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Syriza logra el 36% de votos, 149 escaños, a dos de la mayoría absoluta

Tsipras exige a Europa “una solución justa para Grecia”

El líder de la colación de izquierda Syriza, Alexis Tsipras. REUTERS/Giorgos Moutafis (GREECE - Tags: POLITICS ELECTIONS BUSINESS)
El líder de la colación de izquierda Syriza, Alexis Tsipras. REUTERS/Giorgos Moutafis (GREECE - Tags: POLITICS ELECTIONS BUSINESS)REUTERS

Por primera vez en la historia de la democracia moderna en Grecia, un partido hasta hace poco alternativo y minoritario se ha alzado con la victoria electoral. El triunfo de la autodenominada coalición radical de izquierdas (Syriza) pone fin a 40 años de alternancia en el poder entre los conservadores de Nueva Democracia (ND), que ayer quedó segundo, y los socialistas del Pasok, relegados a una sexta plaza casi residual. La llegada al poder de Alexis Tsipras, el líder de Syriza, supone también una sacudida sin precedentes para la zona euro. Por primera vez desde el comienzo de la crisis, uno de los países rescatados otorga la mayoría a una formación que ha basado su campaña electoral en el desafío a las recetas dictadas por Berlín e impuestas por la troika (Comisión Europea, BCE y FMI)

Con el 95% del voto escrutado, Syriza obtendría el 36,4% de los votos y 149 escaños, a solo dos de la mayoría absoluta. Los conservadores de Nueva Democracia, del primer ministro Antonis Samarás, obtuvieron un 27,8% de los votos, lo que supone 77 escaños. El tercer lugar lo ocuparían los neonazis de Amanecer Dorado, con un 6,3% de los sufragios y 17 escaños. Le siguen muy de cerca los centristas del nuevo partido de centro To Potami (El Río), con un 6% de los votos y 17 escaños. A continuación se situarían los comunistas del KKE, con el 5,5% y 15 escaños, y el hasta ahora cogubernamental Pasok (socialdemócratas), del viceprimer ministro Evángelos Venizelos, con un 4,7% de los votos, que se traduce en 13 escaños. En la cola de partidos quedan los Griegos Independientes, derecha nacionalista, con un 4,7% y 13 escaños.

Con estos resultados, Alexis Tsipras, líder de Syriza, es el virtual nuevo primer ministro, pues solo precisaría del apoyo externo de dos escaños para disponer de mayoría absoluta y que podría obtener del nuevo partido de centro-izquierda To Potami (16 asientos). Tsipras afirmó que “ha ganado la Europa que rechaza la austeridad”, y plantea a Europa una negociación para “buscar una solución justa para que Grecia abandone el círculo vicioso del endeudamiento”. Ni una sola alusión a abandonar el euro y a impagar la deuda hizo Tsipras, aunque sí aseveró que “el decreto de la austeridad y la troika son cosas del pasado”.

Alexis Tsipras compareció ante miles de personas congregadas en la Universidad de Atenas. Aseguró que “el pueblo le ha dado un mandato claro”, que supone que Grecia cambia de rumbo y “deja la austeridad tras cinco años de humillación”.

Durante su breve discurso, dijo que es consciente de que el pueblo no le da un cheque en blanco, “sino un mandato para reorganizar el país”. Así, tendió la mano a los que no le han votado y afirmó que en estas elecciones no hay “ni vencedores ni vencidos” y que formará un Gobierno “para todos los griegos”. “Hoy perdió la Grecia de los oligarcas y de los corruptos”, dijo Tsipras, quien aseguró que “ganó la Grecia del trabajo, del esfuerzo, del conocimiento y de la cultura”.

En clave europea, Tsipras afirmó que su victoria es también “la de todos los pueblos de Europa que luchan contra la austeridad que destroza nuestro futuro común”. “El nuevo Gobierno negociará con nuestros socios europeos”, dijo Tsipras, quien anunció que presentará su propio plan de reformas “sin nuevos déficits, pero tampoco sin un superávit irrealizable”. “El nuevo Gobierno desmentirá a todos los que ven destrucción. No habrá desastre ni tampoco sumisión. Nuestro objetivo desde el primer día es restablecernos de las consecuencias de la crisis”. “Pero antes de todo, el pueblo debe recobrar su dignidad, el optimismo, la sonrisa... ese es el mensaje primordial”, añadió.

Fuera del Parlamento se queda el partido del exlíder del Pasok y antiguo primer ministro Yorgos Papandreu. El sistema electoral griego es muy complejo. Definido como proporcional reforzado, la diferencia más reseñable es el conocido como bono de 50 escaños que la ley electoral otorga al partido más votado que diseñaron conjuntamente los líderes de Nueva Democracia y el Pasok en un intento por garantizar la gobernabilidad.

Aunque los partidos minoritarios pueden tener un papel relevante a la hora de formar ejecutivo, lo cierto es que este mismo sistema electoral deja fuera de las Cámaras a todas aquellas formaciones que no obtengan como mínimo un 3% de los sufragios. En cuanto a la participación, en Grecia el voto es obligatorio. Solo están exentos de acudir a las urnas los mayores de 70 años, los residentes en el extranjero y quienes acrediten vivir a más de 200 kilómetros del colegio electoral más cercano.

Así, para obtener mayoría absoluta se necesita sumar al menos 151 diputados. En caso de que ninguna fuerza lo logre sola o en una coalición, Grecia se vería abocada a nuevas elecciones, como ya ocurrió en 2012. De esta manera, la ley establece que la fuerza más votada tiene tres días para formar gobierno. De expirar este plazo sin acuerdo, serán la segunda y tercera fuerzas políticas más votadas (independientemente de su ideología) las encargadas de pactar la composición del gabinete.

Las negociaciones sobre la continuidad del rescate griego comenzarán hoy mismo en Bruselas, donde se reúnen los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro en el Eurogrupo.

Bruselas quiere que Atenas acepte una prórroga técnica del programa internacional de unos seis meses, con un doble objetivo: apaciguar a los mercados con la garantía de que Atenas sigue respetando las reglas y no provocará una suspensión de pagos descontrolada y permitir que el remanente del segundo rescate (12.800 millones de la zona euro) siga disponible por si Grecia lo necesita. Sin la prórroga del rescate, el acceso a esos fondos expira el 28 de febrero y Atenas perdería también previsiblemente el remanente del FMI, disponible hasta marzo de 2016.

Pero la negociación más dura girará en torno al día después del rescate, porque Syriza exige una renegociación de las condiciones impuestas por la troika y una condonación del 50% de la deuda en el marco de una conferencia internacional para resolver el problema del sobreendeudamiento en la zona euro.

Varios países, como Alemania y Finlandia, ya han descartado la posibilidad de una condonación, mientras que la Conferencia internacional argumenta que se trata de una propuesta inaceptable en el corto plazo. La zona euro, en cambio, se muestra dispuesta a renegociar los plazos de amortización y los tipos de interés de los préstamos de los dos rescates, que ascienden a 240.000 millones.

Y es que la economía griega, pese a haber salido de la recesión en el segundo semestre de 2014, ha sido una de las más castigadas de la Unión Europea por la crisis. Basten unos cuantos ejemplos. Uno de cada cuatro griegos en edad de trabajar permanece en paro y uno de cada tres carece de subsidio alguno y ha perdido el acceso a la Seguridad Social gratuita, un beneficio que se extingue tras 12 meses de desempleo.

Quizá sea por eso por lo que la palabra cambio es la que más se ha oído en las últimas semanas. La sociedad griega quiere acabar con el clientelismo o los enchufes y todos los elementos que siguen abriendo la brecha entre los más ricos y los más desfavorecidos. Un estudio publicado por Credit Suisse indica que en 2007 la alta oligarquía, el 1% más rico de la población griega, poseía el 48,6% de la riqueza nacional; hoy, al cabo de siete años de crisis durísima, ese 1% atesora aún más riqueza: el 56% del país.

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