los datos de la EPA se concluye que con cerca de 80.000 puestos creados, entre los menores de 45 años el paro baja en 425.000 personas, lo que equivale a que por cada puesto de trabajo creado se ha reducido el desempleo en 4,3 parados.
¿Cómo pueden producirse a la vez dos datos tan contradictorios? En este caso, por la disminución de la población activa (345.000 personas) que es la causante de la disminución del paro. En este sentido, una de las peores consecuencias de la crisis es que la frustración por no encontrar trabajo lleva a muchos jóvenes al desánimo y al exilio laboral obligado. En concreto, se observa entre los menores de 25 años una significativa caída interanual de sus efectivos laborales a una tasa del -4,9% (81.800). Además, el fenómeno se agrava si continúa la falta de expectativas de empleo ya que complicará difícilmente su retorno a nuestro país. A ello, hay que añadir la vuelta a sus países de origen de mano de obra extranjera ya que se observa, en el último año, una disminución de su población activa de 135.000 personas.
Aunque hay motivos para ser menos pesimistas, tampoco creo que debamos de caer en el error de exagerar por razones políticas. Mientras tengamos un mercado de trabajo segmentado por las desigualdades como consecuencia de las disfunciones económicas no debemos de lanzar las campanas al vuelo. Si el paro es un drama, el de nuestra juventud es un traumatismo, lo que genera déficit de cohesión social.
Vicente Castelló es Profesor de la Universidad Jaume I de castellón y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local