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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa necesita más gobernanza

El Banco Central Europeo enfrió ayer de nuevo las previsiones de crecimiento económico en Europa. Tras una reunión en la que los consejeros del organismo decidieron mantener los tipos en el mínimo histórico –0,05%–, Mario Draghi anunció una rebaja de una décima en los pronósticos de incremento del PIB de la zona euro para este año y de seis en las del año que viene. Pese a que Draghi no anunció nuevas medidas monetarias, sí dejó muy claro que la posibilidad de acometer nuevas compras de deuda está abierta, que no es necesario contar con la unanimidad del consejo para llevarlas a cabo y que su adopción entra dentro de las potestades de la institución y es, por tanto, plenamente legal. También insistió varias veces en situar 2015 como horizonte temporal para que el BCE pueda adoptar esas medidas.

Al organismo le sigue preocupando la baja inflación europea y el fantasma de la deflación, más aún por el efecto que pueda tener en los precios la caída del crudo. Pese a que el abaratamiento del petróleo constituye una inyección de oxígeno para las empresas y los consumidores europeos, su impacto sobre la inflación puede ser el detonante que haga actuar al banco. Todo ello hace pensar que a Draghi no le temblará la mano en absoluto a la hora de activar nuevas compras de activos y que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para cumplir con su deber. “Lo último que hará el BCE es no cumplir su mandato”, dijo.

El enfriamiento de las previsiones de crecimiento por parte del BCE apunta a un riesgo –el de una nueva recesión– del que Europa parece incapaz de protegerse. Pese a las reiteradas llamadas de atención del banco, algunas economías europeas –Francia es un ejemplo de ello– continúan arrastrando graves desequilibrios y negándose a aceptar la receta de la austeridad que exige la consolidación fiscal. Otro tanto ocurre con la necesidad de completar una transformación estructural de la economía europea. Incluso los países que han llevado a cabo buena parte de esa labor, como España, siguen necesitando avanzar más en la reforma y liberalización de mercados y legislaciones. El proceso de flexibilización y de saneamiento financiero de las economías europeas constituye un escudo sólido ante el riesgo de recesión. Por eso, los llamamientos de Mario Draghi a los Gobiernos de la zona euro para que actúen, desoídos una y otra vez, evidencian que Europa sigue huérfana de una gobernanza política y económica que no solo marque una hoja de ruta correcta, sino que tenga el peso suficiente como para impulsar su cumplimiento.

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