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Columna
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El complicado viaje de Uber

Burlar la ley podría llevar a Uber al final de su placentero viaje. La compañía está cubriendo las multas de sus conductores por recoger pasajeros ilegalmente. Eso puede ser solo otro gasto de negocio para una empresa que obtuvo una valoración de 40.000 millones de dólares (alrededor de 31.900 millones de euros) por moverse rápidamente y romper las reglas. Pero los costes legales y en las relaciones públicas por su conducta imprudente están acelerando rápidamente.

Los beneficios de la estrategia son evidentes dado el crecimiento explosivo de Uber y su popularidad entre los inversores. La compañía aseguró este verano que los ingresos se estaban al menos duplicando cada seis meses y Ha recaudado más de 2.000 millones de dólares de inversores desde junio.

Cómo gasta el dinero sigue siendo esencialmente secreto. Uber es una empresa tecnológica que opera como intermediaria, es decir, sus gastos en infraestructuras deberían aumentar poco. Pero hacer negocios en más de 50 países y muchas más ciudades mientras a la vez que se rompen las reglas conlleva un alto precio.

Las facturas legales de la compañía se están acumulando, por ejemplo, a medida que las autoridades pierden la paciencia. Francia, España y Tailandia han prohibido algunos o todos los servicios Uber, al igual que ciudades como Nueva Delhi o Portland. La compañía está gastando dinero no solo para cubrir las multas de los conductores, sino también para impulsar el cambio de las normas que están detrás de esas sanciones.

La estrategia de Uber bien podría compensar: las voces de clientes satisfechos y las abultadas facturas de ciertos lobbies pueden ser armas poderosas contra las leyes obsoletas y proteccionistas de los taxis.

Pero las torpes relaciones públicas de la compañía no ayudan. Alentar a sus conductores a despreciar las leyes locales hace que las cosas se pongan aún peor. Uber podría querer parar esa actitud y empezar a actuar como si de un ciudadano responsable se tratara.

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